La primera denuncia fue en 2015. El eclesiástico está acusado de abusar de un nene y de una nena de tres años a la que, además, le contagió una enfermedad venérea. Se encuentra en libertad y sigue aún pendiente el nombramiento de dos jueces. Los nombres de las víctimas usados en esta nota no son los reales.
El cura Néstor Monzón se encuentra en libertad en la ciudad de Reconquista después de haber sido denunciado en 2015 por "abuso sexual gravemente ultrajante agravado" a una niña de tres años y a un niño. El fiscal Alejandro Rodríguez explicó a Periódicas: “Actualmente la causa está a la espera de juicio oral y público por lo que se ha presentado el escrito acusatorio, tanto de mi parte que soy el acusador público como de parte de la querella. La defensa ha hecho lo suyo. Hoy en día, de los tres jueces que deben intervenir (porque es un tribunal colegiado) solamente han nombrado a una”.
Abuso sexual gravemente ultrajante agravado
María y su familia vivieron por generaciones muy cerca de la Iglesia en Reconquista. Ella daba catecismo en el primer y segundo año y participaba de todas las actividades católicas. Iba cada domingo a misa, hasta se encargaba de llevar a su sobrina. La tradición de la devoción viene de su madre, quien era la encargada de arreglar el sagrario el tercer sábado de cada mes. “Toda la gente de la Iglesia nos dio vuelta la cara”, le dijo a Periódicas trás argumentar que las denuncias contra Monzón fueron radicadas después de que su hija de tres años le dijera lo que le estaba pasando a ella y a su primito.
A fines de noviembre de 2015 su hija soltó las muñecas con las que estaba jugando y le contó algunos de los abusos del “Padre Néstor”. “Los niños no mienten”, repite María del otro lado del teléfono en cada detalle del relato. Sobre el día en que la niña contó el tormento, dijo: “En ese momento pensé que era cosa de un juego de nenes de tres años. Entonces, al mediodía que viene mi marido, ella cuenta de vuelta lo mismo. Vamos a comer de mi mamá y le cuenta exactamente lo mismo, pero le agrega algo más. Fuimos a Santa Fe donde le consultamos a una psicóloga que nos dijo claramente que si nos había contado espontáneamente, teníamos que denunciar porque los niños no mienten. Con mi familia buscamos abogados que nos asesoren, y hablamos con otra psicóloga y nos dijo exactamente lo mismo.Entonces el 23 de diciembre radicamos la denuncia al mediodía y ahí empezó todo”.
Por la feria judicial, el caso debió esperar a ser retomado por la fiscalía en febrero de 2016. “Ahí la nena empieza a contar más cosas de lo que le hacía Monzón. Y hablamos con el fiscal porque además le habían aparecido unos granitos en la cola a mi hija. Consulté con una médica amiga y me dijo que vaya urgente al pediatra. Pedí una toma de muestra. La tuvimos que anestesiar, internar para que le hagan una biopsia. Ahí confirmaron en 2016 que era positivo el HPV”.
Los niños no mienten
El otro niño por el cual el cura Néstor Monzón fue denunciado es el sobrino de María. “Él no hablaba. No habló hasta que lo detuvieron. Contó que tuvo mucho miedo de todo lo que le hizo a mi hija, mostró como hizo y después no dijo más nada hasta que empezó con la psicóloga. Ahí fue que contó, en las sesiones. Se le llenaban los ojos de lágrimas. En algunas ocasiones decía que soñaba que el hombre araña lo iba a matar al padre Néstor. Tuvo mucho miedo”.
La hija de María hizo dos años y medio de terapia psicológica: “Ella lo sigue nombrando, no se olvidó. Vivo muy cerca de la parroquia donde pasó todo. Le hicieron la Cámara Gesell en Santa Fe. Nunca nombró a otra persona que no sea el padre Néstor. Siempre dijo lo mismo, nunca cambió su relato”.
“Ya pasaron casi cuatro años y todavía no pasó nada. Queremos justicia porque mi hija y mi sobrino no mienten. Al nene, que estuvo con psicóloga y es terrible lo que cuenta, no quieren hacerle Cámara Gesell todavía porque las profesionales dicen que no está apto por el trauma psicológico que tiene. Es muy introvertido. Mi hija cuenta todo y nunca dijo otro nombre que no sea el del cura Monzón”, denunció.
En libertad
El fiscal Rodríguez explicó a Periódicas que el eclesiástico reside en un domicilio particular de la ciudad de Reconquista: “Hicimos todos los pasos procesales básicos, que fue la detención de acuerdo a los pruebas con la que se contaba en ese momento. Se hizo la audiencia imputativa, y cursó un período de prisión preventiva para poder recolectar las evidencias que se necesitaban, entre ellas las Cámaras Gesell de los niños. Monzón luego recuperó su estado de libertad, con restricciones. Las normales de no acercarse a la víctima y otras más que prevé el código que son objetivas como no cometer delitos, no consumir alcohol ni drogas”.
Por su parte, María describió: “Le dieron un mes de prisión preventiva, después fue domiciliaria. Trató de ir a Victoria, Entre Ríos, y no lo aceptaron. Y terminó en Calchaquí, estuvo en una parroquia hasta que el Juez le dio la libertad porque no había peligro de fuga y está libre hasta el día de hoy”.
Qué falta
Desde la primera denuncia en 2015, aún no hay fecha de juicio porque no está conformado el tribunal. Hasta el momento la única jueza nombrada del Tribunal es Claudia Bressán. Rodríguez detalló: “Esto es muy distinto a lo que pasa en la jurisdicción de Rosario. Acá se cuenta con dos jueces nada más porque se jubilaron cuatro y se integra con jueces de las Toscas a 120 kilómetros de Reconquista, y con otro juez de la ciudad de Vera, 70 km al sur. Con esos cuatro jueces se desarrollan los procesos. Un tribunal colegiado se conforma con tres, y aquí dos se consideraron excusados”.
“Lleva tiempo designar al juez que va a intervenir en la cámara. Uno de los jueces que se designó manifestó tener amistad con el imputado, otro de los jueces tiene amistad con el querellante. Todo eso tiene un trámite con tiempo y hay que notificar a todas las partes. Las notificaciones no son sencillas, son cuestiones intrínsecas de los procesos que terminan a veces sin querer o sin desearlo con una postergación en la causa. Hay un promedio de mil causas por año, ésta es una de ellas”, agregó.
Al mismo tiempo Rodríguez le dijo a Periódicas: “Se ha planteado una controversia respecto a que nos oponemos a la existencia de listas de conjueces por lo que se inició un itinerario de vía recursiva y está todavía por resolverse más allá de que se ha designado un juez del poder judicial, es decir un juez natural como dice la constitución y dos conjueces. Pero todavía hay una discusión importante que entendemos que se va a zanjar a la brevedad y la oficina de gestión judicial decidirá la fecha de juicio oral y público porque es lo único que resta”.
“Lo que pedimos nosotros es que sean jueces naturales nombrados por la Constitución y que se busquen conexiones con Santa Fe y Rafaela. Eso no fue aceptado por la Cámara y está cuestionado actualmente. Eso no se desarrolla en una audiencia única. Cuando alguna de las partes no está conforme con un fallo judicial se recurre a la vía recursiva que tiene fechas, e ingresa a la lista de causas. Y ahí está justificada la demora”, argumentó.
El camino de la denuncia eclesiástica
En paralelo, María y su familia comenzaron un recorrido de denuncias dentro de la Iglesia Católica y aún hoy esperan una respuesta reparatoria. “Tiene la suspensión de ejercer el sacerdocio desde abril de 2016 que se inició el proceso penal. Y está en marcha el juicio canónico, ahora se elevaba todo a Roma. No creo que lo suspendan. Con todo lo que ha hecho la iglesia no confío. Todavía sigue siendo cura, estando acá cerca. Pero seguimos el juicio canónico. En su momento le mandamos una carta al Papa Francisco contando la historia y nos contestó pidiéndonos perdón y que hagamos las denuncias canónicas”.
María no suele hablar en público, pero se animó a dialogar con Periódicas: “Salieron a decir barbaridades sobre nuestra familia, que queríamos plata. Y lo que queremos es que esté preso, que pague por lo que hizo. Mi mamá se murió a causa de esto en julio de 2017. Estaba muy depresiva y de un día para el otro se nos fue. Ese mes se elevó a juicio y todavía estamos a la espera. Están todas la pruebas, la Cámara Gesell, los testimonios. Está todo. Los niños no mienten. Dijeron tantas cosas los vecinos, que están bardeándote todo el tiempo, diciéndote adelante de la nena que es todo mentira lo que dice, que yo inventé todo. Es muy doloroso. Cuando te tocan un hijo es horrible”.
También recuerda la reacción de algunas personas que pertenecen a la comunidad católica en Reconquista: “Nos dieron vuelta la cara. Gente que hace más de 45 años que nos conoce, que sabe que estamos viviendo acá. Fuimos muy amigos del cura que estuvo antes por más de 10 años, almorzaba con nosotros. Hasta que en septiembre de 2015 viene este engendro de Monzón y en noviembre me cuenta mi hija lo que le hizo. Un conocido y sacerdote que estuvo también acá nos dijo cuando llegó Monzón que el demonio había entrado a la Iglesia”.
“Por comentarios, no lo querían. Ya desde Roma viene con denuncias, pero por mujeriego. Dicen que tiene un hijo. Hay varios comentarios de él no muy buenos. Se dijo que andaba en fiestas en las playas de Malabrigo. También nos dijeron que en La Sarita, que es un pueblo cercano, lo encontraron con otro cura, que fue el mismo que vino volando cuando se pidió la prisión preventiva y vino a amedrentar al fiscal”.
Red de sobrevivientes de abusos eclesiásticos
María trata de juntar cada hora extra, cada día que puede para tomárselos por si el juicio empieza. Pero la espera no la viven solos, pertenecen a la Red de sobrevivientes de abusos eclesiásticos conformada por más de 70 personas en todo el país: “Un día la vi a Julieta Iñezco, una de las integrantes de la Red. Estaba ella hablando con [el periodista] Canaletti. La busco por el facebook, y le cuento la historia. Cuando le escribí me respondió “Hola, los estábamos esperando”. Y dentro de la página de la red, entro a mirar y estaba toda la causa, la venían siguiendo”.
Por último, María demandó: “Ojalá la justicia de Santa Fe siga el ejemplo de la entrerriana que está metiendo preso a todos los depredadores”.
Periodista. Investiga, entrevista, escribe y edita.