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#Elecciones2021: la abuela trans que sueña con transformar Rosario

"La Choco" es una vecina del barrio Acindar de la ciudad de Rosario. Allí construyó una familia, un comedor y una referencia territorial que la llevó a formar parte de una lista para el Concejo de su ciudad. ¿Quién es Mariana Fernández y cómo llegó a ser una de las candidatas trans santafesinas?

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

Mariana “La Choco” Fernández es risueña. Apenas entreabre los ojos cada vez que sonríe. Tiene una voz aguardentosa pero amable y que inspira una sensación de protección y cuidado. Nació en Goya, Corrientes y oficialmente tiene 58 años, pero en la carne lleva 60 porque sus padres la inscribieron tarde en el registro civil.

Tiene 24 hermanes y llegó a Rosario con apenas un año de vida. Su familia se dedicaba a la cosecha de tabaco en su provincia natal y su padre era oficial de policía.

“Chocolate” es abuela, lleva adelante un comedor y ocupa el décimo lugar en la lista de concejales de Ciudad Futura que encabeza Juan Monteverde. Confiesa que ya se siente ganadora sólo con ocupar ese lugar y sueña con que otra política sea posible. Una que, desde la entrega, modifique la realidad de sus compañeras y compañeros.

Periódicas viajó a Rosario para conocer a la candidata y contar cómo se construyó esta referenta trans de las que quieren transformarlo todo. 

“La voz me marcó”

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

“Cuando llegué a Rosario nos asentamos en una villa que apenas se estaba construyendo. Hicimos una casita de barro. Fui a la Escuela Pedro Arias. A los seis años ya tenía esa voz de mujer. La voz me marcó. Los chicos decían 'mira el marica, y con eso fui marcada para toda la vida. A los 12 no fui más por los golpes. La maestra no me corregía por la voz que tenía. Cuando iba a un negocio dejaba que la gente compre antes. No quería hablar” relata Mariana sobre una infancia definida por la exclusión.

La Choco cuenta que se resistía a vivir su identidad, por lo violento que se hacía el mundo con ella y eso dejó marcas imborrables: “Peleaba dentro de mi familia y peleaba dentro mío porque yo no quería ser así. Mis padres me decían que tenía adentro al diablo, que estaba enferma. No podía salir a la calle, a comprar el diario, ir a una plaza. Siempre supe cuál era mi identidad. Quería salir pero tenía que disimular. Ser lo que ellos querían. Tengo recuerdos que me torturan. Son recuerdos muy malos”.

Ser Mariana

Cuando dejó la escuela Marianita comenzó a transitar su identidad con las herramientas que podía procurarse y también con las cómplices que iban apareciendo. “A los 12 tenía una amiga que se llamaba Nancy y me ayudó a ser Mariana a escondidas. Ella me prestaba su ropa y nos íbamos a bailar a un lugar que se llamaba La Ranchada. Ahí entendí que no iba a ser para mí como para mis hermanas. Que iba a ser una lucha”.

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

El trabajo sexual aparecía como posibilidad, no sólo económica, sino también como escenario de poder vivir con cierta libertad. “Como no iba al colegio trabajaba en un lavadero, escondiendo mi identidad. Después trabajé cuatro años en una bicicletería y a los 16 me solté. Algunos me trataban bien y otros no. Y un día alguien me dijo que había otras como yo en la Plaza Sarmiento. Y fui. Yo no sabía cómo se manejaba el ambiente en ese momento. Los hombres grandes pasaban con la llave en la mano y te hacían una seña. Yo no entendía qué era. Fui a otra plaza y conocí a una chica que se llama Gabi. Había un sector en Cochabamba donde estaban las travestis. Pero no llegabas así nomás a pararte ahí. Una de las formas era ser pupila de las travas más grandes. Ahí conocí a Paola y Valeria. Yo quería ser como ellas. Y empecé a trabajar en la calle a escondidas”.

En ese momento tenían plena vigencia los códigos contravencionales que penalizaban la prostitución y el travestismo en la provincia; las personas trans eran objeto de terribles vejaciones, muchas de las que Mariana también fue victima. “Éramos libres en esos pocos momentos, antes de que llegara la policía. Nos llevaban a la Jefatura, nos pegaban, nos encerraban. Cuando llegaba Moralidad Pública ya no éramos amigas. Era correr nomas. La primera vez que caí yo pensaba que podías bañarte ahí, pero cuando llegamos nos encerraron con varones. Nos violaban, nos pegaban”. 

La familia

Durante años las iglesias se dedicaron a ofrecer curas para las personas LGBT, y Mariana, como tantas otras personas de la Diversidad Sexual, se encontró con uno de esos servicios nefastos, pero resultó en algo feliz. 

“Como a los 20 empecé a ir al Reverendo Cabrera. Me llevaban mis hermanos para curarme. Yo seguía en el trabajo sexual a escondidas igual. Y ahí conocí a la madre de mis hijos, una mujer maravillosa. El amor que me dio fue hermoso. Empezamos a salir y viví mi vida con ella, 15 años estuvimos juntos. Ella me dio mi libertad. Y con ella tuve mis 5 hijos. Fui muy feliz” cuenta la madre y abuela trans.

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

Con respecto a sus hijes confiesa que fue un camino de muchas dificultades. “Ellos lo sufrieron un montón. Yo no podía ir a las reuniones de padres. No porque no quería, sino por ellos, para que no los discriminaran como a mi. Pero lo entendieron. Lo que no pude hacer con ellos lo hago con mis nietos. Un día les pregunté qué era yo para ellos. No se animaban a decirlo. Hasta que me dijeron ‘sos puto, pero te queremos’”.

“Crie a mis hijos sola cuando mi pareja se fue. A las 21 me iba a hacer el trabajo sexual y volvía a la mañana. Hacerle el desayuno a mis hijos y mandarlos a la escuela. Lavar la ropa. Cocinar. Limpiar la casa. No fue fácil pero valió la pena. Hoy son buenas personas” relata orgullosa.

Después conoció a quien hoy la acompaña y rearmó a su familia, diversa por naturaleza. “Ellos iban creciendo y se iban yendo y yo me iba quedando sola. Un día, hace 12 años, fui a conducir un evento a un boliche y conocí a mi marido. Ambos consumíamos. No era fácil lidiar con eso. Después conocí a Dios. Conocí a una monja que me ayudó a encontrar ayuda psicológica y dejar las drogas. Y mi vida cambió. Me reencontré con mis hijos y reuní a mi familia. Hoy vivo con él, mis hijos y mis 6 nietos alrededor. Yo ya gané con eso”. 

La candidata para todes

La identidad acercó las discusiones sobre los derechos que aún eran un pendiente para muchas personas trans, y Mariana no fue la excepción. “Años después fui a Buenos Aires por la Ley de Identidad de Género, a luchar por mi identidad. Tenía una emoción. Era increíble que nosotras tengamos un documento”.

En la actualidad Chocolate es toda agradecimientos y aprendizajes: “Hoy me amo y me acepto. Si volviera a nacer y Dios me preguntara qué quiero ser le diría que quiero volver a ser travesti. Soy una luchadora. Sólo caminar por la calle para mí es ya haber triunfado. Hablar con alguien sin vergüenza. Eso ya es un regalo”.

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

Respecto de la participación política de las personas trans la Choco no es nada tibia y dispara una crítica a las referentes travestis que hoy son gestión. “Quiero que las compañeras y los compañeros trans tengan su trabajo, que tengan su casa. Hay mujeres trans en lugares de poder que le piden a las compañeras que se callen para cuidar políticos. Yo jamás le pediría eso a una compañera. Esas personas siguen lastimando a las nuestras”. 

Pero los objetivos de La Choco no tienen sólo que ver con su población. “Si yo estoy acá es para ayudar a los míos, a mi barrio. Que tengamos luz, agua, trabajo, educación”.

Mariana gestiona un comedor en su propia casa junto con su familia, la madre de sus hijes, compañeras y vecines del barrio. En ese marco el acompañamiento de Ciudad Futura fue fundamental. Luego llegó la posibilidad de ocupar un lugar en la lista para el Concejo rosarino. “A los pobres nunca nos dan lugar en ningún lado, así que me propuse aprovechar ese lugar. Nosotros teníamos un comedor en el barrio. Pero la comida no era buena. Así que empezamos uno propio para comer bien, como uno come en casa. Ya teníamos una cola larguísima afuera apenas empezamos. Pero sabemos que lo mejor es que todo el mundo tenga para comer en su casa, lo que quiera comer”.

Mariana sueña con el Concejo, pero siente que la sola idea de ocupar un lugar en la lista ya es un objetivo cumplido. “Para mí Dios es travesti” dice entre risas y le pide perdón mientras explica que es una broma personal con él, o ella.

Autora: Titi Nicola | CC BY-SA 4.0

Le deseamos el mayor de los éxitos este 12 de septiembre.