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Mirar al presente desde el genocidio hacia el pueblo judío

Desde Periódicas invitamos a disidencias judías de Santa Fe y Rosario a dialogar sobre la Shoá, el genocidio judío, los discursos de odio y el paradigma de los derechos humanos. Una mirada feminista y disidente sobre los crímenes de la Alemania nazi y lo necesario de seguir apuntalando la memoria.
 Victoria Stéfano
Cientos de zapatos que pertenecieron a las víctimas del genocidio al pueblo judío en el campo de concentración de Auschwitz
Autor: Jason M. Ramos | CC-BY-2.0

El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración de Auschwitz, símbolo de la memoria sobre la Shoá y los crímenes cometidos contra la comunidad judía y otros grupos sociales como homosexuales, negres y personas con discapacidad. Cada año se observa en esa fecha el Día Internacional de la Conmemoración en Memoria de las víctimas del Holocausto, una efeméride necesaria para seguir aprendiendo del pasado, poniendo en tensión al presente.

Desde Periódicas invitamos a disidencias judías de Santa Fe y Rosario a dialogar sobre este hecho histórico y sus miradas en torno al genocidio judío, los discursos de odio y el paradigma de los derechos humanos.

Leandro Wolkovicz es santafesino, Licenciado en Ciencias Políticas, becario doctoral del Conicet, activista por los derechos de las personas LGBT+ y capacitador en la Ley Micaela.

Su relación actual con el judaísmo no tiene tanto que ver con la cuestión religiosa ni espiritual. Leandro no es practicante pero se siente conectado a una cuestión étnica, también política, de responsabilidad con el presente. "Desde mi punto de vista ser judío implica tener conciencia de que mi familia proviene del pueblo judío, un pueblo que durante muchos años de la historia fue perseguido y que durante la Segunda Guerra Mundial, durante el Holocausto, intentó ser exterminado junto con otras poblaciones como las gitanas, las personas con discapacidad, y o la LGBTIQ+" explica.

Para Leandro saberse descendiente de gente que fue perseguida, de alguna manera también implica una especial responsabilidad histórica con el presente: "Si yo me concientizo sobre ese pasado, eso me sensibiliza para estar más atenta a las discriminaciones y al racismo que imperan en Argentina hoy en día" remarca Wolkovicz, y resalta los aportes de colectivos antirracistas como Identidad Marrón en el mismo sentido, una conciencia histórica que invita a evaluar críticamente al presente.

El militante insiste en que conocer los discursos autoritarios del pasado permite prestar atención a la forma en que continúan actuando en el día de hoy: "Nos prende las alarmas para que no nos tomen por sorpresa cuando cuando discursos de ultraderecha y antiderechos vuelven a ganar poder como está pasando hoy en Argentina, de la mano de la ola celeste y del crecimiento del movimiento libertario".

Como marica y judío, Leandro hace hincapié en la vigilancia permanente de las conquistas frente a los resabios aún presentes del odio en la actualidad: "Nunca podemos relajarnos y pensar que los discursos de odio ya desaparecieron o son cosas del pasado".

"A veces se nos quiere convencer a los activistas LGBTIQ+ de que la homofobia y la transfobia ya son cosas del pasado, y que en este país ya tenemos todos los derechos que necesitamos. que deberíamos quedarnos un poco más quietos y quietas. Pero me parece que pensar así es un error que lleva justamente a que ese germen siga creciendo y nosotros no lo veamos, porque creemos que eso ya está superado" dispara el entrevistado.

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"¿Dónde estaban antes? Claro, estaban callados"

Para explicar la ola reaccionaria de este momento histórico Leandro se sirve de un concepto de la opinión pública,  la "espiral del silencio". Se trata de un efecto de silenciamiento que las personas hacen de ciertas opiniones cuando creen que el resto no las comparte, entonces eso da la posibilidad de que mucha gente se sienta menos habilitada a expresar ciertas opiniones, como las de corte neofascista. El politólogo insiste en que hay ciertos contextos en los cuales estos discursos se habilitan, entonces toda esa gente que parece que no existía más vuelve a emerger. "¿Dónde estaban antes? Claro, estaban callados, no es que dejaban de pensar eso, se nota en cómo proliferaron muchos de estos discursos represivos".

Vista de los alambrados exteriores del campo de concentración de Auschwitz en el atardecer
Autor: Jason M. Ramos | CC-BY-2.0

Wolkovicz evalúa que a partir de la gestión del gobierno macrista esos sectores sintieron un clima apto para volver a expresar con tranquilidad y con seguridad ese tipo de de posicionamientos políticos. Cree que estos discursos tienen una base social muy importante y una representación popular: "Hay un germen de persecución política en la clase media y la opinión pública argentina, un núcleo duro relacionado a las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad".

El militante santafesino pone el foco en no menospreciar el "efecto revancha" que impregna el clima social y señala una persecución política al kirchnerismo, al que considera como "el movimiento que más puso en escena la cuestión de los derechos humanos y del castigo a los a los represores de la última Dictadura" en la Argentina contemporánea.

Wolkovicz apunta a que por esta razón estos discursos de derecha vuelven a emerger y "hay que estar atentos para seguir discutiendo con ellos".

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"El acto de denominar es esencialmente político"

Andy Panziera es psicoterapeuta, consultora para Naciones Unidas en materia de diversidad sexual, integrante de la Asociación Internacional de Salud Transgénero y coordinadora del Proyecto Género y Familia. Vive en la ciudad de Rosario.

Su identidad judía se inscribe en la comunidad Ashkenazí, que agrupa a aquellos judíos que se establecieron en Europa Central. Espiritualmente, dentro de la heterogeneidad de la doctrina judía, Andy se siente parte de las comunidades que profesan el judaísmo Masortí.

Masortí viene de la palabra hebrea Masoret, que significa tradición. La posición política de este movimiento es poder congeniar el respeto a las tradiciones con los cambios que necesitan los momentos y las producciones culturales en las que vivimos. Es un judaísmo que continúa las reglas éticas de la tradición y a su vez se profesa como un movimiento liberal.

Dentro de las comunidades argentinas, la profesional se desempeña facilitando espacios de educación no formal sobre todo a las juventudes. Como egresada del Instituto Abarbanel de Educación y Estudios Judaicos, cumple funciones como acompañante espiritual, y también asiste a personas que atraviesan distintas situaciones dentro de su ciclo vital en el judaísmo, referido a lo ejes género y familia.

Andy sostiene que "el acto de denominar es esencialmente político" y en ese sentido llama a prestar particular atención a cómo nombramos, cómo construimos las narrativas y los silencios y las implicancias presentes en todo ello. "La pedagogía de la memoria es la que nos ayuda a honrar de dónde venimos, darle sentido a nuestro presente y poder aunarnos mancomunadamente hacia un proyecto colectivo" referencia Panziera, y recalca que en ese sentido "hablar de 'Holocausto' es un error, primero semántico y después ético".

Andy señala que la noción de "Holocausto" remite a un sacrificio voluntario que se hace en pos de de conseguir algo, y que "lo que pasó en el genocidio nazi fue justamente una política de exterminio masivo basado en una idea de aniquilación", lo que denominan con una palabra en en hebreo que no tiene traducción lineal en nuestro idioma que es Shoá, y que su significado más cercano en español "es que tiene que ver con con el horror".

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El ejercicio permanente de recordar

Acerca de Argentina y Latinoamérica la trabajadora de la salud considera que estamos en la vanguardia del movimiento de derechos humanos, y destaca la importancia que tiene en todos nuestros espacios de defensa de la democracia, pero también de militancias en sus múltiples vertientes, la consigna de Memoria, Verdad y Justicia. Al mismo tiempo,  advierte que inclusive dentro de nuestra democracia "operan lógicas que establecen una supremacía del ser nacional, de la ciudadanía, donde el ser humano accede a la plenitud de los derechos de manera privilegiada y se constituyen alteridades, que serían ciudadanías de segunda".

"Ahí podemos advertir justamente cómo operan el patriarcado o los distintos rostros del neo-colonialismo, ya sea tanto racismo, el heterocissexismo y por supuesto el antisemitismo también" expone la consultora de la ONU, y explica que asistimos justamente hacia una memoria que se jacta de recordar "pero que en realidad recuerda poco", o que establece tecnologías de la memoria y la consigna de Justicia "para aquellos ciudadanos que se consideran de primera, dejando relegados a este acceso de derechos a todas esas otras alteridades".

Según Andy hablar de la Shoá es no quedarnos como sociedad "en la fascinación de Hollywood por los relatos de lo que fue esa maquinaria de muerte y exterminio en los campos de concentración", sino poner la mirada en todos los procesos que llevaron a una nación a permitir que una fuerza política supremacista, como el Partido Nazi llegara al poder y sus ideas se instalaran habilitando el espanto.

Para explicar estos procesos Andy trae a la filósofa Hannah Arendt que identifica en los orígenes del totalitarismo una serie de prácticas destinadas a señalar, estereotipar, segregar, deshumanizar, y poco a poco cercenar sus derechos "hasta que todos los otros procedimientos llevaron a lo que nuestra historia recuerda como La Solución Final".

"Con distintos rostros, con distintas maquinarias, articulaciones narrativas sostenemos que hoy en el presente esos mismos procesos siguen sucediendo, sobre todo a los al colectivo de las disidencias sexuales" señala la psicóloga especializada en género, y apunta como ejemplo la desaparición de Tehuel de la Torre.

Las pedagogías de la crueldad y pedagogías de la memoria

Salón de los nombres en Yad Vashem. Monumento erigido por el pueblo judío para cada una de las personas judías asesinadas en la Shoa. La imagen muestra una vista hacia arriba de la sala con retratos de las victimas en blanco y negro.
Autora: Avishai Teicher | CC-BY-2.5

Para llegar al odio antes hubo un aprendizaje: "Todos estos procesos llevaron a determinadas humanidades a ser degradadas a un orden de cosas, la capacidad de resonar empáticamente disminuyó, es lo que vamos a conocer como pedagogías de la crueldad, que van a hacer que se instalen distintas dinámicas violentas que, en definitiva, agudizan muchísimas de las problemáticas que hoy vemos en nuestro país".

Ya sea que estemos hablando de las dictaduras militares en Latinoamérica o de la Shoá, solemos caer en este cliché de que "recordamos para no volver a repetir", pero la psicóloga sostiene que "la compulsión a la repetición del horror, la pulsión de muerte en la que la naturaleza humana hace que unos seres humanos nos pongamos sobre otros, se sigue repitiendo".

El desafío de esta pedagogía de la memoria es que "podamos alojar todas las narrativas, y que se puedan permitir reparar esas heridas de la violencia, de la exclusión y que la discriminación", sostiene Andy.  Se trata de un "ejercicio ético de reconocimiento y de alojamiento a estos otros 'nuevos excluidos' que lamentablemente nuestra democracia va a seguir generando" señala la rosarina. "La idea es que podamos entonces utilizar esto para que donde hay diferencias no se sigan perpetuando desigualdades" concluye.