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La Poderosa de barrio Chalet inauguró su Casa de las Mujeres y Disidencias

La organización territorial que sabe de luchas bajo el agua y de circular entre calles embarradas reunió un sábado lluvioso a mujeres de todo el país para celebrar la apertura de una nueva casa, la octava a nivel nacional. El espacio lleva el nombre de Natalia Acosta.

Autora: Priscila Pereyra

La Poderosa es un gran movimiento, compuesto en su mayoría por mujeres de los barrios empobrecidos, empapadas de feminismo villero y de mucha resistencia, organizadas contra la violencia machista e institucional, violencias sociales y sistemáticas. 

Mujeres que sostienen ollas populares, que cuidan, que gestionan sus propios espacios productivos, de educación y cultura, y que generan una gran red en sus barrios, organizaron un gran dispositivo a nivel nacional para acompañar a otras mujeres que atraviesan situaciones de violencia, no solamente desde la acción inmediata, sino también desde la promulgación de derechos, el empoderamiento colectivo y el cooperativismo. 

Autora: Priscila Pereyra

La casa que abraza el barrio

La casa se encuentra bien al oeste de barrio Chalet, donde la urbanización y los servicios no llegan. La Cuadrilla de Limpieza y la Cooperativa de Construcción, que también lleva adelante la organización, fueron pilares fundamentales para comenzar a preparar este espacio que, antes de su inauguración, ya estaba en funcionamiento haciendo acompañamientos y desarrollando talleres para vecinas y pibis del barrio. 

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“Abrir la casa en el lugar donde está ubicada, hacia el oeste del barrio, que es el lugar donde no está la urbanización y donde los derechos están vulnerados, es muy importante. Donde plantamos la Casa de las Mujeres y Disidencias peleamos también por la urbanización y por mejorar las condiciones de vida de esas vecinas y vecinos. Es importante porque muchas de nuestras compañeras viven muy cerca de la casa. Tenemos dos barrios pegados, Arenales y San Lorenzo, de donde también se acercan vecinas. Cuanto más cerca estamos de nuestras compañeras, de nuestras vecinas, mejor podemos hacer nuestro trabajo que es acompañar en situaciones de violencia y mejorar su calidad de vida”, asegura María Claudia Albornoz, referenta política de La Poderosa, de barrio Chalet.

Natalia Acosta como bandera

Otra de las actividades que se llevaron a cabo durante la jornada fue la realización de un mural que, entre trazos, dibujaba el rostro de Natalia Acosta. “Para nosotras, Natalia Acosta significa la violencia que sufren las mujeres, tanto heteropatriarcal como violencia institucional. En estos 12 años de búsqueda de Natalia aprendimos cómo los organismos del Estado cajonean las causas. Quisieron borrarla, por eso nosotras la tomamos como bandera en nuestra casa. Significa todo ese derrotero que sufrió Natalia cuando estuvo en situación de prostitución y también todo lo que sufrió su familia buscándola, y cómo aquellos organismos del Estado que tendrían que haber respondido en esa búsqueda, lo que hicieron fue taponear la causa. Así murió Mari, su mamá; Ariel sigue luchando, al igual que Carmela y sus otros hermanos. Para nosotras, Nati significa todo ese dolor de una piba empobrecida y de su familia buscándola”, dice Albornoz.

Natalia Acosta desapareció del centro santafesino el 29 de mayo de 2009. Fue vista por última vez en la esquina de 25 de Mayo y Suipacha. En 2021 el fiscal federal N°2 de Santa Fe, Walter Rodríguez, pidió el cierre de la investigación sobre la desaparición. 

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Autora: Priscila Pereyra

Celebrando la organización

Luego de la inauguración oficial, los festejos se trasladaron al Centro Cultural y Comunitario Marielle Franco, que se encuentra a pocas cuadras. Allí hubo una feria de productivos y continuó un espectáculo musical a cargo de Evelin Maidana, cantante de cumbia santafesina que llegó con un repertorio de mujeres de la cumbia, haciendo mover el cuerpo y cantar a todas las poderosas. 

Hoy La Poderosa tiene en funcionamiento su casa, con espacios de cuidados, productivos y con mujeres del barrio capacitadas para acompañar en primera instancia a sus vecinas. Una casa equipada para albergar lucha y resistencia, construyendo feminismo popular, feminismo de barrio, sin un marco académico, sino con mucha práctica cotidiana, que pone el cuerpo, que sostiene espacios y que sigue luchando para que el Estado reconozca económicamente su trabajo.