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Juventud y masculinidades: un modelo para desarmar

La distribución desigual de las tareas de cuidado y el aumento de la violencia ejercida contra mujeres y disidencias durante la pandemia plantean la necesidad de un cambio cultural para la construcción de nuevas masculinidades. Entre los recursos que considera clave para avanzar en ese proceso, el investigador Néstor Artiñano destaca la experiencia del movimiento de mujeres y la Educación Sexual Integral.

Autora: Titi Nicola - CC-BY-SA-4.0

Gusto por las mujeres. Jugar al fútbol. Jugar al tenis. Tener los huevos bien puestos. Tener barba. Poder usar el pecho desnudo. No depilarme. Son respuestas a la pregunta “qué es lo que a vos te podría llegar a definir ser varón” que Néstor Artiñano le hizo en 2009 a un grupo de varones y mujeres, de entre 15 y 25 años. A partir de ese y otros interrogantes analizó la construcción social de la masculinidad en jóvenes del barrio Villa Progreso, en el partido de Berisso, cercano a La Plata. Con ese trabajo continuó un primer acercamiento a la temática, que había hecho a fines de los 90’, cuando indagó sobre el impacto de las políticas neoliberales en la juventud y la diferencia en los proyectos que tenían las mujeres jóvenes y los varones. En ese estudio, cuando les preguntaba por su vida proyectada a cinco años, era frecuente que los varones se imaginaran habitando el barrio, mientras que las jóvenes se imaginaban en otro lugar. “Había un bienestar masculino en el barrio y un malestar en las chicas. Ese fue el origen de una pregunta por las causas de esa incomodidad, que devino en la pregunta por el tema de la violencia de género y en particular por la construcción social de la masculinidad”, recuerda Artiñano, ahora decano de la Facultad de Trabajo Social de Universidad Nacional de La Plata.

Continuando su formación académica profundizaría en la temática con su tesis de doctorado “Masculinidades trágicas. Trayectorias de vida de hombres detenidos que han ejercido violencia y abuso sexual en el ámbito familiar”. Con ese enfoque, que pone en juego las herramientas del trabajo social con perspectiva de género, brindó la charla “Juventudes y Masculinidades”  el 25 de junio, en modalidad virtual, para 200 personas inscriptas.

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En contexto

Si bien la coyuntura que plantea la pandemia de Covid-19 no es el objeto central del encuentro, aparece como una variable del incremento de la violencia, que grafican algunas cifras mencionadas en el documento oficial de Ni una Menos. El aumento de un 50% de los llamados a la Línea 144 desde que se implementaron las medidas de aislamiento social, en el contexto de casi un femicidio,travesticidio o transfemicidio por día, en el país: 145, desde el 1 de enero hasta el 31 de mayo de este año. El virus Covid-19, se advirtió el 3 de junio desde el movimiento de mujeres y disidencias, “vino a agudizar un sinfín de contradicciones ya instaladas en el sistema capitalista y patriarcal”.

Autora: Gise Curioni

“Para quienes venimos trabajando con el tema de masculinidades es necesario abordar la violencia en primer lugar protegiendo a las víctimas, pero necesitamos avanzar en un trabajo preventivo con los varones”, afirma Artiñano. “Los estudios consideran que un 95/97 por ciento de las razones de la violencia están vinculadas al género y no a una psicopatología de quien agrede. En esa perspectiva, de lo que estamos hablando es de una racionalidad, de una construcción ideológica que si se ha podido construir, puede ser deconstruida, revisada y generar una nueva forma de relacionarse interpersonalmente”. Entre los varones jóvenes, considera que todavía existe una tensión entre ser permeables a los avances del feminismo, que se verbaliza desde una cierta corrección política, pero que “todavía no se hace propio y permea las subjetividades para que no reproduzcan cuestiones muy propias del patriarcado”.

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ESI y feminismo

Con relación a experiencias concretas donde se estén pensando esas nuevas masculinidades, Artiñano considera que hubo avances en ámbitos de militancia y grupos donde se plantean preguntas sobre qué es la deconstrucción y cómo encarar ese proceso, pero con un alcance acotado a esos espacios.

En un proceso de cambio como el que impulsan los feminismos, “las estrategias del patriarcado a la hora de generar resistencias pueden ser múltiples”, dice el docente, por eso considera que las estrategias para provocar transformaciones deben plantearse desde diversas dimensiones. Una herramienta fundamental es la Educación Sexual Integral para todo el sistema educativo, “que habilita a la prevención, pero también un aquí y ahora que permite abordar situaciones en el corto plazo”.

Autora: Titi Nicola - CC-BY-SA-4.0

En los movimientos de mujeres estas preocupaciones están planteadas con claridad, pero “es necesario que los varones sean permeables a este momento histórico, y si no cuentan todavía con las herramientas, que sean capaces de solicitar formación”.

De los feminismos, de sus olas que impulsan cambios colectivos, dice Artiñano, hay mucho para aprender: “La historia del movimiento de mujeres ha llevado a organizarse, a fortalecerse, a pelear juntas por un lugar en la agenda negada por el patriarcado. Me da la sensación de que los varones siempre desconfían del otro, siempre hay una cuestión de competencia en el hecho de no demostrar la vulnerabilidad, debilidad, tristeza, angustia. Tenemos mucho que aprender del movimiento de mujeres a la hora de organizarnos y de trabajar, no en función de nosotros mismos sino como parte de una sociedad”.

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Pensar las desigualdades

El encuentro con Néstor Artiñano es parte de los ciclos de diálogos “Trabajo Social: reflexiones sobre problemáticas sociales en contextos de desigualdad”, que organizan la Dirección de la Licenciatura en Trabajo Social y la Secretaría de Posgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Una conmemoración particular marca el tono de estos encuentros, ya que este año se cumple una década desde que la ex Escuela de Trabajo Social pasó de la órbita provincial a la universitaria.

La propuesta de los ciclos es pensar la formación de los trabajadores y las trabajadoras sociales en relación con la intervención profesional, sin perder de vista la emergencia sanitaria, como explica Candelaria Sánchez, docente y coordinadora de los cursos de posgrado de la carrera. “Desde nuestra disciplina creemos que las problemáticas sociales tienen que ver con contextos de desigualdad que trascienden esta coyuntura, pero que se acentúan más en estas condiciones”, afirma. Por eso, se convocaron a referentes del trabajo social forense, los estudios de nuevas masculinidades, la situación de las personas mayores, el riesgo hídrico y los procesos de adopción de niñas, niños y adolescentes.

Más de 600 personas se inscribieron al primero de los diálogos, sobre trabajo social forense, a cargo de Paola Quiroga, de la Federación de Asociaciones Profesionales de Trabajo Social; y de Andrés Ponce de León, de la Federación de Unidades Académicas de Trabajo Social. El 2 de julio, luego del encuentro con Artiñano, Paula Danel de la Universidad de La Plata se refirió a “Personas mayores: tensiones entre autonomía y derecho”. El lunes 6 de julio, la actividad se enfoca en la gestión de riesgo, que se incluye en la formación de grado de estudiantes de trabajo social pero que todavía requiere de instancias de capacitación permanente, considerando que nuestra región está atravesada por la cuestión hídrica. Esta instancia estará a cargo de Laura Imbert (UNL-UNER) y Sandra Gallo (UNL). El cierre está previsto el 8 de julio, será sobre “La cuestión de adopción”, para abordar aspectos del Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga), con la participación de Magdalena Galli Fiant y Nerina Murúa. Para mayor información consultar a la Dirección de la Licenciatura en Trabajo Social (FCJS - UNL) al correo trabajosocial@fcjs.unl.edu.ar o a la Secretaría de Posgrado (FCJS - UNL) al correo posgrado@fcjs.unl.edu.ar.

Autora: Laura Loreficio para El Paraninfo, 
periódico de la Universidad Nacional del Litoral