Este lunes el contador de 68 años y ex pareja de la mujer fue condenado por ser el autor del homicidio triplemente agravado por el uso de arma de fuego, por el vínculo y por el contexto de violencia de género (femicidio). La familia de Marcela ahora pide que a César Pérez no le sea concedida la prisión domiciliaria.
Marcela Maydana fue asesinada por César Oscar Pérez hace tres años. Había sido vista por última vez el 3 de abril de 2021 y su familia la buscó sola, con casi nula intervención del Estado santafesino y con la convicción de que el culpable de la desaparición de la mujer era su ex pareja. Habían terminado su relación hacía seis meses, pero él la hostigaba, la seguía y tenía desde diciembre de 2020 una orden de distancia a partir de una denuncia de Marcela. Pero el 3 de abril cuando ella desapareció y ante esa cantidad de pruebas, la policía y la fiscalía no atendieron las advertencias de la familia
Marcela fue hallada el 7 de abril. Su cuerpo fue encontrado por dos civiles en un zanjón en un sitio baldío de Recreo. Marcela fue la primera búsqueda de la que Periódicas participó activamente que terminó con una “placa negra” y recién hoy, a tres años del femicidio, la Justicia trajo un poco de calma. “Después de tantos años, por fin mi mamá puede descansar en paz, no nos la devuelven pero al menos hay justicia”, declaró su hija y agregó que esta condena es “un alivio después de tanta lucha y sacrificio”.
Este lunes, el tibunal integrado por Cecilia Labanca, Rosana Carrara y José Luis García Troiano condenó por unanimidad a César Oscar Pérez a prisión perpetua por ser autor de homicidio triplemente calificado por el uso de arma de fuego, el vínculo y el contexto de violencia de género (femicidio). También lo condenaron por la tenencia de arma de fuego de uso civil.
“La condena fue impuesta por la calificación penal que propusimos y la pena que solicitamos en la acusación y en los alegatos", indicó el fiscal Carlos Lacuadra, que estuvo a cargo de la acusación junto a Estanislao Giavedoni. “Más allá de que Pérez sostuvo su inocencia durante el juicio, expusimos pruebas contundentes de que él fue quien le quitó la vida a Marcela", dijo. Para el fiscal, fueron claves las muestras de ADN de la mujer halladas en la habitación -el lugar del femicidio- y también las pruebas de que Pérez persiguió a Marcela durante los días previos. “Numerosos testimonios dieron cuenta de que desde tiempo antes del femicidio, el hombre de 68 años perseguía a la víctima con el objetivo de conocer todos sus movimientos", aclaró el funcionario del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
La hija de Marcela indicó que desde el “minuto 0” supieron que Pérez estaba detrás de la desaparición de su madre. “Sabíamos que la tenía, no teníamos dudas, él tenía medidas de distancia, la perseguía a ella y a todos nosotros”, recalcó la familiar.
Si bien la decisión de la Justicia les trae calma, para ellos la lucha continúa. “Sabemos que esto sigue, vamos a seguir peleando para que no le den prisión domiciliaria”, aclararon. “Él la va a pedir varias veces, pero nosotros vamos a insistir en que no se la den”, advirtió la hija de Marcela en relación a la edad del femicida y de su intención de cumplir la pena fuera de la cárcel común.
Obsesión y hostigamiento
En los alegatos de clausura, el fiscal Lacuadra explicó que previo a la separación la pareja convivió en dos domicilios, el primero en Santa Fe y el segundo en Recreo. El hijo de Marcela vivió con ellos hasta su mudanza. “Dejó de vivir allí porque tenía conflictos con el contador, que se ponía celoso de él”, aseguró el fiscal. “Incluso cuando la iba a visitar al domicilio que compartían en Recreo, el hijo de Marcela no pasaba seguido al interior de la casa”, agregó.
Varios testigos cercanos a la mujer, describieron a la relación con el hombre como “asfixiante”. Pero una vez separados, el hostigamiento continuó. “No aceptaba la nueva vida de Marcela, no soportaba esa nueva realidad”, indicó Lacuadra. Fue el hijo de la mujer quien también informó que ella le decía que “ya no sabía qué hacer” para que Pérez la dejara de perseguir. Para el abogado querellante Raúl Sánchez Lecumberri, toda esa violencia preexistente fue la que convirtió al contador en el principal sospechoso del femicidio.
Maydana tenía una medida de distancia entre ella y su ex pareja desde 2020. Fue a raíz de la denuncia que había hecho la mujer luego de que el contador la persiguiera y le insistiera cuando ya habían finalizado la relación. Pero a pesar de esa medida judicial, el hombre se enteraba de todos los movimientos de Marcela porque le pagaba a gente para que la siguiera e investigara. Según lo narrado por el fiscal, una de sus informantes era la esposa de un albañil que trabajaba en la casa en la que Marcela vivía junto con sus hijos.
“Ella tuvo que dejar un trabajo en Santa Fe porque él la mandaba a seguir cuando bajaba del colectivo”, remarcó el fiscal y añadió que comenzó a viajar en un remís al trabajo para sentirse más segura.
Para la fiscalía y la querella, el contador “tenía una obsesión” con la mujer y, a diferencia de lo que declaró en el inicio del juicio, seguía hablándole y estaba al tanto de su vida.
Pruebas
El día de la desaparición de Marcela, la familia contó que salió de su casa entre las 22.30 y las 22.45, con una musculosa blanca, el celular y la billetera. “Era la ropa que usaba para estar en la casa o dormir”, remarcó el fiscal. “El acusado dijo que había pedido comida que fue a buscar en el entretiempo del partido de River, pero los horarios no coinciden”, señaló el fiscal. También indicó que C.O.P. pidió una cena para dos y llegó a buscarla enojado, porque la habían terminado antes de lo que esperaba.
Tanto la fiscalía como la querella, enumeraron diversas pruebas y testimonios del juicio que le permitieron deducir que la ex pareja de la mujer es culpable del femicidio y que el hecho ocurrió en la habitación de la casa del acusado. Hallaron rastros de sangre en el respaldar y en las patas de la cama, también en una bata de baño y en el marco de la puerta.
En los allanamientos los bomberos realizaron estudios sobre los restos de fuego en el horno del quincho que estaba en el patio de la casa y dedujeron que el material quemado no era leña ni carbón o elementos que se utilizaran frecuentemente para cocinar. En base a esto, sospechan que allí se quemaron elementos relacionados con el femicidio, como por ejemplo la ropa de Marcela.
Por otro lado, el acusado tenía rastros de rasguños y de golpes en algunas partes de su cuerpo, que databan de la fecha en la que la autopsia reveló que ocurrió la muerte de la mujer.
Por último, pero no menos importante, la querella y la fiscalía subrayaron la gran relevancia que tiene una confesión del contador con la policía, mientras era trasladado a realizarse un examen médico. “Me cagué la vida, se me fue de las manos. Era ella o yo, discutimos y se me escapó un tiro”, contó Pérez en el móvil policial. Luego, agregó que esa noche escondió todo y arrojó el arma y el celular de Marcela al río.
Esa arma nunca apareció. Tampoco el celular. En la casa del contador se encontró otra arma y a él se lo imputó también por la sustracción de numeración. Sin embargo, el tribunal lo absolvió este lunes por ese delito.
La “investigación” del fiscal Fontana
Marcela fue vista por última vez el sábado 3 de abril a la noche. Salió de su casa caminando hacia el kiosco a dos cuadras, pero en las cámaras de esa esquina no quedó registrado su paso. Todo esto fue descubierto en una primera instancia por la familia. La policía había realizado allanamientos ordenados por el fiscal Marcelo Fontana en los que no había encontrado nada.
Según la investigación posterior de la fiscalía, Marcela fue asesinada entre las 22.30 del sábado y la madrugada del domingo 4 de abril de un disparo en la cabeza. El primero en sospechar sobre la situación fue el remisero que la llevaba al trabajo. Llegó el domingo a las 6 de la mañana a buscarla y Marcela nunca lo atendió. El hombre intentó hacer la denuncia en ese momento, pero no la tomaron porque no era familiar (requisito que no forma parte de ningún protocolo de búsqueda).
El lunes por la mañana la familia registró la denuncia. Recién el martes 6 de abril se realizaron allanamientos en la casa de Pérez, en donde la policía no encontró ningún indicio. Fue la propia familia de Maydana la que logró dar con el testigo que la vio por última vez y con las cámaras que no la registraron.
Por esos días, el hijo de Maydana relató que "estuvimos hasta las 22 en la comisaría hasta que nos dijeron que ya no iban a hacer nada por la noche porque era muy tarde y tenían cosas que hacer. No nos dieron más respuestas. Llamamos al fiscal que no nos supo dar respuesta y dijo que no se iba a hacer presente”.
Desde el principio la familia señaló la denuncia y la orden de distancia al fiscal Fontana, quien estuvo a cargo de esa primera etapa de la investigación. Cuando el funcionario del MPA fue consultado por esa denuncia, respondió que tenían constancias de que luego de poner la orden de restricción, Maydana y Pérez “voluntariamente volvieron a encontrarse y a tener una relación, lo que tendremos que acreditar. Hubo una orden a partir de una denuncia de ella por hostigamiento, pero nada que encuadre dentro de un delito y luego ambos decidieron volver voluntariamente".
Tras la insistencia de la familia en las sospechas hacia la expareja de Marcela y antes de hallar el cuerpo de la mujer, el fiscal sostuvo que a Pérez se lo entrevistó como testigo. “No tengo personas detenidas ni elementos para detener a nadie", indicó a pesar de saber sobre la denuncia que ya existía.
El miércoles a las 20, dos jóvenes encontraron el cuerpo de Marcela en una zona de descampado del sur de Recreo, entre las calles Alberdi y Chubut.
Tras identificar el cuerpo, la policía volvió a investigar en la vivienda del sospechoso y lo detuvo. El hombre permaneció con prisión preventiva hasta este lunes en que se conoció su condena.
Autora: Thamina Habichayn