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Cuentos de navidades travestis: Alejandra FG

Relatos en primera persona de las festividades de fin de año en voces trans y travestis. En esta oportunidad, Alejandra se comparte con nosotres.

Autora: Gise Curioni

Mientras vivía con la familia acá en Santa Fe, hasta el año 96, la navidad era con ellos. Era chica en ese momento. La pasábamos en la casa de mi mamá, siempre. Pero después de que me fui, ya no. Siempre trabajando. No había navidad, feliz año nuevo, no había cumpleaños, nada. Mientras estuve en Buenos Aires nos juntábamos con las compañeras en Confusión -un boliche de Palermo-, pero ese también era un espacio de trabajo. Era donde nosotras sacábamos los clientes y nos íbamos al hotel y donde ‘hacíamos copas’ con los clientes.

Nos encontrábamos, sí, para las navidades, brindábamos, tomábamos algo, pero estábamos todo el tiempo pendientes de que el cliente no salga al hotel y olvídate, no estábamos ni ahí. Además estos días eran los que más se trabajaba: sabes que el cliente te va a hacer regalos, te va a pagar el doble o el triple de lo que te paga. Porque a todos le entra ese amor de la navidad y blah, un loco.

Barcelona

Cuando me fui a España, que empecé a trabajar allá en Barcelona, menos aún. Para mí era un día más. Me iba a las 10 de la noche, estaba hasta las 12. Después de trabajar comía algo normal, lo que hacía siempre, o tomaba algo, depende el clima. Me quedaba en un bar, o en algún lado a tomar algo y hacía tiempo para irme a trabajar otra vez. Nunca nos juntábamos con las amigas porque las compañeras también iban a trabajar y tampoco celebraban. Todas estábamos en la misma.

Para la comunidad trans en general, y para las que teníamos que estar trabajando, no existía ni navidad ni nada. Porque al estar lejos de la familia, los afectos, esas cosas ya no tienen sentido. Los cumpleaños creo que ya ni sabía cuántos años cumplía, porque cada vez que venía un cumpleaños mío, de acá de Argentina nadie me llamaba y de allá nadie sabía cuándo, porque la gente que conocí allá difícilmente teníamos una relación de amistad así como para juntarnos.

Comenzamos a lo último a reunirnos con un grupo de argentinas. La Carla, la Silvana, la mayoría chicas de Rosario que me hice amiga casi al final. Nos habíamos conocido en un departamento trabajando y de ahí nos empezamos a juntar en Barcelona.

Nos reuníamos, por ejemplo, los domingos a tomar una cerveza y comer sándwiches; siempre a la tardecita antes de irnos a trabajar. Nos juntábamos a charlar, a recordar, todas nostálgicas de Argentina y a cagarnos de risa. Pero las navidades no, cero, nada, no existieron para nosotras.

Noche de paz, noche de amor

Si estaba en pareja dejaba de trabajar. No es que me han cortado ellos el trabajo, sino que yo no podía. Por eso las veces que me he dedicado fuerte a trabajar no me he relacionado en pareja con nadie. Y lo máximo que he hecho es un touch & go y listo. Sino cuando ya empezaban con “podemos salir un día” o que ya te llamaban seguido para ir de paseo o al cine yo les cortaba el rostro porque yo sabía que si me enganchaba con alguno el trabajo para mí era una tortura. Porque cada vez que tenía que salir y estar con los tipos estaba todo el tiempo creándome un cargo de conciencia de estar con un cliente y teniendo una pareja. Entonces me costaba muchísimo.

Con Néstor ni en sueños trabajar, tendría que directamente separarme. Con Sergio me pasaba lo mismo. Fue mi primera pareja que vivía en Buenos Aires y se ponía malísimamente mal. Así que tuve que dejar y aguantarme con lo que podíamos vivir. Cada vez que iba al supermercado las monedas que me sobraban, juntaba para comprarme un maquillaje o algo. Elegí dejar el trabajo y tener mi plata por estar con la pareja. Con Esteban, que es del que enviudé, pasó lo mismo. Lo conocí como cliente y como quería sacarme de la calle empezó a darme como un sueldo, pero bueno, tampoco alcanzaba. Él también entendía que poco a poco yo iba a ir dejando, que no iba a ser tan de golpe porque yo necesitaba el dinero y él no tenía para dármelo.

Con las demás parejas que tuve, en navidad me iba a trabajar o me escapaba siempre. Tenía otra mentalidad,  pensaba únicamente en juntar plata lo más rápido que pueda para terminar de pagar mi casa, mi terreno, y estaba muy ida de muchas cosas por eso.

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El primer arbolito

Casualmente este año es el primero que armo el arbolito. Nunca lo había armado yo, sólo cuando estaba en familia, cuando era más chica. Pero después nunca. Ni siquiera cuando me vine a Argentina. Este año le dije a mi marido "quiero armar el arbolito", así que compramos uno y lo armamos. Pero ahora es distinto, estoy con mi pareja, somos una familia, tenemos una vida. Y esta navidad va a ser diferente también porque mi esposo acordó juntarse con compañeros de trabajo acá en casa, así que este 24 vamos a estar con amigos. Vienen los compañeros de trabajo con sus parejas, sus hijos. Y mi mamá, que se viene a estar conmigo.

La navidad es algo que ya tenía totalmente perdido, era un día más. Mi esposo es el de los festejos: cumpleaños, navidad. Una semana antes ya empieza a hablarte de “qué vamos a comprar para esto, qué vamos a hacer para lo otro” y todo ese teje. Y como yo no le doy bola no me doy cuenta que los demás sí. Este año voy a tratar de ser menos fría, por así decirlo, con estas fechas. Por los demás, que no tienen la culpa de que a mí no me interese.

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Autora: Alejandra, mujer trans y sobreviviente. Entrevista realizada
por Victoria Stéfano.