¿Qué implica la transición? ¿Qué desafíos se presentan en la crianza de un niño trans? Algunas respuestas de parte de una organización que nuclea a más de 190 niñes, jóvenes y adultes trans de toda la provincia de Santa Fe. En la capital funciona desde 2021 y en Periódicas te contamos su historia.
En 2018 nació en la ciudad de Rosario una organización que buscaba visibilizar las existencias transmasculinas. Era un momento en el cual, cuando hablábamos de personas trans, todas las referencias eran tocantes a las mujeres trans y las travestis.
Frente a esa invisibilidad dentro del propio colectivo, Santiago Quizamas, quien hoy es el presidente de la organización, logró ir reuniendo a pibes que tenían ganas de formar un nuevo espacio: Varones Trans y No Binaries Santa Fe.
La organización fue extendiéndose por toda la provincia, lo que dio cuenta de una necesidad de encuentro que estaba latente, pero también de la ausencia clara de herramientas estatales para dar respuestas a las necesidades de los varones trans y, en particular, de las niñeces trans.
En 2021, ya en carácter de Asociación, Varones llegó a Santa Fe capital, de la mano de un referente local. Giovi Novello tiene 27 años, nació en la ciudad de Santa Fe y es activista por las niñeces trans. Relata que llegó al espacio buscando información. "Aún no había transicionado y llego a las redes sociales de ellos. Empezó a ser un espacio de contención a la distancia porque eran las únicas personas que yo conocía que eran varones trans y que a la vez me brindaban un montón de información sobre las formas seguras de fajarme", comienza diciendo el joven.
De buenas a primeras Giovi explica algo que es una problemática recurrente para las masculinidades trans y no binaries: fajar el pecho para aplanarlo. "Yo venía de toda una vida entera fajándome con lo que encontraba y ahí veo la existencia de los binders", cuenta Novello.
Según explican desde la organización, un binder es una prenda para comprimir el pecho de forma segura, evitando la falta de aire, hematomas, cambios en la piel u otras complicaciones físicas que pueden ocasionar las fajas caseras. Varones Trans cuenta con un espacio cooperativo de producción que se dedica a la fabricación de estas prendas para que nadie más se exponga a los peligros del fajado casero, y esa fue la conexión con el ahora coordinador del grupo en Santa Fe.
"Cada vez que podía pegarme un viaje hasta allá iba, para que me ayuden un poco a poder vivir la vida que sentía que tenía que estar viviendo y no lo estaba haciendo", continúa relatando el militante.
Lo colectivo como única alternativa
A partir de allí el lazo del militante con la organización fue fortaleciéndose, pero cada regreso a Santa Fe era caer en cuenta de que las existencias trans, en la mayoría de los casos, se transitan en una enorme soledad. Aunque Giovi estaba dispuesto a torcer eso.
"Me daba cuenta que cuando la lucha era colectiva para mi era mucho más fácil. Yo cuando estaba en Rosario entre un montón de varones trans podía salir a la calle y que me traten con pronombres masculinos, sentirme seguro, y acá no encontraba eso. Acá tenía miedo. Y empezaba a entender esto de que si no era colectivo lo que yo tenía que hacer no podía ser de otra manera", recuerda.
El muchacho empezó a interiorizarse sobre la existencia de espacios militantes en su ciudad, pero se encontraba con la misma constante: la invisibilidad de los varones trans. "Con todos lo que hablaba me decían que se sentían solos, que necesitaban esa compañía, y así nos empezamos a reunir de a poco. No teníamos un lugar para juntarnos así que empezamos a hacerlo en plazas, a charlar, a contar las cosas que nos iban pasando".
El músico local cuenta que la grupalidad fue pasando y, mientras sucedía, otras cuestiones profundas comenzaban a hacerse cada vez más claras: "Los primeros encuentros yo los describiría hasta con ternura porque estábamos todos tímidos, ninguno se animaba mucho a ser el primero en romper ese hielo de hablar y contar por qué estaba ahí, entonces directamente hacíamos una especie de juegos en los que nos íbamos haciendo preguntas y al que le tocaba le tocaba. Eso fue rompiendo un poco el hielo de contarnos nuestras vivencias, nuestras experiencias de vida".
Y ahí aparecía una constante que cambiaría luego los ejes de organización para ampliarlos mucho más: "Siempre todo recaía en nuestras infancias. Y yo pensaba todo el tiempo cómo puede ser que estemos acá un grupo de jóvenes y de adultos y que todos recaemos siempre en nuestras infancias, en esa nostalgia de no poder volver el tiempo atrás o de no habitar nuestras niñeces desde otro lugar, y cómo puede ser entonces que este espacio entonces no esté habitado por niñes, si obviamente que hay un montón de niñes a les que les debe estar pasando lo que nos pasó a nosotres", señala Novello.
Entonces, habiéndose convertido en referente del nuevo espacio, Giovi comenzó a buscar alternativas para hacer que éste sea habitado por infancias. Pero para eso juntarse en plazas ya no era viable, así que se reunió con las funcionarias de la Dirección de Mujeres y Disidencias, Soledad Artigas y Florencia Costa, y comenzaron a encontrarse en los galpones detrás de la Terminal de Ómnibus todos los martes.
"Ahí automáticamente desbordamos de familias que llegaban a decirnos que necesitaban ese lugar y que querían ser escuchades. Ahí se desbordó todo y ahora somos un millón", cuenta. "Cuando se empezaron a acercar los niños, el grupo de los más chiquitos de cinco, seis, para mí fue totalmente reparador porque yo podía sentarme, escucharlos, abrazarlos y contarles que lo que les pasaba no les pasaba solo a ellos. Que no estaban solos, que lo que estaban viviendo era hermoso, que iban a estar acompañados y que siempre iba a ver alguien al lado que los iba a querer. Que era básicamente lo que me hubiera gustado a mi que me digan. Y yo podía hacerlo, podía ver el cambio y cómo crecían y puedo verlos cada martes más empoderados, con más herramientas y muy resolutivos con todo lo que les pasa, abrazando sus transiciones de maneras muy hermosas, no atravesadas por el miedo, y eso es muy importante. Así que fue reparador y hermoso", relata emocionado.
El espacio que Novello había pensado rápidamente se convirtió en un espacio para acompañar niñeces. Y quienes tomaron la delantera a penas pisaron las reuniones fueron quienes componen el grupo de Xadres, como les gusta llamarse.
Esta grupalidad fue armándose casi de manera tangencial durante los encuentros entre los niños y jóvenes. Y acompañados por una psicóloga, María Susana Alasia, el grupo se convirtió también en un espacio de escucha para quienes crían, donde no tardaron en hacerse nuevos lazos.
Para conocerles y compartir su experiencia, Periódicas se acercó a una de las reuniones, y conversó con cinco mamás de niños trans.
Sabrina y Luca
Sabrina René es la madre vanguardia del grupo. Es la mamá de Luca, un niño trans de 5 años, con el que viven en el sudoeste de la ciudad. Sabrina, que es comerciante y dueña de una tienda holística, cuenta que llegaron a la asociación a través de quien fue el psicólogo de Luca.
Durante 2021, cuando comenzó la transición del pequeño, Federico André fue la primera parada en la ruta que los iba a llevar hasta Giovi. "De antemano nos dijo que no necesitábamos terapia así que nos hizo un acompañamiento. Se puso a averiguar dónde podíamos encontrar guía, más allá de un profesional, y ahí conoce a Giovi, nos contacta con él y con la organización", comenta la mujer.
A partir de allí tuvieron contacto telefónico cotidiano con el referente, que iba esclareciendo dudas y minimizando miedos. La mujer de 34 años cuenta que, sin decirle al papá de Luca, le envió un mensaje a Gio y le dijo que le urgía que se conozcan. El papa del niño era quien mas estaba atravesado por miedos, así que fue toda una sorpresa cuando el referente llegó al hogar de Sabrina.
"Cayó Giovi con toda su dulzura, nos sentamos a hablar, tomamos unos mates y Luca lo amó desde el primer momento. Y ahí empezaba esta idea de encontrarnos los papás", relata.
Con respecto a lo que significó para la vida del niño, Sabrina comenta que la vida de Luca cambió exponencialmente, que si bien "en casa nunca tuvo miedo de decirnos nada y siempre se manejó con libertad y nos fue expresando todo, al encontrar a más chicos con los que poder compartir lo que a él le pasaba, chicos de su edad o chicos más grandes, fue como conocer un mundo nuevo, que lo llenó totalmente de una tranquilidad de que es por acá todo. Luca cambió muchísimo, porque encontró pares con los que compartir lo que a él le pasaba adentro", dice muy emocionada.
Fabia y Nahiel
Fabia es emprendedora. Llegó a Santa Fe para estudiar hace 18 años y conformó una familia con un esposo y dos hijos. Uno de ellos es Nahiel, un niño trans de 5 años.
Sobre como comenzó la transición de su hijo, Fabia menciona que "fue de un día para el otro. Un día a los 4 me pidió hacer fútbol y lo anoté. El año pasado en noviembre empezó con que se sentía nene, que en su mente era un nene, y después empezó a pedir que se quería poner ropa de nene, que no tenía de su talle y fue todo un tema, fue todo a las corridas", dice hoy entre risas.
La mujer relata que todo fue avanzando con naturalidad hasta que un día el niño le expresó que quería dar un paso más, "quería tener nombre de nene". "'Bueno, pensalo', le dije yo. 'Me quiero llamar Nahiel', me dijo. '¿Lo escuchaste en algún lado?' le dije, porque yo no sabía si era de nena o de nene. 'No', me contestó, 'pero me gusta ese nombre'. Le dije que no sabía si era de nene, 'para mi es de nene y a mi me gusta'".
A partir de la elección del nombre, Fabia comenzó a buscar mas información. Le comentó a un amigo que le dijo que en un grupo de lectura al que asistía había un varón trans y que le iba a preguntar. Y así se hizo el nexo con Gio.
"Le mandé un mensaje y Giovi ya empezó a decirme todo lo que necesitaba escuchar", relata. Esa misma semana se acercaron a la primera reunión de familias y Fabia evacuó sus preocupaciones. "Planteé la situación; mi miedo era que fuera algo transitorio y de equivocarme como madre. Pero después que escuche a los otros padres y que escuche a Santi, que me hizo llorar con lo que me dijo, yo ese día vine y hablé tratándolo de 'ella', en ningún momento lo traté en masculino, y salí de ahí y le dije al padre 'a partir de ahora es Nahiel y hagamos el proceso con el' y fue así", recuerda Fabia.
Sobre la experiencia para Nahiel, la mujer, oriunda del interior de la provincia, dice que "él flasheo en el grupo. Yo le explique que había otros chicos como él. Supongo que habrá sentido que era el único, y ahora le encantan los encuentros. Es como que al ver que hay otros chicos y más grandes dice '¿cómo, pero todos son chicos trans?' y se queda como asombrado al principio, y con Giovi... es como su referente en todo".
Fabia también relata que una de las claves como madre de un niño trans es el acceso a la información. "Cuando me exigió que en la escuela quería que lo llamaran por su nombre hable con Giovi. Él me dijo 'esta la ley, vos tenés que ir, lo tienen que respetar'".
Al igual que gran parte de la población, Fabia desconocía el alcance de la ley 26.743 de Identidad de Género, que en su artículo 12 legisla que "deberá respetarse la identidad de género adoptada por las personas, en especial por niñas, niños y adolescentes, que utilicen un nombre de pila distinto al consignado en su documento nacional de identidad. A su solo requerimiento, el nombre de pila adoptado deberá ser utilizado para la citación, registro, legajo, llamado y cualquier otra gestión o servicio, tanto en los ámbitos públicos como privados".
La madre de Nahiel remarca que "no sabía que era tan fácil, que tenían que respetar el nombre autopercibido. Pensé que me iban a hacer problema, pero hasta ahora en ningún lugar tuvimos problemas. Ni en la obra social, ni en el grupo de la colonia, ni en fútbol".
Y recalca la importancia de lo grupal: "Estuvo bueno porque tuve la suerte que, ni bien empezó la transición, encontré este grupo, sino hubiese andado de acá para allá sin saber qué hacer, y a lo mejor equivocándome en un montón de cosas, pero enseguida me encaminé".
Natalia y Valentín
Natalia es la mamá de Valen, un niño trans de 12 años. La mujer cuenta que Valentín expresó la incomodidad con la identidad que le asignaron cuando nació durante la primera parte de la pandemia, en 2020.
"Lo primero que hice fue abrazarlo y decirle que íbamos a buscar una psicóloga para que le ayudara a entender qué era lo que sentía, y ahí empezó un poco el camino. Él ya venía con que quería cortarse el pelo ese mismo año. Y un poco peleábamos con su papá por este tema, por el corte de pelo muy corto, y cosas así", relata Natalia.
Después de una serie de visitas a la psicóloga, la mujer confirmó lo que ya era evidente: que Valen era un niño trans. Y remarcó mucho el hecho positivo de que lo pudiera expresar a tan corta edad. A partir de allí, para Valentín y para Natalia vinieron toda una serie de cambios: de colegio -porque iba a uno privado-, de cabello, de ropa.
Algunas conversaciones con el papá de Valen también fueron necesarias en el camino: "A mi marido le costó un montón el tema de nombrarlo como él quería. Ahora ya es Valentín", cuenta la mujer.
En ese camino Natalia remarca que entrar al grupo "fue fantástico, porque ves que todas las personas que están en el grupo pasan por lo mismo que pasas vos. Las mismas situaciones diarias o de dudas o de todo lo que atraviesa todo esto".
La mujer remarca que conocieron a la organización por Instagram buscando un binder y desde ahí la contactaron con Giovi. "Creo que en octubre o noviembre empezamos a venir y Valentín hizo un cambio muy positivo respecto de que había otros chicos como él".
Sobre los desafíos con los que se encuentran, Natalia dispara que "seguimos peleando con un montón de cosas". Una de ellas es el documento de identidad de Valen. "Empezamos en el Registro Civil todo lo que es el trámite de rectificación de la partida de nacimiento, pero bueno, me enteré ahora que si no tiene un abogado de por medio no te lo dan", comenta.
En el momento en que se acercaron a iniciar el trámite nadie en el Registro Civil local le había mencionado esto, y perdieron meses vitales en avanzar en la rectificación de los datos registrales de su hijo, lo que no es algo menor, pues se trata nada menos que de la identidad.
La organización Varones Trans y No Binaries cuenta con una abogada que va a acompañarlos durante el proceso, para que por fin Valen y su mamá puedan tener la tranquilidad de que nunca más van a presentarse con un documento que no lo identifica. "En esa lucha fue priorizar que se encamine primero todo lo que a él lo haga feliz, ya sea la parte social o la médica. Y el resto importaba muy poco", concluye.
Silvina y Danilo
"Yo soy Silvina, la mamá de Danilo. Tengo 51 años y soy de barrio San Martín". comienza diciendo Silvi, como la conocen mejor en el grupo.
Danilo es un nene trans de 13 años. A los diez empezó su transición con una decisión muy concreta: sentó a toda su familia y les dijo que él no se sentía cómodo con su cuerpo, que se sentía raro, que no sabía cómo expresarlo, pero que sentía que era un varón, que no era una nena, que quería que lo aceptaran así y cambiarse el nombre. Y paso a ser Danilo para siempre.
Silvi relata que ella ya se había dado cuenta "mucho tiempo antes, porque no le gustaba vestirse como nena, las colitas las odiaba, y ahí empecé a notarlo. Pero quería que él me dijera lo que estaba pasando. No quería avanzar yo porque no sabía como él lo iba a tomar".
Después de esa conversación todo fluyó muy bien y comenzaron a buscar la mayor cantidad de información posible. Así dieron con Esteban Paulón, reconocido militante LGBT y ex subsecretario de políticas de Diversidad Sexual de la provincia de Santa Fe. A través de Esteban llegaron a Giovi, después de haber iniciado también un largo recorrido en la búsqueda de profesionales que atendieran la salud integral de Danilo y las necesidades propias de un preadolescente trans.
En esa búsqueda, Silvina fue la punta de lanza para que muchos profesionales de la salud especializados en niñeces tuvieran que revisar sus bases formativas para proveer una salud accesible y de calidad a Dani. En pocas palabras, Silvina iba enseñándole a los médicos cómo atender a su hijo. "Se fue haciendo toda una cadena entre los médicos y fuimos creciendo y aprendiendo nosotros a la par de él", relata.
Sobre la experiencia en el grupo, la mujer cuenta que "fue buenísimo porque Danilo cambió muchísimo, inclusive se está dando con más gente, los chicos lo siguen e hizo muchas amistades, y también por las redes se está animando más".
Para Dani, como para muchos niños y jóvenes trans, la cotidianeidad se torna un desafío, sobre todo en aquellos espacios donde siguen excluyendo a las personas trans, como suelen ser, por ejemplo, los espacios educativos. "Por ahí se aísla porque se siente atacado, como en la escuela, que le hacían bullying. Tenía solo dos amigos y los demás le hacían bullying", cuenta Silvi.
Y expone la inoperancia de educadores y educadoras y de las instituciones educativas para acompañar a niños trans. "Fue una experiencia muy fea, porque las maestras tampoco le daban bolilla. Él les contaba lo que le decían los chicos, y con la promesa de que ya iban a hablarlo, nunca hicieron nada. Él se fue con esa mala imagen de la primaria", relata.
Pero la grupalidad y el acompañamiento de toda su familia ayudaron mucho a fortalecer la confianza de Dani, que ahora se prepara para otro desafío: la escuela secundaria. "Los chicos lo toman de otra manera, pero a veces los padres influyen mucho en eso y no sé... yo espero que él se sienta bien, cómodo, y si no veremos que es lo que podemos hacer. Para que el mundo sea más seguro para las niñeces trans hay que cambiar la mentalidad de la gente. Hay gente que todavía no entiende o no quiere entender", concluye.
Andrea y Pablo
Andrea es la mamá de Pablo, de 9 años. Junto a su familia viven en la localidad de Colastiné. "Pablo desde chiquito ya manifestaba su identidad. A él no le gustaba usar colitas, ni ropa de nena, le gustaba siempre jugar con autitos, siempre con el grupo de varones. En la guardería no se juntaba con el grupo de nenas, no le gustaban las muñecas, ni que le ponga hebillitas, polleritas, nada. Siempre con ropa oscura, pantalones y la cola atada baja. Fue creciendo y a los 5 años pudo poner en palabras lo que el sentía y lo dijo: 'yo no soy nena, soy un varón y no quiero que me llamen mas con nombre de nena'", dispara Andrea.
A partir de allí el derrotero fue el similar al de otros niños trans: la visita a un especialista de salud mental, las dudas de que fuera solamente un deseo transitorio y la búsqueda de información. "Nos informamos un poco y como papás aceptamos que esto era así, que era un varón. Y transicionamos todos juntos. Para los papás se vive como un duelo. De a poco fue haciendo los cambios, los hicimos todos juntos. También cambiándole la ropa, la ropa interior, el corte de pelo, y nos preparamos para trabajar con otros papás en la escuela", relata la mujer de 51 años.
Andre identifica como un claro desafío el hecho de que hay que lidiar con que no todos los contextos son amables, y es necesario tener esta idea presente para evitar las frustraciones. "Como papás nos toca acompañarlos, transicionar nosotros en nuestro duelo y entender que nos vamos a enfrentar a estas cuestiones. Es un día a día, conocer a una persona nueva, amarlo como es", remarca.
Hoy Pablo ya tiene su DNI, por lo que no tuvieron mayores dificultades. El año pasado encontraron la asociacion de Varones Trans por otra mamá. Andrea relata que en una de las visitas al servicio de endocrinología en el Hospital de Niños conocieron a Silvi, la mamá de Danilo que fue quien le comentó de la existencia de la organización.
Respecto al impacto que tuvo en sus vidas encontrarse con los compañeros de Varones, Andrea menciona que para Pablo fue sentirse "acompañado con sus pares, porque creo que a muchos les debe pasar lo mismo, de creer que son raros, que son los únicos. Entonces cuando se encuentran con sus pares y ven que hay otros chicos con las mismas realidades se sienten mejor, tranquilos, acompañados".
Pero esa sensación de tranquilidad no solo es para los niños. "Los papás también nos acompañamos entre nosotros y vemos que todas las realidades que hemos ido transitando son parecidas. Eso nos reconforta y nos hace sentir contenidos", finaliza Andrea.
El grupo local de Varones Trans y No Binaries de Santa Fe se reúne todos los martes, a las 16, en el espacio de la Dirección de Mujeres y Disidencias de la Municipalidad de Santa Fe, en los galpones detrás de la terminal y es un espacio abierto para xadres, familias y niñeces trans.
Las familias también pueden contactarse con la organización a través de su cuenta en Instagram.
Acompañar para la libertad
Consultados sobre qué le dirían a otras familias que comienzan a acompañar a sus hijes trans, todes les xadres coinciden con Giovi en un mismo punto: acompañar. "No es fácil quizás porque no tienen la información, porque hay muchas cosas invisibilizadas, muchas cosas que no se hablan. Pero lo único que tienen que hacer es escuchar lo que está pasando", remarca Novello.
"Creo que escuchar a tus hijos es gratis y la respuesta la van a tener ellos. Ellos van a ir diciéndote lo que necesitan y probablemente lo único que necesiten sea el cariño y el sentirse seguros. Porque muchas veces es eso, el tener miedo porque la sociedad no está preparada, porque los jardines no están preparados, porque las escuelas no están preparadas, porque los centros de salud no están preparados y ahí está la importancia de que los padres también lo militen. Y que los padres demuestren que, si es necesario, por vos van a salir a ponerle el pecho a las balas", agrega.
Y es que efectivamente el acompañamiento siempre es en una clave de validación, de reconocimiento y de cuidado. "Y que mejor que eso ¿no? Que alguien te demuestre que va a estar siempre firme para vos", finaliza el referente.
En la tarea de acompañar la que tiene claridad superior es Sabrina, la pionera del grupo, mamá de Luca, que insta a otros padres diciéndo "que el camino no es fácil. Pero se puede, siempre y cuando el amor sea la base y la libertad sea el impulso".
Escribe. Se especializa en la temática trans-travesti y las notas viscerales.