Comunidad Textil Santa Fe agrupa a más de 30 costureras y costureros de la ciudad y alrededores. En tiempos de pandemia, este y otros colectivos se organizaron para producir barbijos para distintas instituciones. Nos cuentan su situación actual, desafíos y reclamos.
Conocí a Rosana en un taller sobre gestión de redes sociales que di en 2019. En la primera clase, pedí que se presenten y cuenten sus intereses. Ella relató que, frustrada por no conseguir trabajo, en 2014 decidió hacer un taller de costura en La Esquina Encendida y al poco tiempo la profesora la invitó a trabajar con ella. “Empecé sin saber mucho, solamente hacía lo que me decían que tenía que hacer" recordó.
Rosana siguió capacitándose y en junio de 2019 abrió "El taller de Ro", pero sentía que necesitaba aprender a darle difusión a su trabajo en redes sociales. Y ahí nos encontramos.
Roxi (para les amigues) todo el tiempo está pensando y repensando su oficio. A las pocas clases del taller de redes, estaba liderando su equipo de trabajo y enseñándonos al resto sobre su militancia en relación al consumo responsable y reciclado de materiales. “Mis días son totalmente dedicados a mi vocación. Leo, investigo, hablo con colegas. Quiero crecer y ayudar a quienes lo necesiten” dice convencida.
Impulsada por esta convicción, semanas antes de la cuarentena obligatoria, Roxi armó un grupo de Whatsapp donde se encuentran costureras y costureros de la ciudad.
¿Cómo nació la idea de agruparse en Comunidad Textil Santa Fe?
-Armar el grupo de Whatsapp fue una iniciativa personal, por la preocupación que nos genera no saber qué precios son los que se deben cobrar, o dónde comprar telas. También para recomendar alguna trabajadora según el área y la especialidad en la que se manejan. Nos dedicamos a diferentes áreas textiles, desde un arreglo hasta la confección de un vestido. Forman parte talleres textiles industriales, diseñadores de moda, profesores de costura, modista y modelistas, costureras. Muches se sumaron a la iniciativa, justo en el momento donde atravesamos la cuarentena debido a la pandemia mundial.
¿Cómo se están organizando ahora?
-Los que tienen talleres en sus casas están trabajando producciones, arreglos y confecciones que tenían antes de la situación actual. Otras nos ofrecimos como voluntarias en la confección de barbijos y batas para las entidades que prestan servicio a la comunidad. También hay chicas que trabajan en sus proyectos personales, aunque haya faltantes de material. Esta situación hizo que recapacitemos sobre nuestra situación laboral, muchas estamos paradas sin poder trabajar. Muchas de nosotras hemos sido convocadas a la confección de barbijos y batas, hemos respondido de muy buena forma pero también somos conscientes de que es nuestro trabajo y necesitamos una remuneración. Nos hizo reflexionar sobre cuántas horas trabajamos ad honorem y cuántas para cubrir los gastos personales de cada costurera.
Además la situación de cuarentena complica aún más la situación...
-Sí. Sobre todo teniendo en cuenta que muchas farmacias, droguerías, empresas, comercios y personas nos están pidiendo barbijos, seguimos sin poder trabajar porque no podemos salir a comprar el material o repartirlos porque no tenemos permisos para circular. Nos preocupa porque hoy por hoy no hay otro trabajo para hacer y necesitamos cubrir nuestras necesidades básicas como pagar el alquiler y los servicios.
Soluciones colectivas
El grupo de Whatsapp de los primeros días finalmente se transformó en una Comunidad Textil Santa Fe. En su cuenta de Instagram explican que "desde hace un tiempo nos agrupamos para pensar las problemáticas del sector y encontrar soluciones colectivas".
Aparte de debatir los costos y los precios de la confección de barbijos, por ejemplo, sus integrantes agradecen el compañerismo y la ayuda mutua en tiempos de pandemia.
Melina Nuñez es intregrante del colectivo y cuenta que "cuando surgió la idea enseguida pensé en sumarme, porque la verdad que es bueno estar acompañados en la tarea que realizamos. Las costuras se volvieron a valorar hace muy poco. Creo que infirió el tema económico, la gente trata de no gastar si sus prendas están en buenas condiciones. Más allá que yo puedo contar con el el ingreso de mi marido, mi sueldo era y es muy importante me dignifica como persona".
Por su parte, Débora Sarnaglia del emprendimiento Filomena Bohemia, cuenta que "en este aislamiento logré comunicarme con mucha gente que quería ayudar en la producción de barbijos para la Policía de Santa Fe. Actualmente somos más de 50 colaboradoras que ponen su máquina de coser y su tiempo para producir. La situación es muy difícil en el plano económico pero creo que es peor la situación de salud que tenemos, sólo pretendo poner mi grano de arena. Espero que cuando todo esto pase se valore el trabajo que hacemos las costureras y diseñadoras, se valoricen nuestros estudios y trabajo porque somos explotadas por marcas nacionales, esa es una lucha que vamos a hacer juntos".
Finalmente desde Calicaia, explican cómo se organizan e insisten en el reclamo colectivo. "En este momento nos dividimos algunas máquinas de coser (las que se podían trasladar) y estamos terminando trabajos pendientes y pensando prototipos de prendas para más adelante. Además nos ofrecimos para coser algunos barbijos para el personal del 107. En este punto, desde Calicalia pedimos que el trabajo ad honorem no se confunda con la romantización de la precarización laboral. Todes les trabajadores informales, monotributistas y precarizades quedamos en una situación crítica y nos parece importante que el Estado y los privados tengan en cuenta una remuneración por nuestro trabajo".
Para sumarse a la Comunidad Textil, las personas interesadas pueden contactarse vía Instagram y enviar un mensaje privado.
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