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Los cuerpos del verano: personas trans

En esta nueva entrega de la serie de notas "Los cuerpos del verano", indagamos qué sucede con las corporalidades trans en esta época junto a Giovi Novello, activista por los derechos de la niñeces trans.
 Victoria Stéfano
Autora: Gise Curioni

¿Qué pasa frente a nuestros cuerpos cuando llevamos menos ropa, una bikini o una malla? ¿Cómo es encontrarnos en espacios de nocturnidad y esparcimiento? ¿Cómo es habitar el verano siendo una persona con discapacidad? ¿Y siendo gorde? Junto a Gabriela Bruno y Flor Alegre comenzamos a responder estos interrogantes en dos entregas anteriores, resaltando las problemáticas que existen y que se hacen notar más con el calor.

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En esta oportunidad nos preguntamos qué pasa durante la temporada estival con las personas trans, y para responder eso hablamos con Giovi Novello, coordinador por Santa Fe de la Asociación de Varones Trans y No Binaries, activista por los derechos de las niñeces trans y músico.

"Para nosotres el verano sigue siendo la estación negada", dispara el artista, y luego indica que "los espacios que se entienden como recreativos suelen ser disparadores de mucha ansiedad y malestar" para las personas trans, no solo por no estar garantizada la accesibilidad sino porque se construyen esos espacios pensando únicamente en corporalidades cis, donde de forma constante "corremos el riesgo de exponernos a situaciones de violencia".

Y no pocas veces el peso de esa violencia tiene que ver con la mirada ajena. Aunque es válido resaltar que esta realidad cambia parcialmente entre varones y mujeres trans.

Mientras para nosotras rige cierta normalización progresiva sobre nuestros cuerpos en el espacio público, Giovi apunta que los varones trans "venimos de un recorrido en el que las miradas de juicio son moneda corriente" sobre todo en lo que respecta a partes específicas del cuerpo. En el caso de las masculinidades todo apunta al pecho, y en las mujeres se da en la indagación constante sobre la genitalidad que portamos.

Sobre esto Novello indica que para los varones trans "el pecho es algo que hasta el día de hoy es blanco de la mirada ajena" y relata que durante las demás estaciones muchos de los compañeros se fajan, usan dos o hasta tres remeras para comprimirlo y que no se note. "Con la llegada del calor es impensado salir a la calle con esa cantidad de ropa encima", apunta.

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"Generalmente nosotros no tenemos la posibilidad de entender la temporada de verano como una recreación o un disfrute para pasear y descansar, sino que lo pasamos encerrados en nuestras casas", desliza el músico de 28 años.

Derecho a la pileta, derecho a la playa

Pensando el acceso al agua, Giovi señala que en playas y piletas los reglamentos no contemplan realidades trans como el uso de un binder o que los varones trans esten sin remera sin haber pasado por una masculinización de tórax. Así como tampoco abonan a la idea de que siendo una mujer elijas entrar al agua con short en lugar de bikini o malla, algo que toca también a las travestis y mujeres trans. Para el activista, el problema es que estas normas "están hechas por personas cis y para personas cis".

"Las piletas públicas y privadas manifiestan la obligatoriedad del traje de baño para poder meterte, pero ¿cuál es el traje de baño de un varón trans?", se pregunta Giovi y señala que los cuerpos de los varones trans "siguen leyéndose como 'desnudos' cuando nos quitamos la remera y no estamos operados".

El activista agrega que como transmasculinidades tienen vetada la idea de poder estar sin remera como lo hacen el resto de los varones en estos lugares y allí es que se instala la idea de intervenirse como la única vía para poder habitar el espacio público. "La imponente necesidad de moldear nuestros cuerpos lo más parecido a las personas cis hace que no tengamos opción posible de poder disfrutarnos y validarnos como somos", denuncia Novello.

Varon trans con gafas negras lleva a un niño trans montado en su cuello durante la Marcha del Orgullo 2022 de Santa Fe
Autora: Gise Curioni

En el mismo sentido, en el caso de las feminidades, la imposición es el uso de mallas o bikinis que no están preparadas para nuestras corporalidades, por lo que nos vemos obligadas a usar trucadoras u otras prendas para esconder el pene. Esto tiene implicancias en la salud genital, buscando encajar en la norma de que los cuerpos femeninos no tienen pene y, si lo tienen, debe ser bien disimulado.

Para Novello "esto es una problemática que se arrastra automáticamente a las niñeces trans, en donde la sociedad toda les inserta esta ansiedad y miedo de pensar que la libertad que tienen hoy con sus cuerpos en algún momento de su desarrollo será negada".

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Según Giovi les niñes comienzan a cuestionarse cuáles son las formas y posibilidades de poder seguir realizando los deportes y juegos de verano que hoy en día disfrutan, entendiendo que crecer y desarrollarse viene a quitarles derechos y libertades. "Las ansiedades y preguntas constantes de si deberán usar hormonas o no, si deberán operarse o no, interfiriendo automáticamente con el goce de la niñez, es una violencia sistemática que ejerce toda una sociedad cuando habilita los espacios solamente para algunas corporalidades y para otras no", recalca.

El activista resalta que para las masculinidades trans es un riesgo exponerse ante un cambiador, indistintamente a que sea en un espacio público o privado, por las cuotas de violencia aún presentes. "Los varones trans somos uno de los colectivos menos visibiles dentro de la diversidad sexual, y más allá que fuimos ganando nuestro espacio y ocupando lugares, nos ven con barba y tetas y nos siguen preguntando qué somos".

Pero frente a este panorama es que surgen las respuestas desde el activismo. En este sentido, desde la Asociación Civil Varones Trans y No Binaries de Santa Fe, en conjunto con la Secretaría de Deporte de la Municipalidad de Rosario, una de las ciudades en las que tiene coordinación la organización, trabajan en un programa para que las personas trans puedan acceder a las piletas municipales, brindando capacitaciones en género y diversidad sexual y facilitándoles un carnet de manera gratuita.

Mujer trans posa en un retrato con una remera de fútbol de Argentina
Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

Nocturnidad

En cuanto a los espacios nocturnos, una de las primeras barreras tiene que ver con las condiciones en las que funcionan estos locales y el poco control que se ejerce sobre los mismos. Giovi relata que no es nada nuevo encontrarse con bares y boliches que aún siguen estando habilitados con baños sin puertas, y todo lo que ello implica para un varón trans en un espacio donde expone su cuerpo frente a otras masculinidades.

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El coordinador por Santa Fe de la Asociación de Varones Trans evalúa que "la división por género en los baños de los bares y en las filas de los boliches para el ingreso, son algunas de las razones por las cuales no podemos hablar de igualdad". Y es que exponer un documento que aveces no refleja la identidad de quien lo porta, se torna una barrera de exclusión al pensar en ir a espacios nocturnos, donde no pocas veces nos es vetado el acceso por nuestra apariencia a través de excusas secundarias.

Construir futuro para la libertad de todes

Según Novello pensar en un cambio social es lo único que puede asegurarnos estar "a salvo" de las miradas y las violencias, y hace hincapié en la Educación Sexual Integral (ESI) como punto de partida. Para Giovi la clave está en que las niñeces puedan "crecer sabiendo que existen distintos tipos de corporalidades, que ser cis no es la única forma de poder habitar el mundo".

Pero para ello señala que es necesario pensar en la ESI como compromiso colectivo, "para que las niñeces trans no tengan miedo de crecer, para que a nosotros, los adultos, no nos duela tanto el reflejo".

El cantante de Vomitan Glitter también a punta a pensar en campañas de visibilización, "en publicidades con varones con tetas, con varones con binders" para romper con el prejuicio y comenzar a pensar en todas las masculinidades.

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"Es real que a quienes crecimos con una mirada binaria que nos ha invalidado toda una vida nos cuesta, nos cuesta sacarnos la remera, nos cuesta disfrutar del verano", reconoce Giovi. "Pero aún estamos a tiempo de no sentirnos en la obligatoriedad de tener que llegar a estar operados para saber cuál es la sensación de que el sol te de en el pecho, porque hay algo de lo que podemos estar seguros, y es que el verano no debería ser un privilegio cis".