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El fallo de todas las travas

A dos años del fallo por el travesticidio de Diana Sacayán y en el marco del mes del orgullo y la Marcha Plurinacional "Basta de Travesticidios y Transfemicidios", repasamos junto a Luli Sanchez, abogada lesbiana y militante feminista, cómo fue el proceso que llevó al día histórico en que la justicia reconoció las violencias especificas hacia las travestis.

Autora: Gise Curioni

Amancay Diana Sacayán nació en Tucumán, el 31 de diciembre de 1975. Era descendiente Diaguita. Siendo una niña, migró a Buenos Aires con toda su familia y vivió en la localidad de Laferrere, partido de La Matanza, hasta el día de su asesinato el 11 de octubre de 2015.

Con 17 años comenzó su tránsito trava y toda la criminalización y las violencias institucionales dirigidas hacia las travestis por parte de las fuerzas de seguridad la atravesaron en carne propia. Rápidamente se formó como una fuerte defensora de los derechos humanos y se organizó en contra de esas vejaciones. Varias veces encarcelada por su identidad se acercó al Partido Comunista, espacio partidario de la "Comandanta" Lohana Berkins, donde proyectó varias medidas para parar la persecución que sufría su población. Era una férrea abolicionista de la prostitución y, como asesora de un legislador de su espacio político, impulsó proyectos para erradicar las contravenciones que perseguían a las personas en situación de prostitución y a las travestis.

Fundó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), desde donde impulsó políticas enfocadas en el reconocimiento de las personas trans y las travestis en los sistemas de salud, educación y empleo. Fue redactora y fundadora de El Teje, el primer periódico travesti de Latinoamérica, se postuló como Defensora del Pueblo, trabajó en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) diseñando políticas antidiscriminatorias, fue una de las impulsoras de la ley nacional de Identidad de Genero, y secretaria trans de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales. Intersex y Trans (ILGA).

Su itinerario militante modificó profundamente la forma en que se transitaban y proyectaban las trayectorias vitales de las travestis, y de todas las personas LGBTIQ+.

El 11 de octubre de 2015 fue atrozmente asesinada por David Marino y otro agresor no identificado. El proceso de investigación y el juicio llevado a cabo por su crimen sentaron un precedente bisagra en el acceso de las personas trans a la justicia y a los procesos judiciales.

Según los registros de las organizaciones, cada 96 horas una persona trans es asesinada, por violencia directa o por la cadena de abandonos y negación de derechos por parte del Estado.

Luciana Sánchez, abogada lesbiana, militante feminista y docente de Abogacía de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), fue abogada querellante en el juicio que reconoció al asesinato de Diana como un travesticidio. En diálogo con Periódicas, repasó el camino que llevó a ese fallo histórico, el fallo de todas las travas.

-¿Cómo fue el proceso que llevó al fallo por el travesticidio de Diana Sacayan?

-El proceso tuvo dos etapas: una etapa de investigación que fue bastante larga, duró dos años, y después una etapa de juicio que también fue bastante extensa, hasta que finalmente nos dieron la fecha del juicio que duró un total de 11 audiencias orales. Fue un proceso muy intenso donde la querella familiar, Say Sacayán, el hermano de Diana, hizo una primera presentación. En ese momento los hermanos de las personas asesinadas no podían presentarse como querellantes, sólo xadres e hijes, así que esa fue una primera cuestión a disputar. Después de eso muchas medidas de investigación para hallar a les autores, lograr que la información proporcionada, sobre todo por las compañeras de Diana, travestis y trans, y la familia de Diana también, pudiera ser incorporada y valorada adecuadamente en el expediente. Y llegar así no solo hallar a, hasta ahora, uno de los dos asesinos, sino llevar adelante un juicio sólido y con muchas pruebas. En principio se habían identificado a dos personas, solo una fue llevada a juicio porque el otro procesado, que todavía está siendo investigado, nos parecía que la evidencia no era suficiente para llevarlo a juicio. Llevamos a juicio sobre quién teníamos la total y absoluta certeza que había sido uno de los autores directos del travesticidio de Diana en su casa. 

Otro desafío fue que, si bien tuvimos desde el inicio el apoyo de la UFEM -Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres-, al llegar a juicio la representación pasó a estar a cargo de un fiscal que no es quien finalmente se hizo cargo del juicio. Se trataba de un fiscal que nos parecía que no estaba en condiciones de llevarlo adelante porque, no sólo se trataba del hijo de un represor, sino además había sido defensor de represores en juicios de lesa humanidad. Y en ese sentido tampoco nos parecía que pudiera representar a Diana, que era una defensora de los derechos humanos, así que hicimos un planteo y tuvimos que pedir que ese fiscal decline su posición para que pudiera intervenir otro designado, que fue Ariel Yapur, que trabajó junto con la UFEM. Y también intervino el INADI, a pedido de la familia, porque Diana era trabajadora de allí y así se constituyó también como querellante en una causa por primera vez en su historia. 

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-¿Qué actores fueron determinantes en ese proceso?

-La propia Diana Sacayán fue una actora muy importante, estuvo siempre muy presente, siempre viva, fue una memoria viva para todos quienes trabajamos en la comisión. Lohana Berkins por supuesto marcó la línea respecto del travesticidio y también a que ese compromiso tenía que ser honrado en la causa porque, sin importar el escenario concreto, el motivo del crimen es la identidad travesti de Diana Sacayán. Así que eso fue muy importante, y en la comisión de justicia pudimos trabajar con el MAL, Say como referente del MAL además de hermano de Diana, también toda la familia de Diana, son muches hermanes y hermanas, compañeras de distintas organizaciones que estuvieron acompañando todo el proceso.

Fue determinante también el hecho de que en un primer momento las organizaciones 100% Diversidad, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Intersexuales y Trans, organizaciones de peso, se posicionaran fuertemente frente a las autoridades del Ministerio Público Fiscal de la Nación para pedir que se destinaran los recursos necesarios para esclarecer el asesinato de Diana. Eso fue clave en la investigación. Después el trabajo de la comisión propiamente en articular y movilizar todos estos recursos, y también un montón de movimientos y organizaciones en lo que fue el acompañamiento durante esas 11 jornadas, esas audiencias hasta la sentencia: la Sublevada, La Cámpora, Vanesa Silei con SiTraJu (Sindicato de Trabajadores Judiciales), La Poderosa, Nora Cortiñas, Marlene Wayar, Susy Shock, Leonardo Grosso, entre otros militantes y muchísimas organizaciones que acompañaron.

Autora: Gise Curioni

-¿Qué implica la noción de travesticidio?

-A nivel jurídico la noción de travesticidio es la forma de darle nombre a una violencia específica que sucede contra las travestis, es una forma de violencia letal que combina violencia de género y violencia por la identidad de género de la víctima. Se trata de un tipo de homicidio agravado, esto quiere decir que tiene una pena perpetua, una pena de 50 años si o si de cumplimiento efectivo. Cubre también los intentos de travesticidio, esto es que aunque la violencia se proyecta de manera letal sobre la víctima la muerte no se produce porque el ataque para o porque la víctima se defiende, o porque llega la policía, o por cualquier razón más allá del motivo, de la intención del agresor.

Nuclea tanto las violencias ejercida en el ámbito de las parejas, las ex parejas, la familia, como en el ámbito del trabajo, de la vía pública, de la prostitución; cualquiera sea el escenario, siempre que la violencia sea letal, a eso se le llama travesticidio. Por eso también hablamos de travesticidio social, porque se entiende que es una violencia que causa la muerte de las compañeras, si bien no es una sola persona, como en el travesticidio criminal que es una agresión directa de una o varias personas identificables, en el travesticidio social intervienen las instituciones, y a veces es más difícil identificar que sea una sola persona, pero el resultado es el mismo, la muerte prematura, violenta y evitable de nuestras compañeras travestis, por ser travestis.

Lo otro es que cuando hablamos del travesticidio como un crimen de odio no estamos hablando de un odio como un sentimiento hacia una persona en particular, sino que estamos hablando de cómo, para agredir a una travesti, se usa la violencia social como excusa que justifique ese crimen y en general hay signos de ese odio, de ese prejuicio, de esa violencia específica en el cuerpo de la persona agredida. Es de ahí, de las heridas del cuerpo de la persona agredida, de donde suele salir todo lo subjetivo en relación al crimen; si era matar o no, y el motivo de esa acción homicida.  

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-¿Cómo modifica este hito la percepción de la justicia sobre las personas trans y las travestis?

-No creo que este fallo haya modificado la percepción de la justicia sobre las personas trans y mucho menos de las travestis, lamentablemente. Lo que sí creo es que modificó la percepción de las personas trans y sobre todo de las travestis respecto de sus posibilidades de exigir justicia y emprender este tipo de procesos; que es posible contar con herramientas legales, con herramientas sociales, con movilización y también con cuestiones técnicas, que es posible participar para hacerle justicia a nuestras compañeras, y seguir exigiendo como lo hicieron las Madres, como lo hicieron las Abuelas, como lo hacen les Hijes, del mismo modo. También creo que modificó la percepción de las familias de las compañeras trans y travestis presentándoles también esta posibilidad de poder averiguar qué pasó con sus seres queridos mediante un juicio.

-¿Cuáles son los horizontes que se hacen más cercanos a partir del fallo?

-Deberíamos estar muy cerca de la reparación, no sólo en el caso de Diana que todavía está pendiente, así como está pendiente encontrar al segundo asesino, sino también reparaciones de todo el colectivo. Aún está pendiente el Cupo Laboral Trans, el proyecto de ley Reconocer es Reparar, un montón de cosas que están en la agenda desde hace años y están pendientes, esperamos que ese sea el horizonte más cercano, pero ya hace dos años del fallo y no vemos que esto se haga con la urgencia que amerita.

-Gracias a este fallo el Estado reconoció que hay una violencia particular que es ejercida sobre la comunidad travesti trans, pero a la hora de contar con datos siguen siendo las mismas agrupaciones y activistas las que los recolectan, no contamos con información oficial. A tu parecer ¿qué nos está diciendo el Estado con esta dicotomía?

-Estoy de acuerdo con esa visión. Creo que si se hiciera investigación como se hace en el caso de femicidios de mujeres cis, se llegaría al horror de la enorme proporción de compañeras travestis y trans que son asesinadas, que es mucho mayor que la de compañeras cis que son asesinadas. Creo que seguir negando nuestras existencias y multiplicidades identitarias en las estadísticas de los censos, en las estadísticas vitales, es un enorme error y que además es innecesario porque contamos con los mecanismos para llevar adelante estos cambios 

-El feminismo radical o transexclusivista sostiene que la lucha feminista sólo debe limitarse a las mujeres cis, porque, entre otros argumentos, las violencias denominadas 'de género' tienen una "raíz biológica". ¿Qué opinas al respecto?

-Las violencias de género tienen una raíz normativa porque las normas de género son en función de lo cual esas violencias son ejercidas. Por lo tanto creo que estas normas de género nos afectan de manera diferente. A eso llamamos, por un lado, privilegios, y por otro lado, odios. Y en ese sentido me parece muy pobre esta visión. Creo que los discursos del feminismo transexcluyente y del lesbianismo feminista transexcluyente son discursos y prácticas de odio que no constituyen más que eso ni menos que eso.