-DestacadasViscerales

Furia o la oda a la violencia

¿Hay mujeres que ejercen violencia contra los hombres? ¿Eso es violencia de género? ¿Es poco feminista no bancar a Furia?
Magdalena Artigues Garnier
Crédito: Captura de youtube del canal de Gran Hermano Argentina

Juliana “Furia” Scaglione es la protagonista indiscutida de esta edición del reality Gran Hermano, que se emite por Telefé. Mires o no el programa es muy probable que sepas que ella es “la pelada”.

Toda su estética está en consonancia con el nombre que eligió para darse a conocer. Si la feminidad es asociada a los estereotipos de débil, sumisa y dulce, Furia va para el otro lado. Es fuerte, temperamental, no se achica, grita, es competitiva. No va a ceder su lugar ante nadie, quiere ganar y no se avergüenza de ello, se enorgullece.
Es muy tentador decir que es la encarnación de una nueva forma de ser mujer, que es “todo lo que está bien” para las feministas.

Pero ya sabemos lo peligroso que es ese significante.

Los agujeros

Furia también se cargó varios colectivos con declaraciones machistas, gordofóbicas, homofóbicas. De entre los numerosos enfrentamientos que ha tenido y de los que siempre ha salido airosa para “el adentro y el afuera” se destaca la relación que tuvo con quien hasta hace pocos días era su vínculo sexoafectivo dentro de “la casa más famosa del país”, Mauro.

Siempre destacando que se trataba “sólo de sexo”, a Furia le molestaban en particular ciertas caracteristicas de masculinidad poco frágil que mostraba su pareja: llorar, no querer tener relaciones con ella y una supuesta atracción hacia uno de los chicos de la casa. Que Mauro “no se anime” a salir del closet fue motivo de numerosas burlas de Juliana con muchos de sus compañeros, quienes no se hicieron eco.

En las últimas horas Juliana acentuó su agresividad, siempre latente, al punto de gritar, insultar, denigrar, amenazar y empujarlo por osar salir de la casa mientras ella estaba afuera.

El resto de los compañeros permanecieron totalmente ajenos al hecho, enajenados, acostumbrados y temerosos a esa mujer ¿fuerte? ¿agresiva?

Si bien el reglamento de Gran Hermano determina que el contacto físico en el contexto de una discusión es motivo de expulsión directa, el castigo a Juliana no fue tal sino que consistió en quedar “nominada” hasta el fin del ciclo.

A la hora de ser sancionada exigió (también a los gritos) que el castigo también sea para él porque “las discusiones son de a dos”. Durante su justificación nuevamente alzó la voz y no dejó hablar a nadie, ni siquiera al conductor, Santiago del Moro.

Mauro, el agredido, pidió la palabra numerosas veces pero no le fue concedida. El consejo de del Moro fue que “si te pide espacio se lo das”.

Al día siguiente, también del Moro, propició “un abrazo” entre agresora y agredido. Y aquí no ha pasado nada. La naturalización de la violencia fue completa.

Del otro lado

En redes sociales se empezó a debatir “qué pasaría si fuera al revés”. Y sí, probablemente si Mauro, que es un rugbier que debe pasar los 100 kilos de pura masa muscular, hubiera empujado a Furia sería expulsado y sepultado mediáticamente. Y estaría muy bien.

Pero, ¿qué pasa cuando la violencia la ejerce la mujer hacia el hombre?

Nada novedoso. Negar que puede haber mujeres violentas (y más aún si se tornan agresivas ante una masculinidad que, contrariando la imagen externa, muestra ciertas grietas) es justamente hacerle el juego a los estereotipos de género.

Patriarcado no es equivalente a varón, justamente por eso siguen existiendo mujeres machistas. Es el sistema, la construcción cultural que asigna ciertas características a las feminidades y otras a las masculinidades; que propicia que las masculinidades detenten privilegios por sobre las feminidades (por ejemplo: mejor acceso a puestos jerárquicos, menos exigencias en tareas domésticas y de cuidados, justificación de la violencia, del acoso sexual).

¿Puede ejercer violencia una mujer? Sí claro, hasta hubo una serie sobre las mujeres asesinas de nuestro país.

¿Puede haber violencia de género al revés? ¿De mujeres hacia varones?

En la nota Caso Lucio Dupuy: ¿dónde están las feministas? planteábamos que no:

“Porque la violencia de género justamente se define por su carácter sistemático. En este sistema patriarcal la herramienta de coerción de las masculinidades por sobre las feminidades es la violencia de género, la violencia machista. Por su sistematicidad se viene reproduciendo hace miles de años y tiene su correlato en los números: los hombres cometen alrededor del 90% de todos los homicidios registrados en todo el mundo. El 86,6% de los abusadores sexuales son varones. El 73% de los acusados por violencia contra las niñeces fueron varones según la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. Pero entonces, ¿hay mujeres violentas? Claro que sí, las hay homicidas, abusadoras, golpeadoras. La sola idea de que no las haya es en sí misma una concepción patriarcal”.

Leer también »  El nuevo escenario político nacional: popular, "democrático" y antifeminista

Causalidades

Vivimos en un país en el que el presidente y sus funcionarios utilizan la agresión y las metáforas de violación y pedofilia como técnica principal de comunicación. En el que se cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo por considerarlo “lleno de ñoquis”. En el que el vocero presidencial anunció que "se va a prohibir el lenguaje inclusivo y todo lo referente a la perspectiva de género”.

Dentro de este contexto la exaltación de la violencia y la crueldad se presentan como la otra cara de la moneda de una denigrada “corrección política”, que no es más que los acuerdos sociales que construímos a lo largo de cientos de años para poder vivir en paz los unos con los otros. Habíamos quedado en que Nunca Más, que las Malvinas son Argentinas, que la violencia está mal. Pero ahora todo parece estar en duda.

Leer también »  Tu “libertad de expresión”, nuestras muertas

Cocinemos otra cosa

Las feministas tenemos que explicar una y otra vez que feminismo no es lo contrario al machismo. Una de nuestras banderas reza “agradezcan que pedimos justicia y no venganza”. Porque para nosotras no se trata de “dar vuelta la tortilla” y agredir nosotras a los hombres sino de cocinar otra cosa. Construir formas más amorosas y tolerantes de ser en el mundo. De erradicar los estereotipos de masculinidades y feminidades.

Son esos mismos estereotipos los que se ponen en juego cuando Mauro no encuentra un interlocutor que avale que él está siendo víctima de violencia. “¿Por qué permiten esto?”, se lo escuchó decir por debajo de los gritos de Furia. Es que invisibilizar que un tipo como Mauro pueda ser violentado por una mujer no es nada más y nada menos que preservar el machismo. Hacer tambalear el estereotipo de varón musculoso, ganador y chamuyero es peligroso, justamente, para el propio patriarcado.

Leer también »  Todo en todas partes al mismo tiempo