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Susana Ibáñez presenta "Aprender a flotar"

El libro contiene nueve cuentos y, aunque ya está a la venta, tendrá una presentación oficial el 13 de noviembre. La autora santafesina habló con Periódicas sobre la escritura en su vida, la dicotomía cuentos/novelas, las mujeres en la literatura y la experiencia de coordinar talleres. "Todo el mundo tiene historias para contar, la cosa es encontrarle la vuelta", dice.
Julia Porta
Foto: Julia Porta

Según señalan las solapas de sus libros, Susana Ibáñez nació y vive en Santa Fe. Es profesora de inglés especializada en literatura y culturas comparadas. En un raro devenir de vida pasó de desear ser escritora a convertirse en docente de idioma extranjero para retornar al estudio y a la literatura de su propia creación.

Cuatro libros editados (Por íntima convicción; La vida al ras del suelo, Te juro que es por tu bien y Mientras vence afuera la sombra) preceden a este Aprender a flotar, que se presentará oficialmente el 13 de noviembre en el foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457).

"Son historias con pequeñas grandes tragedias"

"Mamá se llamaba Camila y mi hermana también, pero para diferenciarlas al principio a la nena le decíamos Camilita. Después de que mamá se fue, empezamos a llamarla Milita. Todos perdimos algo con su partida y ella perdió además parte de su nombre".

("La tabla del once", primer cuento de Aprender a flotar)

Los nueve relatos tienen un origen pre pandémico, según relata Ibáñez a Periódicas, pero por esas cuestiones de prioridades editoriales salieron a la luz después de otras obras de realización posterior. "Estos cuentos se escribieron apenas terminé el libro anterior en 2017. Entonces es como que hay una continuidad entre La vida al ras del suelo y Aprender a flotar. Acá me permití cuentos más largos y no fui a experimentar con distintas técnicas sino que traté de encontrar para cada historia lo que a mi mejor entender servía para contarla".

En las definiciones de compañeras escritoras, la palabra generosa suele reiterarse al hablar de Susana Ibáñez. Y ella, a su vez, cree en lo colectivo, en la solidaridad de la ayuda. Sus textos pasan por otras miradas y la autora recibe con buena predisposición las críticas y sugerencias.

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"Para mi que un escritor le diga a otro qué se puede mejorar es un acto de generosidad mayúscula. Gracias a los consejos de otros escritores fui cambiando algunas cosas. Hay que escuchar mucho, todos tenemos que escuchar lo que dicen los demás siempre. Si buscamos que un texto esté lo mejor posible, no escuchar es de necio". Así, Susana escucha a la gente de la editorial, a otras personas del mundo literario y asiste a un taller on line. "Hay que ir armando redes de acompañamiento porque la escritura ya es un trabajo muy solitario y perdemos de vista cómo se lee lo que escribimos".

Según la información del libro, los nueve cuentos que lo integran están atravesados por un hilo conector. "Los personajes tiene algo en común: intentan no ahogarse en la desdicha y encontrarle un sentido a lo que les va pasando", puede leerse en la contratapa.

La autora dice que ese nexo no fue premeditado y que lo notó recién cuando todos los cuentos, foto de tapa y título estuvieron listos. "La idea de vivir con lo que nos ha pasado creo que está en todos nosotros. Esas historias tienen pequeñas grandes tragedias. Algunos personajes caerán en la locura, otros vivirán con un gato. Cada uno como puede y aprende".

Susana relata sus procesos creativos y la no simultaneidad de géneros en sus trayectos de escritura. "En este momento estoy escribiendo novela pero tengo muchas ganas de volver al cuento. Hay gente que hace las dos cosas a la vez; para mí son momentos distintos". Dice que necesita mucho material para escribir, que sus cuentos son largos y que poco de su vida personal aparece en ellos. "Mi vida no es interesante", señala entre risas.

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Los años dedicados a la docencia y, en particular, a la enseñanza de literatura inglesa, han dejado marcas. Tres cuentos de Aprender a flotar tienen epígrafes en inglés. "Esos versos de la Tempestad de Shakespeare me parecen preciosos. Siempre vi a ese esqueleto en el fondo del mar cubriéndose de perlas y corales como aquello que no puedo cambiar y lo dejo para que cambie solo y se convierta en otra cosa mejor".

Susana toma nota de lo que le interesa, escribe conceptos, transcribe enunciados. "Hay que anotar todo aunque no parezca una buena idea en el momento. Si una frase resuena, aunque no tenga sentido en el momento, hay que anotarla y confiar que en algún punto necesitará expresarse. A lo que aparece, hay que dejarlo salir".

"Hay temáticas que las mujeres abordamos mejor"

Aunque en la secundaria era la "escritora designada" y la meta parecía clara, una lectura la hizo cambiar de rumbo. "Leí una entrevista a alguien que yo no sabía quién era y después resultó ser Ricardo Piglia, que decía que él había estudiado historia porque no salían buenos escritores de la carrera de letras. Esa era su postura y yo lo tomé como una verdad revelada".

Así Susana llegó al Profesorado de Inglés, al ejercicio de la docencia, a la enseñanza de literatura comparada, a la maternidad y a nuevos estudios. Más adelante, un cierto tiempo de ocio le devolvió a la escritora. "Volvió a aparecer la historia esa que hay que contarla para que te deje de molestar en la cabeza".

Susana Ibáñez. Crédito: archivo personal de la escritora.

Llegarían, entonces, los certámenes y los resultados que indicaban la certeza del camino. "Sin publicación, la medida del éxito es cómo resuena lo que una escribe en los certámenes". Ya con el rumbo marcado vendrían las editoriales (Palabrava, Moglia) y la posibilidad de ver sus creaciones publicadas. Y con ello también las miradas especializadas y las discusiones por los títulos, entre otras cosas. "Ese tema es siempre una negociación porque el interior es del escritor pero el libro como objeto ya es de la editorial".

Susana es, además, una gran lectora, y por estos días está centrada en ensayos. "No sigo a un escritor de manera sistemática pero hay escritores que, si sé que sacaron un libro, corro y lo compro". Entre esos nombres aparecen Julián Barnes, Emmanuel Carrère, Paul Auster y las argentinas Samanta Schweblin, Gabriela Cabezón Cámara o Mariana Enríquez. No puede decir que haya un boom de literatura femenina pero sí piensa que hay una mayor visibilización e interés en aquello que desde esa mirada se puede contar. "Creo que hay temáticas que las mujeres podemos abordar mejor porque son inherentes a nuestra vida  y a lo que nos ha pasado en una cultura patriarcal".

"Todos tenemos historias para contar"

Susana afirma que "todo el mundo tiene historias para contar; la cosa es encontrarle la vuelta". Seguramente imbuida de esta idea coordina talleres de escritura narrativa, espacios en los que pone en juego su capacidad docente en la enseñanza informal.

"El trabajo de taller es enriquecedor en muchísimos planos, no solo mejora la escritura sino también la forma de comunicarnos. Permite darnos cuenta de cómo recibe el otro lo que decimos. Y me parece muy importante que quien empieza a escribir lo haga en comunidad y entienda que nunca va a estar solo. Que puede contar con ayuda y a la vez ofrecerla", reflexiona.

Desde 2019 está a cargo de talleres en Santa Fe y en la costa y actualmente lo hace también en la cárcel de mujeres, una experiencia que, según señala, "se construye semana a semana". Ibáñez cuenta a Periódicas que la propuesta con la que arribó a la institución resultó inviable y que, a partir de una actividad en particular, se reconfiguró el taller en función de la metodología elegida por las internas: la escritura comunitaria. Estos encuentros con mujeres que tienen "un estar en el tiempo muy diferente al nuestro" marca siempre, nos cuenta, un antes y un después para ella.

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Y mientras escribe una novela que tiene como protagonista a un hombre que sufre las consecuencias de malas gestiones políticas, Susana prepara la presentación de su libro. Ese de los nueve cuentos que ya está en las librerías.

A diferencia de sus anteriores obras, esta vez la organización quedó en sus manos. "Me pregunté qué persona me gustaría que estuviera y enseguida pensé en ex alumnos". Ellos, también actores, van a a hacer lectura dramática de los cuentos. "Por eso busqué el teatro para que haya buena iluminación y buena acústica pensando en el espectáculo que van a dar".

La presentación y comentario del libro van a estar a cargo de Estanislao Giménez Corte. "No quiero nada grande, en realidad. El libro ya está distribuido por lo que no es un lanzamiento. La presentación es más una reunión, una forma de prenderle el fueguito de nuevo".