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Lilia Lemoine y la libertad de defender el acoso callejero

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La diputada nacional volvió a los titulares esta semana tras relativizar el acoso callejero. No es la primera vez que Lemoine capta la atención por opiniones controversiales que atacan los derechos de mujeres y otros sectores vulnerados. ¿Qué hacemos con las mujeres que ascendieron al poder usando a las conquistas feministas como peldaños para después destruir la escalera?
Victoria Stéfano
Autora: Priscila Pereyra

Una reedición de El Cuento de la Criada mas hilarante y made in Latinoamérica se escribe por estos momentos en la República Argentina. El desorden como estrategia metodológica en la aplicación del plan de gobierno de Javier Milei y La Libertad Avanza produce constantemente nuevos ataques al bolsillo de trabajadores y trabajadoras, acompañado de abandono frente a los avatares climáticos, libertad a genocidas, outfits poco acertados y constantes amenazas de retroceso en las escasas políticas de género y diversidad sexual que supimos conseguir.

Esta semana volvió a la carga Lilia Lemoine, la diputada cosplayer, que cuestionó la penalización del acoso callejero, establecido en 2019 mediante la modificación de la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las mujeres. La modificación incluye a "la violencia contra las mujeres en los espacios públicos" y la sanciona con "multa, trabajos comunitarios o el arresto".

Hablemos de acoso

La normativa describe al acoso callejero como "conductas o expresiones verbales o no verbales, con connotación sexual, que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, libre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo".

"No es por atacar a las mujeres, es para defender a los hombres", dijo sin vueltas Lemoine en una entrevista brindada a IP Noticias, y se explayó: "Me ha pasado en alguna ocasión salir de mi casa deprimida por por una cuestión personal, de joven. Paso por una obra y los muchachos de la obra no sé qué me dijeron, fue algo lindo, y me fui con una sonrisa", insistió la diputada que juró el 7 de diciembre por "la libertad de todos los pueblos".

Para Lemoine la similitud entre un "buen día preciosa" y una exhibición de genitales a las ocho de la mañana no termina de quedar muy firme.

Aparentemente la diputada ignora las estadísticas al respecto realizadas en nuestro país. Según la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), el 97% de las mujeres han sufrido acoso callejero y la mayoría de encuestadas comenzaron a padecerlo desde los 13 años.

De acuerdo a un informe del Observatorio de las Violencias y Desigualdades por Razones de Género (OVyDRG) del ahora inexistente Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación "a partir de las consultas recibidas en la sede de CABA de la Línea 144, se identificaron 570 comunicaciones de personas consultando por violencia de género en el espacio público. De ellas, el 70,5% correspondieron a 'agresiones por parte de terceros', 21,2% a 'acoso sexual callejero' y 8% a 'acoso callejero'", mientras que el tipo de violencia más frecuentemente identificado en esta modalidad es el psicológico (76,1%) y que en un 80,9% estos episodios han ocurrido más de una vez. En cuanto al género de la persona en situación de violencia, se identifica que el 80,5% son mujeres, mientras que las mujeres trans y travestis alcanzan al 2,4% y 1,2%, respectivamente.

El Observatorio "Mujeres, Disidencias, Derechos" de Mumalá publicó este mismo año el resultado de su encuesta sobre acoso callejero en el marco de otro aniversario de la modificación que sanciona esa violencia, realizado a partir de datos obtenidos entre octubre y noviembre de 2022 a través de una encuesta a 1.794 mujeres y disidencias en todo el país.

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De acuerdo a ese sondeo, el 94% de las personas encuestadas sufrió alguna forma de acoso sexual en la vía pública, y el pico de edad en la que mayor cantidad de personas recibieron un ataque de este tipo se sitúa en los 15 años, aunque la edad más baja observada es de apenas 5 años.

Más de un tercio fue acorralado en la vía pública, y casi la mitad fue seguida contra su voluntad. El 32% vio los genitales de su agresor, el 25% fue víctima de ataques verbales homo, lesbo o trans odiantes, el 21% presenció cómo se masturbaba su agresor, y el 15% sufrió ataques físicos.

Apenas el 19% de les sobrevivientes enfrentó al acosador y el 3% pidió intervención de la fuerza pública. El resto se paralizó u optó por retirarse.

Violencia naturalizada

La naturaleza aleatoria del acoso sexual tiene que ver con la naturalización social de este tipo de violencia. Decir que a todas nos acosaron alguna vez es básicamente el resultado de una fuerte connivencia social con este tipo de delitos hacia la integridad de mujeres y diversidades sexuales.

Por eso lo que dice Lilia Lemoine, en carácter de diputada nacional, investida con el poder legislativo, ocupando un escaño en el Congreso de la Nación y siendo una mujer, es gravísimo. Legitima ataques en el espacio público que reafirman el poder que los varones cis se arrogan sobre los cuerpos de las mujeres y disidencias. Abona al pensamiento social de que esta violencia es apenas un desliz que te puede alegrar la mañana. Aporta a la concepción de que denunciar es de resentidas, y que los indefensos son los que te exhiben la poronga un martes a las 8 de la mañana.

Pero hay otro punto que Lemoine tampoco considera en sus aseveraciones, que tiene que ver con que la naturalización de ciertas violencias habilita otras. Por eso es necesario que sea el Estado quien ponga límites concretos y certeros. Combatir las violencias públicas es un mensaje de rechazo contra las violencias que suceden en ámbitos privados. Pero además también transmite otros mensajes hacia las nuevas generaciones, donde se pone en conversación la soberanía corporal y el cuidado como lenguaje común.

El caballo de Troya

Lilia, que llega al Congreso gracias a las mismas conquistas feministas que defendía en redes sociales en otro momento, hoy esgrime las herramientas que Julieta Lanteri comenzó a exigir hace mas de 100 años, para atacar a otras mujeres, sus derechos, sus conquistas y su posibilidad de denunciar el acoso. Pero la realidad es que no es una sorpresa.

El accionar sistemático de la diputada ya había sido repudiado anteriormente cuando anunció su proyecto para renunciar a la paternidad voluntariamente, asimilándolo al derecho al aborto. Para Lemoine está clarísimo: las víctimas son en realidad las victimarias y hay que defender a los pobres acosadores. "Hay mujeres con mucho resentimiento, no es por atacar a las mujeres, es para defender a los hombres", no vaya a ser que los denunciemos por decirnos "adiós preciosa".

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Lilia Lemoine, Diana Mondino y Victoria "Barbie Genocidio" Villarruel, son parte de ese entramado de mujeres que vos, yo y todas conocemos. Las de derecha, las que dulcemente y con voz calma te anuncian que si marchas te van a suspender los programas sociales, sacarte a tus hijos, informarle a tus jefes, o a migraciones.

Son la cuota de estrógenos que el patriarcado necesita para continuar sosteniendo tras diez milenios de plena salud que la desigualdad es natural, deseable y parte del orden universal. Que unos cuerpos dominan sobre otros, y que eso es inalterable. Las mejillas sonrojadas que te militan la libertad de los genocidas y te dicen que habrá que comer un poco menos. Y que cuestionarlas es abonar al patriarcado que defienden. Son el caballo de Troya definitivo. Las verdaderas yeguas del apocalipsis, una suerte de la triple diosa Hécate de la decadencia noventista.

Las mujeres que por convicción y, quizás, otros intereses inaccesibles, hacen posible que otras cientas de miles de mujeres, niñas, jóvenes, se sientan cobijadas por un relato conservador que va detrás de arrancarle sus derechos. Son la militancia de las ideas que desterramos hace mucho y que ahora vuelven, con las fuerzas del cielo, a cobrar revancha por la libertad que supimos construir.