Las mujeres de la economía social resisten y hacen frente al Covid 19. Como todes, quedaron aisladas en sus casas para cuidar y cuidarse; pero esta pandemia arrasa no solo la salud sino también las economías de los hogares. ¿Cómo impacta el aislamiento social y preventivo a las mujeres productoras de Monte Vera? Una vez más, las mujeres somos las más expuestas ante la crisis.
Doble jornada, cuidados, trabajos productivos y reproductivos. En estos momentos de emergencia socio-sanitaria, las mujeres, que en la mayoría de los hogares sostenemos la vida familiar, nos encontramos maniobrando entre las tareas de cuidado, de acompañamiento socio-educativo a nuestros hijes, cuidando de algún familiar dependiente y pensando estrategias de sobrevivencia para llevar un plato de comida a nuestras familias.
Andrea es integrante de la Feria de Productoras de Monte Vera, pero además tiene otro trabajo que por la cuarentena no está pudiendo realizar. Vive con su familia, entre ellos sus padres -en edad de riesgo- y sus hijos. Es quién sale de su hogar para realizar los “trámites, voy a la farmacia, le hago los mandados, para que ellos no salgan tampoco, no se expongan tanto”, comenta.
Sandra, por su parte, llegó a la feria el año pasado a partir de la invitación de una compañera. Produce panificados junto a su pareja, con quién vive y comparten el día a día de sus hijos. Entre las actividades escolares y la promoción de sus panificados “compartimos el celular, por ahí el internet se corta, se va la señal”, explica Sandra.
En estas relaciones entre lo productivo y reproductivo se entretejen relaciones de producción, distribución, circulación y consumo que implican explotación, dominación capitalista y patriarcal, que ha consumido y consume los tiempos, espacios, cuidados y emociones de las mujeres. Existen, sin embargo, intersticios que posibilitan ir hacia relaciones de reciprocidad, democracia, cooperativismo y sostenibilidad poniendo el territorio, la naturaleza y los cuerpos por encima del capital; articulando así relaciones sociales, políticas, culturales y ambientales, principios compartidos por la Economía Social Solidaria (ESS) tendientes a la reproducción ampliada de la vida como las experiencias colectivas de ferias francas.
Pero, ¿cómo seguimos trabajando durante la pandemia? ¿Qué estrategias despliegan las mujeres para comercializar sus productos? ¿Cómo seguimos promoviendo la soberanía alimentaria? Con miedos e incertidumbres pero también analizando las posibilidades, estas son algunas de las preguntas que nos venimos haciendo junto al equipo con el cual acompañamos a las mujeres productoras de Monte Vera.
La Feria de Productoras de Monte Vera
La localidad de Monte Vera se encuentra en el cinturón hortícola que produce gran parte de las verduras y hortalizas que abastecen a la ciudad de Santa Fe. Según el Censo del INTA, llevado a cabo en el año 2012, el 90% de las familias hortícolas se encontraban vinculadas en asociaciones de manera formal. Sin embargo, existía un grupo que no había podido encontrar una forma organizativa de este tipo. Es en este marco, luego de un proceso de construcción, que surge la “Feria de Productoras de Monte Vera”, conformada por productoras de la agricultura familiar y emprendedoras de la localidad.
En la actualidad se entraman, para el acompañamiento y sostenimiento del espacio, junto a la Agencia de Extensión Rural Monte Vera del INTA, el Área de Comunicación Comunitaria de la Universidad Nacional de Entre Ríos, el proyecto de extensión Nuevas Ruralidades Solidarias del periurbano norte santafesino de la Universidad Nacional del Litoral, la Escuela Nº 324 “Los Constituyentes” y la Comuna de Monte Vera.
La feria empezó a funcionar como tal en el 2017 y a lo largo del tiempo fueron “mudándose” de espacios de exposición por la circulación de gente, las condiciones edilicias y de higiene, así como por los sanitarios, el agua y por las condiciones climáticas. La última decisión fue instalarse a la vuelta de comuna, en el corsódromo, en un predio del ferrocarril. Los días de exposición son los martes y viernes de 9 a 12 aproximadamente.
Las ferias promueven un tipo de organización y comercialización diferente a las conocidas por los grandes supermercados. Se vinculan más bien con trabajos familiares, cooperativos y comunitarios, sostenidos en la toma de decisiones conjuntas, intercambios de recursos, saberes y técnicas.
Así es el caso de Andrea y su familia, que producen hortalizas: “nosotros tenemos una casa de familia acá en el pueblo, pero mi papá alquila la tierra y entonces va y la trabaja, está a unos dos kilómetros”. Las actividades son compartidas por la familia, el padre de Andrea que cultiva y cuida del predio, y Andrea que se encarga de la venta en la feria.
Algunas de las decisiones conjunta que se fueron tomando en la Feria se relacionan con la incorporación de nuevas compañeras que quieran sumarse para diversificar la feria, “en estos tiempos hay que ser solidarias”, afirman. Para eso tienen como condición que sean elaboraciones caseras, familiares, valorando además la producción de verduras en transición agroecológica, evitando la reventa.
Según cuentan las feriantes, se construyen acuerdos entre las que “producimos panificados para no repetir: una hace torta asada, otra hace pan casero y también hace quinta con el marido, tienen batata y rúcula, y yo hago pre-pizzas, masitas”; de esta forma se crean procesos solidarios y participativos potenciando la organización y los vínculos.
En el encuentro social cara a cara se promueven la producción y el consumo de alimentos agroecológicos, la lucha por la tierra y el territorio, y el crecimiento de mercados locales. La ESS busca desarrollar prácticas en función del bien común, junto a los valores de justicia y responsabilidad en las formas de vivir, producir y consumir. De esta forma, se configuran nuevos territorios, nuevas formas sociales, culturales, ambientales y políticas.
En términos políticos la ESS abre oportunidades y desafíos a las mujeres para empoderarnos, para convertirnos en sujetos de derechos, para levantar nuestras voces y acciones, para intervenir y decidir en espacios públicos. Nos permite, además, dialogar con la perspectiva de género, habilitando a que las mujeres, como sujetos políticos y de necesidades, participemos y disputemos nuevos espacios de debate y comercialización, construyendo ciudadanía, democracia, autonomía e identidad colectiva. Todo esto supone tener presente relaciones de reciprocidad, reconocimiento y corresponsabilidad entre las personas en los diferentes trabajos, dentro de la familia, del emprendimiento y del territorio.
¿Cómo hacemos este encuentro cara a cara si no podemos vender en la Feria?
Frente a la situación de tener que quedarnos en nuestras casas, las mujeres se ven imposibilitadas de exponer sus productos en el espacio público de la Feria. La respuesta de hacer frente a sus economías familiares fue y es recurrir a las ventas de los productos de formaon line, a través de las redes sociales, y haciendo su entrega a domicilio, respetando las normas de higiene establecidas por el gobierno nacional.
Los productos ofrecidos en los bolsones son variados: van desde la elaboración de panificados y alimentos vegetarianos, a producciones hortícolas, florícolas y de plantas aromáticas y medicinales. Las producciones se vinculan hacia la promoción socio-cultural de alimentos sanos, frescos, naturales y artesanales, promoviendo la agroecología y/o transiciones agroecológicas, valorizando procesos de autonomía y soberanía alimentaria como el comercio justo.
Las mujeres de la feria manifiestan “...estábamos como perdidas, la feria había quedado plantada. Esto [la venta on line], realmente nos está dando un gran beneficio, porque algo se puede vender. Y que se beneficie la gente con las cosas naturales nuestras”. Los productos, señalan, “son artesanales, son los que hacemos nosotras. Son productos agroecológicos, caseros”. Esta nueva modalidad de venta implica promoción, Sandra dice “nos gusta, está bueno, les envío a mis contactos, ellos nos ayudan a compartir, se hace una cadena”.
Las ferias francas como experiencias de la ESS nos invitan a resignificar los vínculos económicos, sociales y solidarios, de producción diversificada, comercialización justa y consumo consciente, en conjunto con la lucha por la construcción de otros mercados políticos y territoriales en búsqueda de autonomía, visibilidad y de fortalecimiento de las productoras. Si bien estas estrategias de supervivencia son poco significativas cualitativamente a escala nacional, a nivel local o regional representan formas de trabajos e ingresos a numerosas familias, vínculos de cuidados con la naturaleza así como de los consumidores y valoración de lo local.
La virtualidad rompe con la cotidianeidad de la Feria de forma presencial, tiene sus límites y posibilidades. Algunas de las mujeres se encontraron con obstáculos a la hora de promocionar los bolsones por no tener a disposición los recursos tecnológicos, como internet, buena señal o redes sociales; por ello el acompañamiento por parte del equipo fue significativo a la hora de la promoción y la toma de pedidos.
Sobre los pro y los contras de esta nueva modalidad, las mujeres feriantes plantean que "con la venta virtual el producto está asegurado, en cambio una desventaja de la Feria es estar cuatro horas paradas, en el invierno con el frío, el viento, la neblina y no saber si vendemos o no". Como oportunidad, las mujeres plantean que se abre la posibilidad de venta en otros días, y de poder hacerla de forma individual y familiar; aunque no deja de lado la importante experiencia de venta conjunta.
“Hicimos pastelitos y me ayudó mi hija, llegamos a levantar 30 docenas. Ayer fue desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde, re bien. La gente también muy conforme y eso me gratifica un montón”, cuenta una de las productoras. La organización permite un trabajo conjunto entre las compañeras y las familias, alternando entre quienes disponen de movilidad, para realizar los repartos a domicilios, y quienes se ocupan de la administración de los cobros.
Productos de proximidad
La pandemia de coronavirus no es solo una crisis que impacta en el sistema sanitario sino que es multidimensional. Pone en evidencia las limitaciones del modelo capitalista y la cultura de acumulación y consumismo. El virus no nos igualó, visibiliza y potencia las desigualdades sociales.
Entre las repercusiones sociales de la pandemia se deja ver también el derecho a la alimentación. Mientras algunas pocas personas privilegiadas pueden teletrabajar, conservar sus empleos y salarios, otras deben elegir entre el peligro de infectarse a causa de prestar servicios esenciales como la provisión de alimentos y cuidado de personas dependientes, y la pérdida de empleo y de sus medios económicos de subsistencia.
En la coyuntura actual, una de las principales soluciones en vistas de un objetivo social debe centrarse en impulsar y promover la producción y el consumo local que exige defender la soberanía alimentaria; lo que supone apostar y reforzar medidas que impulsen la producción agroecológica o en transición hacia modelos de producción, distribución, comercialización y consumo territorializado y con menos impacto ambiental. Garantizar la equidad desde la producción al consumo alimentario, pasando por la producción, distribución y comercialización, sería tomarse en serio la justicia alimentaria.
Como forma de comercialización alternativa, esta experiencia nos invita a seguir interpelando los modos hegemónicos de producción de alimentos, quiénes los producen, cómo circulan, qué tipo de alimentos consumimos. Ser consumidores conscientes es valorar nuestra salud de una manera integral, incluyendo lo ambiental y el trabajo de quienes producen y comercializan nuestros alimentos, generando relaciones sociales más justas y solidarias.
Frente a las restricciones de movilidad y en situaciones de confinamiento, tenemos la opción de promover estas formas alternativas de comercialización hacia una ciudadanía ecológica, colaborativa y solidaria. Les invitamos a defender la soberanía alimentaria a través de nuestros actos de consumo, ahora desde nuestras casas.
Si te interesa conocer más sobre la Feria de Productoras de Monte Vera y encargar sus productos, podés hacerlo a través de: www.facebook.com/emprendedores.montevera
Autoras: Jorgelina Montero y Agostina Vénica - Estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional del Litoral - Integrantes del proyecto de Extensión de Interés Social “Nuevas Ruralidades Solidarias del periurbano norte santafesino”. Fotos: Marianela Morzán.