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Ataque transfóbico: inoperancia estatal y desidia

Una mujer trans de 66 años ingresó el domingo al Hospital Cullen con politraumatismos y principio de hipotermia.  Un seguimiento en primera persona de un caso que develó la poca preparación de los funcionarios estatales y el morbo de periodistas.

Autora: Beatrice Murch | CC-BY-SA-4.0

Según trascendió en los medios de comunicación M.N., mujer trans de 66 años, ingresó el domingo a las 9.45 de la mañana al hospital José María Cullen, despues de ser encontrada con politraumatismos, principios de hipotermia y en estado de inconsciencia. Según fuentes policiales, se encontraba a la altura del Aliviador Nº 1 del río Salado y manifestó haber sido atacada por dos hombres.

Me enteré de lo que había pasado con esta mujer ese día a las 7 de la tarde. Inmediatamente llamé a todo el mundo para ver si alguien la acompañaba o si se había dado intervención a algún organismo del Estado.

Los equipos de guardia del Área Mujer y Diversidad Sexual de la gestión municipal saliente (hoy un área acéfala), sin enterarse de la situación hasta el momento del llamado, fueron rápidamente al hospital para intentar dar con ella. M.N. ya se había retirado sin acompañamiento ni sostenimiento de ninguna institución, afirmando que se sentía mejor, para después finalmente, desaparecer en el anonimato en el que regularmente nos matan y en el que pasamos a ser meramente una cifra.

Es necesario a este punto aclarar que tanto la Subsecretaría de políticas Diversidad Sexual de la provincia como el Área Mujer y Diversidad Sexual del municipio santafesino, hoy, a días de la transición, son instituciones acéfalas, sostenidas pura y exclusivamente por las trabajadoras y les trabajadores que forman parte de sus estructuras.

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La salud patriarcal

Las agentes municipales entrevistaron al médico que atendió a la mujer agredida. Este médico, que me encantaría saber cómo se llama, negó que M.N. hubiera sufrido agresiones, sino que solamente la habrían perseguido. Hasta acá nada tenía mucha lógica. Pero después tiene menos.

En nuestra ciudad si hay algo por lo que se destacan los efectores de salud es por su capacidad de expulsar.
El hospital Cullen, dónde fue atendida M.N., es el mismo efector medieval que se sigue negando a aceptar donaciones de sangre de personas LGBTIQ+, y que también tiene en su haber incontables denuncias por discriminación y maltrato. ¿Que fe podemos dar de esos efectores marcados claramente por la reputación de ser unos aguerridos antiderechos?

¿Cómo saber, sin la intervención de una institución competente, si M.N. fue atendida en condiciones de dignidad, se respetó su identidad de género y que no se retiró del hospital en estado de shock sin la atención psicológica adecuada por la incomodidad de quedarse ahí? No pretendo especular con la propia experiencia… pero el historial no nos deja soñar tampoco.

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Hospitales inhóspitos

Sin ir más lejos el 31 de octubre S.M., mujer trans de 30 años, se dirigió al hospital Gumersindo Sayago, otro bastión de marketing de servicios de terapia hormonal. La joven acudió a realizarse una ecografía de rutina de las que se sugieren sean realizadas periódicamente durante la Terapia de Reemplazo Hormonal. Frente a un hall repleto de gente, el médico ecógrafo la llamó por el nombre que ella eligió, pero cuando se acercó a la consulta, el médico volvió a llamar, no acreditando la identidad de la muchacha. Seguido a eso la trató en masculino todo el tiempo frente a el resto de les pacientes y la joven trans se retiró, humillada, sin hacerse los estudios médicos. Como pocas veces sucede, S.M. decidió dejar asentada la queja y realizar una denuncia de lo sucedido en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Pero no fue el único caso de violencia. Una médica también le dijo a S.M. que no se acostumbra a "la moda" de esto de cambiarse de nombre y de género.

La mesa de la Marcha del Orgullo hizo público en redes lo sucedido y eso hizo que las autoridades del Hospital citaran a dicha organización, entre otrxs militantes trans, y la víctima de los hechos.

Una vez más nos encontramos en otra reunión para decir lo mal que está hacernos pasar por estas situaciones, y cómo resultan en el alejamiento de las personas trans de los efectores de salud pública. Una vez más escuchamos el pedido de disculpas. Pero hoy por fin apareció una pequeña modificación a la corrección política de siempre, la posibilidad de trabajar conjuntamente en pensar normas de convivencia en los consultorios, y de mantener reuniones periódicas para tratar lo concerniente a la población LGBTIQ+. No es una política de Estado, claro, pero es una apuesta política de una institución. Por fin empiezan a entender: nada de nosotres, sin nosotres.

Los medios

Ahora los medios exponen toda la carne picada para disfrute de la multitud. Otro crimen de odio espectacularizado para el disfrute del lector de medios web de cada día. Entre la tarde de ayer y el mediodía de hoy, cada vez más detalles fueron apareciendo en los medios de comunicación. Que le querían sacar un diente de oro de la dentadura. Que le dieron una paliza y la arrojaron al río. Incluso trascendieron datos personales de la mujer atacada que atentan contra la reserva de su identidad.

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Nosotres, en el fuego cruzado

No me quedan dudas que ayer y de nuevo hoy, en la más absoluta de las soledades, somos, fuimos y seremos les militantes de a pie quienes ponemos, pusimos y continuaremos poniendo de nuestros recursos, tiempo y afectos para contener situaciones como la de M.N., para certificar su bienestar, para descartar las declaraciones cruzadas; esas entre aquellos que destacan y espectacularizan las vejaciones que sufren las víctimas de múltiples violencias, y las autoridades estatales, o las ex autoridades estatales. ¿Pero qué más esperar?

Ahora empieza la competencia de detalles escabrosos.

Lo que dicen las denuncias y lo que digan lxs médicxs.

Lo que digan los medios y lo que dice el Estado.

Y en el medio nosotras, eternamente desamparadas entre unos y otros. El hartazgo nos organiza. Pero claro, cada vez cuesta más convertir la rabia en lineamientos políticos.

Hace algún tiempo, alguien me preguntó qué pretendía de una Subsecretaria de Diversidad... Y la verdad siempre me salió mucho mejor definir las cosas que no quiero. Escribir desde la rabia por la inoperancia públicamente expuesta, por ejemplo, es algo que claramente no quiero más. A estos mamarrachos no los queremos más.

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icon-asterisk  Si vos o alguna mujer que conocés sufre violencia de género comunicate al 144, es una línea telefónica nacional gratuita que brinda contención, información y asesoramiento.

Área Mujer y Diversidad Sexual del Gobierno de la Ciudad de Santa Fe

Teléfonos: (0342) – 4571525 / 4571666

Defensoría del Pueblo de la Provincia

Teléfono: (0342) 4573904

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