DestacadasViolencia machistaViscerales

El amor es otra cosa

Los femicidios íntimos y una breve reflexión sobre lo vínculos que condenan a muchas mujeres a morir en manos de la violencia machista.

Autora: Pilmayquén | CC BY-SA 4.0

Todavía tengo dando vueltas en la cabeza los datos que arroja el informe del Ministerio Público de la Acusación (MPA) sobre muertes violentas intencionales de mujeres y femicidios en la provincia de Santa Fe, cuando me doy cuenta que sobre el final del primer mes del 2020 ya llevamos al menos siete femicidios.

Leer también »  Cuatro de cada 10 asesinatos de santafesinas fueron femicidios

Los números de este tipo de relevamientos suelen ser datos duros y fríos si no se ponen en contexto. Cuando se conocen los nombres y se intentan reconstruir las identidades en las notas que perfilan quiénes eran la víctimas, esas cifras empiezan a tener cara. Dejamos de contar números para empezar a contar historias de vidas que la violencia machista borró.

Leer también »  Mi femicidio inolvidable

Sin releer detenidamente el informe del MPA, recuerdo dos datos que me quedaron grabados: Los vínculos entre femicidas y sus víctimas y el lugar de los hechos. Gran porcentaje de los victimarios fueron parejas o ex parejas y, en la mayoría de los casos, los hechos ocurrieron en domicilios particulares. Se trata de la figura de femicidios íntimos.

Es decir que nos matan las personas que, en teoría, nos aman. Nos matan varones que aprendieron a vincularse de manera violenta, celosa y posesiva. Nos matan en un ámbito privado en donde nadie se puede meter y opinar porque a veces parece que, aún hoy, son “cosas de pareja”.

Leer también »  No seas trolo, man

Empieza febrero y con él el bombardeo mediático sobre el Día de los Enamorados, mientras las feministas seguimos saliendo a la calle para pedir justicia por el femicidio de turno. Seguimos discutiendo y disputando los conceptos de amor, vínculos y relaciones.

Tenemos más preguntas que respuestas pero tenemos claro que los celos y los vínculos tóxicos nada tienen que ver con el amor. Y cuando tengamos todas las respuestas, seguramente cambiarán todas las preguntas. Porque el proceso de deconstrucción es siempre una pregunta abierta. Mientras tanto, paren de matarnos en nombre del amor, porque el amor es otra cosa.