¿Qué tienen en común la lucha feminista y el cannabis? ¿Quiénes son protagonistas en la batalla por el autocultivo de marihuana con fines terapéuticos? ¿Cómo puede una planta ser sinónimo de cuidado? Al respecto, Periódicas dialogó con Macame, un grupo de madres que respira activismo.
El pasado 5 de mayo, la Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto que establece un nuevo marco regulatorio para el cannabis medicinal y cáñamo industrial, con 155 votos afirmativos, 56 negativos y 19 abstenciones. De esta manera, Argentina cuenta con un marco legal que regula el cannabis medicinal e industrial en todo el territorio. Si bien fue posible gracias a la puja de distintas militancias, la punta de lanza de quienes pedían la liberación de la planta fueron las madres, que recogieron la consigna más legítima de todas: poder bregar por la salud de sus hijes. Al respecto, Periódicas dialogó con Laura Acosta, referenta de Mamás Cannabis Santa Fe (Macame); una asociación de madres santafesinas que desde 2016 nuclea familias de niñes con distintas patologías, principalmente trastornos neurológicos relacionados con encefalopatía y autismo.
"La ley de industrialización por derecho se ha ganado. Que hoy Argentina tenga una industria que tenga que ver con el cannabis, es fabuloso” destaca Laura, pero advierte que “nos falta la despenalización de la planta de marihuana”. Desde Macame realizan esta distinción porque la nueva ley está pensada para promover una fabricación estandarizada de productos cannábicos, mientras que las madres realizan aceites artesanales en base a combinaciones y pruebas en base a resultados obtenidos. No todes les niñes necesitan el mismo aceite, y además el mismo niñe suele necesitar distintas formulaciones a lo largo de su vida. Por eso Macame sostiene que el acceso a la planta de cannabis es un derecho humano. “Por sobre todas las leyes, sabemos que es una planta que tiene miles de usos y que el Estado debe respetar esta autonomía. Esa deuda la tienen no solamente con nosotras, sino con todos los movimientos cannábicos que emprendimos esta lucha. Si bien ganamos muchos derechos nos falta el principal; el día que la planta de cannabis sea libre, ese día vamos a festejar fuerte” afirman.
Mujeres organizadas
Las maternidades que deciden llevar adelante esta lucha padecen estigmas y prejuicios que se sostienen en la estructura patriarcal de nuestra sociedad. A menudo se encuentran solas, desamparadas, desprotegidas y vulnerables ante un Estado ausente.
La respuesta política ante esas desigualdades ya la conocemos: organización. “Comenzamos esta búsqueda en soledad, como todo lo que hacemos las mujeres. A partir de los movimientos de compañeras que están militando el feminismo, hemos encontrado más contención que en otros lugares; esto nos motiva a querer seguir” señala Laura, que reconoce a Macame como una organización netamente feminista.
Los resultados de su lucha no tardaron en llegar y en 2016 fueron claves en la sanción de la Ley provincial de Cannabis Medicinal (Nº 13.602). “Llegamos a un montón de logros gracias a este movimiento. Hace poco estuvimos en la Corte Suprema de Justicia y llegamos con un pedido de despenalización de la planta de cannabis, para poder usar en nuestras casas, es uno de los logros más destacables de este grupo de madres que la ha luchado” sostiene. Y es que se trató de un hito; por primera vez la Corte Suprema de Justicia de la Nación estuvo dispuesta a escuchar sobre este tema y convocó a las madres santafesinas a que expusieran su reclamo: que las familias puedan cultivar cannabis con fines terapéuticos sin control del Estado.
El autocultivo es empoderamiento
“Llegamos a esta instancia con mucho trabajo sosteniendo la búsqueda de la despenalización del cannabis con fines medicinales y con cualquier fin, porque eso nos permite tener autonomía y también sostener los tratamientos de nuestros nenes y ofrecerles una mejor calidad de vida”, destaca Acosta.
El cultivo y la preparación de sus derivados, le otorga a las madres poder e independencia para gestionar la salud y el bienestar de sus hijes. “Nos permite a nosotras como cuidadoras sentirnos bien, porque dentro de la medicina tradicional no encontrábamos respuesta para las patologías de nuestros hijos y la planta vino a brindarnos esto”. Para estas madres, la marihuana “permite cuidar con amor y nos fortalece”.
No es casual que los grupos de mujeres cannábicas más pujantes del país estén compuestos por madres, cuidadoras y jefas de hogar. Quienes buscan terminar con la herencia patriarcal y quienes pregonan la liberación de la planta de cannabis tienen mucho en común, más allá de la militancia.
Autoras: Sofía Morello y Priscila Pereyra