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No, no hacemos de papá y mamá

En un día en que se conmemora y celebra el rol paterno, nos preguntamos qué onda las maternidades en soledad, por qué muchas de nosotras tenemos padres ausentes, cómo reforzó la pandemia estas desigualdades.

Autora: Priscila Pereyra

Siempre que hay una noticia en las redes sociales acerca de algún accidente o crimen que involucre a un niño o niña los comentarios de los lectores se disparan: ¿y la mamá qué hacía? ¿Dónde estaba la mamá? Pocas personas se preguntan por los padres. Y es que el sentido común dice que los hijos e hijas son responsabilidad de las madres.

A pesar de que en la actualidad el 53% de las mujeres en el mundo realizan trabajos fuera de su casa (según la Organización Mundial del Trabajo), la responsabilidad mayor si no absoluta en la crianza de niños y niñas aún se mantiene.

En el caso de Argentina según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo (EAHU-INDEC, 2013) las mujeres sin niñes menores de seis años a cargo aún realizan el 72,7% del trabajo doméstico no remunerado. Mientras, las mujeres que tienen un niñe o más se hacen cargo del 77,8% de ellas.

A mí me tocó engrosar esas encuestas. Hija de un padre ausente, con una bendi de 10 años con un acompañamiento paterno muy precario y pandemia de por medio.

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Aisladas

El aislamiento social obligatorio remarcó la brecha de desigualdad en la distribución de tareas. Esto significó por ejemplo que todo el primer mes el cuidado de mi hija haya estado por entero a mi cargo. Gestioné tarea, témperas, fibras, recetas ricas, juegos de cartas.... Y sí, alguien tiene que hacer el trabajo que no se reconoce, ese que sigue invisibilizado.

Mientras tanto la sensibilidad a flor de piel, los espacios que cada vez parecían más chicos, el aburrimiento y sostenerse emocionalmente en el encierro.

Sin embargo nunca recibí el apoyo emocional o un simple mensaje que pregunte si estábamos bien, si necesitábamos algo del súper, si lográbamos hacer la tarea de la escuela. Porque parece que el preocuparse por une hije es una actividad que se desarrolla con el tercer ojo llamado "instinto maternal".

¿Y los varones? ¿Adónde está su instinto paterno? ¿Por qué tengo tantas amigas con padres ausentes? ¿Por qué tengo tantas amigas maternando solas?

Cuando maternar sola es ley

En Argentina hasta la ley nos dice que la crianza es cosa de mujeres. Por dar un ejemplo la licencia por paternidad para empleados del sector privado es de dos días corridos y la de maternidad de 90 días. Estas licencias se han mantenido sin cambio desde la promulgación de la Ley 20.744 de Contratos de Trabajo en 1974. Otro panorama se vive en Austria, ya que es el único país donde los padres tienen más días de permiso que las madres. Ellos optan a 365 días (mínimo) y pueden ampliarlo hasta tres años; ellas, 112 días. Para no irnos tan lejos, tanto en Venezuela como en Paraguay los padres tienen derecho a 14 días de licencia por paternidad. En Uruguay el permiso alcanza los 13 días. En Ecuador, son 10, en Colombia, ocho y en Chile cinco. Esto ubica a la Argentina como el peor país de la región en este tema.

Una licencia de paternidad y maternidad igualitaria no sólo es importante para los derechos de niños y niñas, la salud mental de padres y madres, la organización igualitaria de tareas domésticas y de cuidado. También contribuye a modificar a largo plazo estos estereotipos de género y a reducir la brecha salarial en este mundo en el que las mujeres somos menos contratadas porque “perdemos” días de trabajo por embarazo, lactancia, cuidado de hijos e hijas enfermos, mientras que los padres no.

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¿Hay escapatoria?

Y es que existe todo un sistema social, cultural, histórico, legal que nos dice que nos merecemos criar en soledad. Naturalizamos tanto estas situaciones que sólo queda en un meme y en la culpa que siempre será nuestra cárcel. Que fui yo la que elegí "esto". Que cómo voy a decidir ser madre con esta persona. Que cómo voy a pasarlo mal y a renegar de mi bendi.

Encima somos personas con deseos y, por si no lo sabían, la maternidad no es el límite de la cuota de diversión que se termina cuando tenés familia. Queremos tomar una birra y perrear en una ronda con amigas después de cada marcha. Un acto totalmente revolucionario para una madre. Siempre nos toca ser “malas madres” a las que trabajamos, sostenemos un hogar, intentamos desarrollarnos académicamente o profesionalmente, militamos y queremos tener una vida social.

Los ojos siempre están puestos en nosotras, las que llevamos adelante alimentación, salud, educación, recreación y bienestar emocional de estos seres, que llegaron para depender plenamente de alguien responsable.

De acá en más

El feminismo vino a romper con todo, por lo menos para mí. La maternidad no es menos. Imposible no ver y reconocer la labor que tuvo mi vieja para poder sacar esta cosa, que acá está, escribiendo esta líneas. Y saben algo, no creo que mi vieja sea madre y padre. Creo que fue una persona que tomó responsabilidades, que muchas veces dejó su tiempo de lado para cumplir con lo maternalmente correcto. No digo que lo hizo porque no le quedó otra, siempre pienso que es la persona que más genuinamente me ama. Llevó esta tarea adelante con verdadera dedicación y conciencia, seguramente con aciertos y falencias, pero siempre desde el amor.

A los padres les digo que el rol paterno debe interpelar sus privilegios y erradicar la tarea como un "apoyo", llevándola a cabo como una responsabilidad propia de acompañamiento de crianza.

Por mi parte, me propuse enfocarme en la tarea más importante como mamá: romper con los mitos de la maternidad y el discurso patriarcal. Ese mentiroso que nos dice que realmente nos vamos a realizar como mujeres cuando seamos madres. Y para estas nuevas generaciones, les deseo plena conciencia de todo lo que implica hacer familia.

Edición: Magui Artigues Garnier