Cuánto nos llevó, o aún nos lleva, descubrir lo que nos gusta. Descubrir nuestro cuerpo, lo que desea, necesita o disfruta. ¿Por qué generaciones enteras relegaron el autoplacer? ¿El compromiso y el goce pueden ir de la mano? Hagamos un recorrido, ¿dónde nos lleva? Ese camino nos puede deparar algunas sorpresas que, con suerte, tendrán un final placentero.
Hace poco terminé de leer el libro “Comer y coger sin culpas”, de María del Mar Ramón. En esas páginas, la autora narra sus experiencias personales con el sexo y el cuerpo. Con el correr de la lectura, me fui dando cuenta de todas aquellas veces en las que cogí sólo por coger, porque “ya que estamos”, muchas incluso sin tener nada de ganas… en las que no privilegié mi placer sino sólo el del compañero (de turno o pareja). Se me vinieron a la cabeza algunas de las tantas veces en que mentí y, cual Meg Ryan ante Billy Cristal en ese bar de la película, hice algunos sonidos que imitaban a lo que se supone es el de un orgasmo y que ahora me hacen reír un poco. Pero también, para qué negarlo, me hacen sentir un poco de lástima hacia mí misma. Con qué necesidad ese altruismo de quedarme sin nada y entregarlo todo, si la relación -el acto sexual- era de a dos. ¿Por qué yo consideraba que no merecía ese mismo final que me dejara liviana y medio en el limbo y el otro sí? Tan solidaria no era. Era más bien boluda. Era no decir qué me gustaba o qué no, o por dónde iba la cosa -la mano, la lengua, el cuerpo- para regalarnos y regalar una experiencia más linda y, sobre todo, más placentera. Si de eso se trata esa unión, ya sea constante o extraordinaria. Afortunadamente, lo aprendí con los años y, como dice la publicidad, ¡realmente funciona!
Dice la leyenda (?) que el Día Internacional del Orgasmo Femenino tiene su origen en Brasil. En 2006, el concejal de Esperantina Arimateio Dantas propuso que el 8 de agosto sea una jornada destinada a que los maridos brinden placer sexual a sus esposas. Ajá. Aparentemente, la fecha trascendió a nuestro vecino país y en la actualidad en Noruega es feriado y en Dinamarca es obligatorio; esto quiere decir que el hombre que no cumple con darle un orgasmo a su pareja mujer es multado con un año de abstinencia vigilada por una mujer policía ¿No será mucho?
Lo cierto -si es que todo esto es cierto-, es que en ningún momento se menciona la posibilidad de que el orgasmo femenino pueda prescindir de la presencia de un hombre. Ni se dice que puede estar proporcionado por otra mujer. Tampoco se habla de sus beneficios en la psiquis y el cuerpo. Aprendimos a hacer tantas cosas solas, claramente, a darnos orgasmos también. Por eso, me interesa dejar de lado el recuerdo de esas noches en las que por un abrazo y un poco de compañía accedí a quedarme en bolas con alguno que no tenía mucha idea ni ganas de cómo regalarme esos segundos hermosos que, generalmente y si la cosa va bien, son la culminación de unos buenos minutos de intercambio.
¿Compromiso y goce pueden ir de la mano? ¡Claro! Comprometernos con nuestro goce, intelectual o físico, es una tarea que nos cuesta mucho asumir, por vergüenza o por no lastimar a un otre. Pero sucede que terminamos frustrándonos. No es la idea hablar solamente de una experiencia personal, por eso, recurro a lo que una profesional puede decirnos sobre aprender a conocer qué nos gusta, cómo nos gusta, con quién nos gusta y los beneficios que eso trae para nuestro desarrollo personal. Incluso si al interrogante del quién la respuesta es una misma.
Hablemos del orgasmo
La psicóloga y sexóloga Victoria Güemes dialogó con Periódicas para despejar algunas dudas sobre este querido amigo que parece volver de un largo viaje y que esperamos con ganas, llenas de ansias y expectativas. De acuerdo con la profesional, “el orgasmo es una etapa o fase en el acto sexual, que tanto en el hombre como en la mujer es la respuesta a un estímulo. Coincide generalmente con una respuesta a la excitación, que es el aumento de la tensión sexual: el orgasmo es la liberación de esa tensión. No es algo físico solamente, es mental y neuronal, neuroemocional. Es una respuesta reflejo involuntaria, no podemos controlarlo”.
Aclara que no es "una condición para que las mujeres la pasemos bien o que toda actividad sexual deba terminar en orgasmo para que sea satisfactoria, y que si no ocurre vamos a quedar insatisfechas. Las mujeres tenemos una capacidad que es poder estar en un nivel alto de excitación, que se llama meseta, es un nivel estable que podemos sostener y estar muy bien sin llegar al orgasmo”. Sin embargo, explica, “otra cosa es cuando no hubo tiempo, no fue lo suficientemente estimulada, entonces no se llega a desencadenar el orgasmo. Llegar a él suele ser muchísimo más satisfactorio, libera tensión física, emocional y genera endorfinas y neurotransmisores que generan bienestar y la sensación de estar contentas”.
Genitales ocultos anatómica, social y culturalmente
Consultada sobre por qué las mujeres descubrimos tarde la masturbación, sostiene que "si pensamos en la diferencia de educación en cuanto al género, a los varones se les permite la exploración de su cuerpo durante los primeros meses de vida y a las mujeres se nos reta, se nos corre la mano o se nos dice que no hay que tocarnos. En la adolescencia el varón está habilitado a hablar de la paja mientras que la mujer no, lo que provoca una desventaja en cuanto al conocimiento del propio cuerpo, la propia fantasía y el propio deseo. Sumado a que las mujeres tenemos los genitales con menor accesibilidad a los hombres; el pene está externo y es más fácil conocerlo, mientras que la vagina no, genital de la mujer que está tapado y oculto, no sólo anatómica, sino social y culturalmente”.
Entonces, según la clara explicación de la sexóloga, pese a que comenzamos nuestra vida sexual a edades más o menos parecidas, las mujeres lo hacemos con distintas herramientas. Y ahí, en esa valijita de Juliana Exploradora, contamos con muchos menos recursos a la hora de reconocer y descubrir qué es lo que nos gusta y nos da placer.
A los varones se los habilita desde temprano a hacer lo que les plazca con sus cuerpos mientras que a nosotras, se nos llena de culpa, de miedos. Como dice Güemes, "llegamos a la edad de las primeras experiencias con un conocimiento anatómico, fisiológico y también con un proceso psicológico diferente. Así, nos encontramos con parejas heterosexuales en las que 'la experiencia' que se les atribuye a los hombres tiene muchas veces que ver más que nada con que conocen más su cuerpo y están más habilitados para hablar de estos temas. Las mujeres partimos de ese desconocimiento, muchas veces descubrimos el placer y el disfrute junto a la pareja; que es un proceso en el que muchas no gozamos del todo pero que sentimos que está bien así porque no conocemos otra forma o porque nos terminamos convenciendo que los hombres gozan más que nosotras”.
¿Qué ocurre en parejas de mujeres? "Muchas veces ninguna de las dos tuvo la oportunidad o habilitación para hablar de sus deseos. Obviamente, las generaciones cambian, pero las mujeres de más de 30 o 40, también cargaban con este tabú y este miedo; tenían muchas menos posibilidades de hablar, explorar de habilitarse en su deseo. Por lo que también es muy probable que se encuentren en relaciones en las que las dos siendo mujeres adultas van descubriendo juntas ese deseo. No es algo que está mal, pero muchas veces lleva a prácticas en las que no hay disfrute y hasta malestar”.
ESI, sí
Según Güemes, "es necesario que la Educación Sexual Integral (ESI) esté cargada de contenido científico actualizado, con valores que tengan que ver con los intereses de los menores y adolescentes. Gran parte de esta educación se basa en contenidos que tienen que ver con las emociones, con la inteligencia emocional, los afectos; la sexualidad es mucho más amplia que el sexo. La educación sexual es entendida como un todo, más allá de la genitalidad. Plantea la posibilidad de que las niñas se conozcan, exploren, conozcan sus genitales, puedan nombrarlos, a medida que crezcan se irán explicando aspectos que hacen a las relaciones interpersonales para cuidar su cuerpo y protegerse. Luego las relaciones sexuales".
Claramente, esas generaciones llegarán al primer encuentro sexual mucho más preparadas y lo más probable es que, en general, posterguen la edad de inicio porque le dan un valor al cuerpo que corresponde a su madurez. Estará más cuidado y consciente, "como un proceso al que llegarán con más información, educación, conocimiento de sí mismas, de su placer, de su disfrute y, por supuesto, de su orgasmo", afirma.
Para conocernos
El no conocernos hace que llevemos ciertas expectativas al encuentro sexual y que estemos más relegadas en el placer, “la pasé bien en la previa y listo, es esto”, ¿quién no lo pensó más de una vez?
La tele, ese aparatito bendito con sus mil y una escenas de lo que se supone que es gozar de un buen polvo nos hace creer que todo debe ser tremendo, la pose, los cuerpos, la ropa, las onomatopeyas, esos gritos salvajes… entonces, cuando no nos pasa, pensamos que estamos mal. Con la experiencia, dice la sexóloga, “empezamos a ver que llegar al orgasmo y pasarlo bien no siempre está vinculado a la penetración. Si es el meta y ponga lo que define un encuentro sexual -heterosexual- y no lo estamos disfrutando, es que está mal”.
“Entonces, cuando empezamos a descubrir la masturbación, porque alguien nos habla o porque estamos habilitadas a explorar nuestros cuerpos y nos damos cuenta que hay otras partes sensibles o eróticas que sean plausibles de disfrutar, nos podemos permitir en algún encuentro sexual hacer cosas que tienen que ver con nuestro disfrute y a llegar al orgasmo de otra manera. Sobre todo, porque fisiológicamente hombres y mujeres somos distintos, desde la cantidad de sangre, lubricación, vasocongestión”.
También existe una cuestión cultural, "habitualmente no nos conocemos demasiado y estamos acostumbradas a conocer la sexualidad desde el pene, el falocentrismo y coitocentrismo, ¿qué vamos a plantearnos más? Cuando empezamos ese conocimiento propio podemos ver que un encuentro sexual es más que los minutos de la penetración. Los tiempos para relajarnos y conectarnos con ese deseo son otros, necesitamos determinados estímulos en otras partes del cuerpo y que cuando estemos excitadas podamos recibir un estímulo en el clítoris para llegar al orgasmo.
Y atenti con este dato: “Las variaciones son infinitas, cuanto más nos conocemos, podemos saber qué nos gusta y qué nos genera placer. El punto es que si estamos buscando el orgasmo a través de la penetración, muchas veces lo que vamos a recibir es una frustración”.
El tabú de la paja (en las mujeres)
Si pensamos en que las mujeres tienen menos habilitaciones desde lo social y lo cultural para explorarse, para conocerse, para hablar, para nombrar, decir y pensar en su sexualidad; si entendemos que lo que no está dicho muchas veces no existe o no tenemos representaciones para pensarlo o reflexionar sobre ello, mucho menos reconocimiento vamos a tener al momento de llegar a una relación sexual. "Si sumamos a esto que no se habla o no se nombra, que a veces ni se piensa, eso significa desconectarnos de las propias sensaciones físicas desde muy chicas. De hecho, muchas veces comenzamos a conectar con las sensaciones del cuerpo cuando comenzamos a tener la menstruación o cuando no está", sostiene la profesional.
“Si tenemos en cuenta que venimos de todo este proceso, que al momento de llegar a un encuentro sexual contamos con mucha menos información, mucho menos tiempo compartido con nosotras mismas en cuanto a exploración, muchísimo menos de charlas con compañeras o con personas que nos hayan habilitado a hablar de estos temas, como sí los hombres, llegamos con menos experiencia que también da lugar a muchos supuestos, a muchas ideas y expectativas de lo que tiene que ser un encuentro sexual. A esto le sumamos la pornografía o los mensajes de los medios. No es que llegamos sin saber qué va a pasar, llegamos con ideas erróneas, miedos… a la suerte del que te toca o compañero o compañera que elegiste”, afirma.
El consejo: "Si alguien llega a la edad adulta sin haberse masturbado, las animaría a mirarse con un espejo, a sentarse en cuclillas y ver qué pasa; como hacemos cuando nos vamos a bañar, tocarse de todos los ángulos posibles. Ir de poco para que cuando estemos cómodas nos masturbemos o nos toquemos sin intención de masturbarnos para conocer el cuerpo".
¿Por qué es importante masturbarse y qué beneficios nos trae? Al respecto, sostiene que "son muchos y tienen que ver con cuestiones fisiológicas y médicas. En lo referido específicamente a la sexualidad, la pareja y el orgasmo, la masturbación tiene como principal beneficio poder conocernos y saber lo que queremos, lo que nos gusta. Conocer nuestros ritmos y saber que no todos los días estamos iguales; entender que a veces necesitamos un tipo de estimulación y otras veces otra. Poder evaluarnos o registrar solas cómo influye la fantasía en nosotras, qué lugar ocupan, cuáles nos gustan, qué ideas necesitamos".
La paja, además de una descarga, "es lo que nos permite llegar solas a orgasmos sin necesitar de nadie y eso ya nos empodera. También, al saber qué nos gusta es más fácil para que al momento de estar con otra persona se lo podamos transmitir", sostiene pero deja en claro que "además de decirlo, hay que hacerlo: buscar posiciones, roces, que te toquen o tocarte durante la relación. Si una sabe llegar, se relaja mucho más al momento de una relación sexual porque no está pendiente de alcanzar el orgasmo o no, podemos disfrutar de todo lo otro que ocurre sin que se obsesione la pareja con ese punto".
Para redondear y no dejar dudas respecto al tema, asegura que "la mujer que se masturba tarde o temprano llega al orgasmo. No hay mujeres anorgámiscas, sino mujeres que no conocen cómo llegar a ello. Todos tenemos la capacidad de sentir orgasmos y las mujeres, en general, llegamos a través del estímulo del clítoris".
¿Por qué nos cuesta decir qué nos gusta?
“Eso tiene mucho que ver con el porno. Quién no vio o vivió la escena del tipo agarrando de las mechas a la mujer 'guiándola' hasta su entrepierna; el hombre pide y a veces actuamos esos roles o modelos que tuvimos. La mujer, al no saber qué la estimula no sabe exactamente qué decir. Pero cuando sabe, en ocasiones, les resulta pudoroso o les avergüenza decirle a la pareja qué quiere que haga. Esto no les pasa a todas, no generalicemos, a veces hay hombres y mujeres disponibles a escuchar. Si pensamos en una pareja empática, a medida que crece el vínculo o la madurez emocional, se está más disponible a escuchar y conocer en qué se puede estar fallando, porque está la confianza para preguntar”, asegura y advierte que, "en algunos casos, al no sentirse confiadas o habilitadas para hablar de sus necesidades, las mujeres terminan llegando solas al orgasmo mediante la masturbación por temor a plantearle estas cuestiones a sus parejas".
“Si tenés a alguien empático al lado, te va a ayudar a explorar tu sexualidad, pero si no lo es o fue criado -en el caso de los varones- en un contexto machista o se inició con prostitutas y espera un comportamiento semejante, la mujer no se anima a hablar, no porque no sepa, quizás porque cree que eso que sabe no es lo correcto o porque no lo puso mucho en práctica, no lo charló. Dentro de esta misma cultura machista en la que el hombre supuestamente sabe, te encontrás en una relación heterosexual, en la que te dijeron que la pasabas bien y que la posta era que te la pongan, que lo divertido es la penetración”.
El resultado: “Menos experiencias, más miedos, supuestos, que rellenamos con fantasías que nos dan una explicación de lo que será el encuentro sexual. Llegado a este punto nos encontramos con una pareja que, si es hombre va a intentar penetrar, porque eso es lo que hace: penetrar ante todo. La mayoría de las mujeres a lo mejor no disfrutamos de la penetración, básicamente por cómo son nuestros genitales, el clítoris está alejado de la entrada de la vagina y si durante el acto sexual no recibe un estímulo directo, no se desencadena el orgasmo”.
Para que entendamos: “Si el clítoris no está cerca -de la entrada de la vagina-, si la posición sexual que se usa no se estimula, lo más probable es que a esa mujer le cueste llegar más al orgasmo, lo que no quiere decir que no disfrute, ¡ojo!
Se le da demasiada importancia al falo y la penetración, cuando lo mas probable es que lleguemos a un orgasmo de otra manera. "Está naturalizado a nivel cultural, hablado e institucionalizado que todo pasa por 'falo' o el coito al momento de una relación sexual (ponerla, en criollo). Entonces, quienes no disfrutan de la penetración o no llegan así al orgasmo a veces piensan que tienen un problema, sobre todo si nos obsesionamos con que todo pasa por eso. También se cree que la masculinidad del hombre, su potencia y orientación pasa por mantener la erección y hacerla llegar a la mujer con su pene, pareciera que es la vía normal y la mejor. Luego, comenzamos a ver que no es así, que para la mayoría no es de esa forma, que el clítoris necesita otro estímulo". Entonces, un dato a tener en cuenta es que el sexo oral y que nos toquen, que nos toquemos, nos va a acercar definitivamente de mejor manera a quien homenajeamos en este día y, por sobre todo, poner de manifiesto nuestros deseos sin temores, buscando explorar (nos) solas o con otre sin culpas ni vergüenza.
A nuestros cuerpos con amor
La educación que muchas atravesamos en escuelas católicas nos llenó de culpa desde edades en las que no sabíamos que eso existía. Ante todo, y por las dudas, culpa. Entonces, el deseo y el placer se transformaron en motivo de vergüenza, de rareza, de hablar en voz baja. Si todas esas ideas no hubieran sido sembradas en nuestra cabezas, cuánto más podríamos haber disfrutado de nuestros cuerpos.
Cuando comenzamos ya de grandes, y en gran parte gracias al feminismo, a aprender que nuestros cuerpos son un todo cargados de deseo y ávidos de goce, caímos en la cuenta que nos podríamos haber ahorrado muchos traumas, haber vivido plenamente historias sin pensar en el qué dirán.Tampoco nos hubiéramos sometido a relaciones que no nos hacían bien, o convivido con la frustración y el miedo de decirle a la pareja de la vida o de la noche que la cosa no iba, que no nos satisfacía, que queríamos algo más, o algo menos. Si tan sólo pudiéramos haber empezado a conocer más temprano nuestro cuerpo, a darle amor, a escucharlo y llenarlo de placer, en compañía o soledad… ¡habríamos ahorrado tanto tiempo!
Pero no es tarde, nunca lo es para descubrir lo que nos gusta, cómo y con quién(es) ponerlo en práctica. Propongo que esta fecha sea tan solo una excusa para repensar y explorar nuestra sexualidad sin tabúes y que, solas o acompañadas, nos regalemos un buen momento. A gozar y ... ¡feliz día!
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