Una reflexión sobre estereotipos y lo que pasa cuando las mujeres ejercen violencia. ¿Significa que el feminismo perdió? ¿Que todo el tiempo estuvo equivocado?
Hoy Magdalena Espósito Valenti y su pareja Abigail Pérez fueron halladas culpables por el homicidio agravado de Lucio Dupuy. Pérez además fue condenada por abuso sexual gravemente ultrajante. Enfrentarán una pena de prisión perpetua.
Cada vez que una mujer ejerce violencia, a las militantes feministas se nos empieza a mirar para que digamos algo, que opinemos, que saltemos. No es la primera vez, ya había pasado con casos como, por ejemplo, el de Nahir Galarza y el asesinato de su novio.
Por empezar lo ya dicho muchas veces: no existe “el feminismo” como una entelequia que tiene una única línea de pensamiento. Existen muchos feminismos, por eso nos gusta decirle “movimiento”. Es heterogéneo y dentro de él hay diferentes corrientes políticas y teóricas, incluso partidarias. Dentro de los feminismos hay discusiones sobre qué hacer con el trabajo sexual, con la familia, con la religión, con el concepto de mujer, entre muchas otras.
Lo que sí nos une, y estamos todas de acuerdo, es en que hay un sistema patriarcal, una construcción cultural que asigna ciertas características a las feminidades (dentro del espectro de la debilidad, la poca inteligencia, la dulzura, las cualidades maternas y para el cuidado y la atención de tareas domésticas, por ejemplo) y otras a las masculinidades (la fortaleza, la habilidad para los negocios, el liderazgo, la inteligencia, la objetividad).
Estas características no tienen ninguna raíz científica ni objetiva, sino que son elaboraciones que las personas hemos aprendido y perpetuado y que generan que las masculinidades detenten privilegios por sobre las feminidades (por ejemplo: mejor acceso a puestos jerárquicos, menos exigencias en tareas domésticas y de cuidados, justificación de la violencia, del acoso sexual).
¿Puede ejercerse la violencia machista contra las niñeces? Sí claro, esto no es un partido de fútbol mujeres contra varones, también puede ejercerse contra las disidencias sexuales, porque implica violencias que tiendan a reforzar el rol de dominancia de las masculinidades, como lo son los abusos sexuales, las violaciones correctivas a lesbianas, los golpes a homosexuales por su orientación sexual, la sustracción de niñeces para la trata sexual, entre muchas otras.
¿Puede haber violencia de género al revés? ¿De mujeres hacia varones? No. Porque la violencia de género justamente se define por su carácter sistemático. En este sistema patriarcal la herramienta de coerción de las masculinidades por sobre las feminidades es la violencia de género, la violencia machista.
Por su sistematicidad se viene reproduciendo hace miles de años y tiene su correlato en los números: los hombres cometen alrededor del 90% de todos los homicidios registrados en todo el mundo. El 86,6% de los abusadores sexuales son varones. El 73% de los acusados por violencia contra las niñeces fueron varones según la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema.
La otra parte
Pero entonces, ¿hay mujeres violentas? Claro que sí, las hay homicidas, abusadoras, golpeadoras. La sola idea de que no las haya es en sí misma una concepción patriarcal.
De hecho, fue esa concepción patriarcal la que hizo que el sistema judicial y el educativo le fallen a Lucio, cuando las muestras de que sufría violencia eran evidentes. Como lo explica la periodista y editora de género Marina Abiusso: “Perspectiva de género no es darle la razón siempre a la mujer. De hecho, considerar que una madre es la mejor opción para un niño en cualquier circunstancia no es precisamente feminista sino más bien lo contrario. Es creer que la mamá sabrá y podrá por instinto natural. Y eso no es cierto. La enorme cantidad de niños criados en otros formatos de familia saben que esto no es siempre así”.
Lo que sí es cierto es que este caso fue utilizado para campañas de odio contra Abiusso (quien tuvo que cerrar su cuenta de Twitter por el hostigamiento recibido), contra las llamadas “aborteras” (porque las homicidas se mostraron a favor de la Campaña por la Legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo) y hasta contra la capacidad de cuidado de las disidencias sexuales (porque las homicidas constituían una pareja lesbiana). Se trata de la indignación selectiva al servicio de la misoginia y la lesbofobia.
Acá estamos, donde siempre
El feminismo busca la igualdad. Como dice una de sus consignas: “agradezcan que buscamos justicia y no venganza”. El feminismo, por más heterogéneo que sea, no va a estar nunca del lado del opresor. Es por esto mismo que siempre va a ser, por ejemplo, antifascista o antirracista.
Jamás vamos a defender abusadores ni homicidas de niñeces. Por si hace falta aclararlo aún más: por supuesto que pedimos justicia por Lucio. Y si se siguen preguntando dónde estamos, donde siempre, luchando por un mundo más justo para todes.
Escribe y edita. Colabora en la producción de notas y la realización audiovisual.