¿Qué es lo primero que tienen que saber de Periódicas? Que ya no somos solamente un “medio de comunicación”.
En nuestros primeros cinco años de trabajo confeccionamos manuales de estilo, protocolos para comunicar la búsqueda de personas, metodologías de trabajo colectivo para coberturas y proyectos. Definimos un manual de políticas internas mientras nos transformábamos en una cooperativa de trabajo e incorporábamos compañeras nuevas. Generamos un relevamiento propio de femicidios y transfemicidios en la provincia. Creamos Punto Seguro, un mapeo de organizaciones civiles que acompañan a víctimas de violencia de género.
Un puñado de personas confiaron en nosotras a través de sus aportes y así creamos nuestro club de suscriptores. Generamos una agencia de contenidos con la que realizamos trabajos externos para poder solventar nuestras tareas y sostener el medio. Aprendimos a liquidar sueldos y establecimos un sistema propio de puntajes para remunerar nuestro trabajo. Enseñamos y aprendimos entre nosotras. En definitiva, construimos una voz colectiva: la forma “Periódicas” de hacer las cosas.
Pero a pesar de todos nuestros protocolos y manuales no estábamos preparadas para que el segundo año de vida de este medio nos encuentre aisladas por una pandemia. Tampoco vimos venir el resurgimiento de los peores discursos negacionistas y de odio, ahora institucionalizados. No nos imaginábamos que el mismo Estado que debía garantizar los derechos que conquistamos en las calles, colectivamente, sea ahora quien amenaza con eliminarlos. Ni previmos que se iban a profundizar las políticas empobrecedoras de mujeres y disidencias.
Nada en nuestro oficio y nuestro recorrido nos preparó para que el resultado final de una búsqueda sea un femicidio. Para que el rostro que nos mira desde un cartel que pide justicia sea el de una referente de la comunidad LGBITQ+, a quien entrevistamos y consultamos incontables veces. Nada nos alertó para encontrar en una parada de colectivo una fotocopia de un cartel de búsqueda, uno de los tantos que realizamos para nuestra web, ocupando la calle a la espera de que nadie olvide que esa mujer continúa desaparecida.
Si al principio, el horizonte de Periódicas era “disputar la escena mediática” y sumarnos a una conversación que hasta ese momento era sólo entre hombres, ahora el objetivo es sostener un proyecto que, podemos decir con mucho orgullo, nos excede.
¿Por qué todavía estamos acá? Porque nunca estuvimos solas. El “modo Periódicas” de hacer las cosas se completa con quienes nos consumen, nos apoyan, nos leen, nos comparten, nos pasan información y nos sostienen. En estos cinco años, incontables personas han formado parte de la vida de Periódicas de muchas maneras distintas: colaborando con notas, informes, fotorreportajes y corresponsalías. Formando parte de nuestro club de suscriptores Mecha Corta o contratando nuestros servicios de agencia Juncas; tejiendo alianzas a través de otros colectivos y organizaciones, fundaciones y comunidades, que nos ayudaron a sostener y hacer crecer este medio.
Cinco años después, quizás nuestros objetivos cambiaron, pero el compromiso sigue siendo el mismo: informar con responsabilidad; visibilizar historias olvidadas; continuar construyendo y trazando alianzas con otros colectivos.
Entonces, ¿por qué Periódicas? Porque persiste el gesto rebelde: frente a un mundo que nos pretende desorganizadas y que propone el “sálvese quien pueda”, respondemos: más que nunca, colectivo.