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El nuevo escenario político nacional: popular, "democrático" y antifeminista

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El giro a la derecha es transversal a todo el arco político. ¿Qué alternativas tenemos las feministas en este escenario? ¿Dónde quedaron las feministas de Estado? Hay posibilidades: postergar nuestra liberación o dejar de sostenerles sus espacios. Algunos hilos para tejer lo que viene.
Victoria Stéfano
Foto: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0

Volvieron los buenos valores: el juego y la prostitución. Only Fans y múltiples plataformas de compraventa de contenido sexual, casinos online, sitios de trading y otras cuevas de supuesta riqueza rápida, se llevan puesta a la generación que venía a cambiarlo todo y terminó votando a Milei y consolidando sus propios 90.

¿Qué pasó y por qué la propuesta en todos los frentes, otra vez, es volver a la conserva? Ellos, los varones y sus cómplices, tienen una explicación. Lo que el modelo capitalista y patriarcal produjo siempre, que son enormes sectores empobrecidos económica e intelectualmente y vulnerables a los embates de ese mismo sistema fetichista mercantil, ahora son culpa de las feministas y su irrupción política. Y claro, también el hecho de que perdieran elecciones.

Los que otrora fueran movimientos políticos con representación popular y una decidida vocación de ampliación de derechos han caído en la desgracia de ser quienes ostentan una derrota electoral con costos muy profundos. Uno de ellos, y que los consume hasta sus bases, es la búsqueda descarnada de culpables, que ya no dirige cañones al supuesto enemigo sino al propio campo político donde converge con otros movimientos. El análisis total de la situación tiene una sola conclusión posible: los responsables de la caída caminan entre filas propias.

¿Quiénes serán? Mayra Arena, quien recientemente visitara la capital provincial, y quien se convierte rápidamente en la versión conservadora de Ofelia Fernández, diría que probablemente todos esos que insistían en hablar con la "e", las que pedían aborto (cuando en los barrios todas somos provida pero después andamos a pura percha o con seis pibes que no queríamos), y las que militaron tanto que los raros accedan a algún que otro derecho básico, tipo su identidad o un empleo. Pero ésta no es sólo su opinión, es la frontera que comparten todos los espacios políticos.

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Sí, compañera flequillo mal cortado pañuelo verde, todos los espacios políticos tradicionales han hecho una profunda autocrítica para establecer la responsabilidad sobre este escenario coyuntural. Y han hallado por probado que la responsable de que gobierne Milei es usted.

Después del gran fracaso del 2023, la estrategia para rearmar a los grandes partidos es un cliché de época: hacer streaming y conversar con cuanto patriarca clásico o conchuda anti feministas se pueda. La nueva derecha finalmente lo logró. Se instaló como gobierno, y más peligroso aun, se instaló como coyuntura ideológica. Y esto alcanza a todos los espacios políticos, por más lejanos que se muestren a las hordas de niños compu de La Libertad Avanza.

En retirada

"Hay cosas que no vale la pena contar, ¿quién lo va a leer?", me decía en una conversación informal una referente socialista en materia de inclusión que integra el armado político provincial sobre una reciente conquista del colectivo trans en Santa Fe. Y yo asentía, mientras sentía cómo me tapaba la boca yo misma y avergonzaba desde la tumba a Rodolfo Walsh. "CFK que se corra" arengan los neomachitos del nuevoviejoperonismo que impulsan a Guillermo Moreno y resucitan a Berni de alguna cantera de mala muerte del Senado bonaerense, frente al silencio de compañeras que en otros contextos insistían en el feminismo de la exvicepresidenta. Y desde el radicalismo solo se puede resaltar un atroz silencio.

Y es que efectivamente este giro a la derecha, que establece recetas clásicas para la economía y propone de cara al futuro un profundo retroceso con miras a 1940, donde la prostitución y el juego también existían, no es un proceso unilateral. Las mujeres y diversidades de estos espacios militantes también entraron o están en retirada y eso abona a que ya no se discuta más. Las cuentas dan bien clarito: nuestra agenda feminista resta. Calladas somos más bonitas.

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Un capítulo interesante en este sentido es el de "las primeras en" que han moderado su mensaje y posición pública sobre la agenda feminista a cuenta de seguir ocupando espacios de poder y usando algún que otro blazer violeta cada tanto. Un feminismo más... estético, accesorio.

Buena parte de la lucha feminista durante los últimos 100 años tuvo que ver con la conquista de derechos políticos, para luego avanzar en derechos sexuales. El derecho al voto, el cupo femenino, la paridad, dieron lugar al divorcio, a los derechos reproductivos, a una ley de erradicación de las violencias, a una educación que aborde las problemáticas de la desigualdad entre varones y mujeres, y finalmente al aborto. Pero así como nos comimos el viaje de la compañera Lospennato, ahora entendemos que la vaginalización de los poderes del Estado tampoco es una garantía para los feminismos. Hemos de recordar a costa de esta coyuntura que frente al mínimo cambio de época siempre podemos meternos las banderas un poco en el culo hasta que vuelva a ser rentable en votos ser feminista. Aunque para ser justa debo decir que siempre se puede ser peor y no sé, ser Victoria Villarruel.

¿En qué caso es autopreservación y en qué casos usaron la escalera violeta para llegar y después se desentendieron? Decídanlo ustedes.

Una posibilidad

Por fuera de ello, los espacios netamente feministas siguen existiendo, tal cual existían en 1940. Sin apoyo partidario alguno, con un fuerte repudio social hacia sus reclamos, pero con una posibilidad en el horizonte que a mediados del siglo pasado no existía: la de seguir postergando indefinidamente renunciar de una vez a esas estructuras vetustas con olor a cachilo de viejo meado, relegando a esos armados la final batalla por nuestra liberación, o renunciar de una vez a lo que ya hemos comprobado sucesivamente como la fórmula del fracaso y radicalizarnos.

Y por radicalizarnos no digo explotar buzones de correo como las sufragistas. Hablo de concentrarnos en un espacio que dispute políticamente desde la perspectiva que sostenemos teórica y empíricamente como la única que puede traer igualdad y libertad: la feminista. Lo que estoy diciendo es que, si a los partidos las feministas les sobramos, seamos nuestro propio partido.

Al fin y al cabo, la potencia de llegada masiva de estos partidos somos nosotras. Las que garantizamos que estos caraduras pisen un barrio, toquen una olla, abracen a un pobre. Las que les hacemos las rondas, las que les armamos los encuentros en las sedes partidarias, las que les armamos las agendas y les planchamos las camisas. Para que después nos traicionen desde un escaño legislativo.

Imagínense toda esa potencia colocada en un partido que se mueva por y para nuestros propósitos, donde la agenda sea una economía que no se sostenga con la explotación de muchos para la riqueza de unos pocos, una educación donde puedan converger todas las miradas, un acceso a las tecnologías democrático y desde los derechos humanos, una transición energética repetuosa de los pueblos y del ambiente, y así al infinito.

Ignoren mi delirio del párrafo anterior, aunque si les interesa avisen. Lo que sí es deber, aun cuando nos dan la espalda, es que como dice nuestra colega exiliada, mi estimadísima y admirada Luciana Peker, sigamos. Hay muchas que no tenemos otra opción más que esa de cara a esta guerra abierta. Sigamos rompiendo las pelotas con el feminismo.