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La Madre (y Abuela) de todas las plazas

24 de marzo - abuela - madres - plaza
En el acto más multitudinario del que se tenga memoria en la ciudad, 20.000 santafesinos y santafesinas salimos a la calle para reforzar las consignas de este (y de todos) los 24 de Marzo: son 30.000 y "Nunca más es nunca más".
Belén Degrossi
24 de marzo - abuela - madres
Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0.

En el cartón de algo que en otra vida fue una caja de aceite, un pibe de no más de 12 años escribe, en letra prolija, con fibrón: “Nunca más es nunca más”. Elige decorar simplemente con dos dibujos que remiten a los pañuelos de las Madres y las Abuelas. Camina por calle San Jerónimo, lo lleva con orgullo, mientras charla con otro amigo que lleva en la mochila vaya una a saber qué: una pelota por si pinta fulbito, los botines, algo fresco para tomar, unas galletitas.

En ese gesto, simple pero conciso, se resume algo que es un diálogo intergeneracional: esta es la plaza de quienes priorizamos la lucha de fondo frente a la discusión por las formas. Esta es la plaza del gesto simple, pero potente, la que inauguraron unas mujeres que encontraron en el ritual de dar vueltas alrededor de una pirámide, con pañuelos blancos en la cabeza, una forma de trascender. En ese momento, la “forma” fue moldeada por el contexto. La discusión de fondo, sin embargo, era lo único que les preocupaba: encontrar a sus hijos, sean dos, 500 o 30.000; levantar las banderas que les fueron propias; construir el mundo que ellos soñaban, aunque quizás en un principio ni siquiera ellas sabían muy bien qué mundo era ese.

La plaza del 24 de Marzo siempre es ese diálogo entre distintas caras del pueblo argentino, o santafesino en este caso. Actores políticos que quizás no se solapan en otros momentos históricos, que no comparten calles o luchas en otras instancias, que no podrían saludarse siquiera si no fuera bajo el abrigo del pañuelo de una Madre de Plaza de Mayo, conviven en la interminable marcha.

Esta es la madre, o la abuela en todo caso, de todas las luchas: feministas, ambientalistas, sindicalistas, movimientos barriales, expresiones culturales y familias sueltas, muchas, son las que componen esa larga cola y la columna, interminable, que va de plaza a plaza, que podemos llegar a estimar en términos numéricos y cuantitativos y que, sin embargo, simboliza mucho más que eso. Ese número servirá para ilustrar más tarde lo que a simple vista cualquiera que se asoma a la marcha percibe: que esta es, sin lugar a dudas, la convocatoria más importante de la historia reciente en nuestra ciudad.

La plaza del pueblo

Esta plaza es el reflejo de todas las plazas del país, que en este 24 de marzo, más temprano o más tarde, se llenaron de gente que intenta repetir una y otra vez la misma consigna, la del cartel en el cartón: Nunca más es nunca más. Y no solo nunca más una dictadura: nunca más a dudar del número de los desaparecidos, nunca más a justificar el accionar y las intenciones de los militares, nunca más a hablar de “excesos”, nunca más la apropiación de bebés, nunca más a la persecución de esas madres y esas abuelas que durante décadas de su vida se dedicaron a tratar de conseguir Justicia por sus hijos, jamás venganza.

24 de marzo - abuela - otilia
Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0.

La marcha es convocada por el Foro Contra la Impunidad y por la Justicia, por la agrupación Hijos, Nietes y demás organismos de Derechos Humanos. Tiende a ser siempre, y más hoy que es domingo, una marcha de familias. Eso es más que evidente. El mate circula con bastante asiduidad, aunque haga un poco más de calor de lo que suele hacer en los 24 de marzo. Nunca deja de emocionar la cantidad de carteles rudimentarios que aparecen: esa es la forma en la que cada familia, cada pibe, cada jubilada, cada grupo de amigos, elige hacer de este 24 de marzo su 24 de marzo. Y es por eso que las consignas son cada vez más diversas, cada vez más específicas, cada vez más poéticas, cada vez más maravillosas. En esa diversidad de consignas es que se esconde, a veces, el verdadero trasfondo de este 24 de marzo: si en aquel momento, cuando la Junta Militar tomó el poder, pretendía erradicar por completo las ideas de los compañeros y compañeras desaparecidos, no sólo que no lo lograron, sino que terminaron gestando algo que es mucho más diverso, mucho más único, mucho más hermoso de lo que podían llegar a imaginar en sus peores pesadillas. Porque somos, fuimos y seremos su peor pesadilla. Porque quisieron instalarnos el miedo y terminaron haciendo que el miedo fuera casi una herramienta política en su contra.

En esta plaza no hay madres sin hijos, abuelas sin nietos, hijos sin hermanos, nietes sin abuelos. Una vez, por lo menos cada 24 de marzo, nos recordamos que esos que no están, están presentes. Que son, y somos, 30.000. Que no son solo una consigna vacía y una foto en blanco y negro. Más aún hoy: este es el primer 24 de Marzo en donde nos gobiernan un presidente y una vicepresidenta que no solo niegan la cifra de los 30.000 desaparecidos, que no son simples negacionistas, que en algunos casos incluso reivindican algunas de las páginas más sangrientas de la última dictadura militar.

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Y el primer 24 de Marzo en el que el gobierno nacional intentó durante todo el día lo imposible en redes sociales para instalar la idea de que la historia a la que hacemos referencia cuando hablamos de “Memoria, Verdad y Justicia” es una historia incompleta. Por suerte (por suerte para nosotros y por suerte para la Historia Argentina, esa que se escribe con mayúsculas) la gran mayoría del pueblo eligió ignorarlos. Incluso, numéricamente es posible, gran parte de los que los ignoraron son los mismos que hace un par de meses pusieron su voto en la urna.

El documento elaborado por las agrupaciones de DDHH santafesinas hace referencia, sí, al contexto. Incluso los conductores del acto recalcan, mientras leen las banderas de las distintas organizaciones, sindicatos y movimientos que se agruparon, que cada uno de esos movimientos y agrupaciones también está en la plaza para reclamar algún derecho perdido, alguna situación angustiante, más no sea la aplicación de un modelo económico que ha dejado a los comedores escolares y barriales sin recursos, que pretende cerrar los medios públicos, que quiere terminar con el Conicet, que ya cerró el Inadi, la Agencia Nacional de Discapacidad y tantas otras cosas que están en juego.

24 de marzo - abuela - madres -plaza
Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0.

El pronunciamiento político comienza abrazando a Olguita Suarez y Otilia Acuña, las Madres de la Plaza de nuestra ciudad que aún nos acompañan, y que son piedra fundacional de toda plaza. Hace referencia a la pérdida de la soberanía nacional, a la paupérrima defensa de la causa de Malvinas del gobierno actual, a la venta indiscriminada de nuestros recursos naturales al mejor postor, a las similitudes del plan económico de Caputo con el plan de la última dictadura, a la pérdida de los puestos de trabajos de los cientos de miles de trabajadores públicos que fueron despedidos, al cierre de los organismos nacionales, al desfinanciamiento de la educación pública y las universidades, al cierre de miles de comedores barriales en todo el país, a la embestida constante que sufrimos las mujeres y las personas del colectivo LGBTIQ+, que vemos como nuestros derechos son carne de cañón, a la avanzada constante sobre los derechos laborales, a la licuación del salario.

La plaza escucha con atención. Casi 20 mil personas escuchan, acompañan, aplauden. No sólo han salido, en esta tarde de domingo, a pedir justicia por los 30.000 desaparecidos. El contexto, siempre, forma parte de esta plaza. Y no es hoy la excepción.

Los números musicales, a cargo de Cultura de Pie y la Casa del Viento, los Carpinchos y bandas locales, acompañan la tarde. Se proyectan videos que referencian a la historia de nuestras Madres. El mate se cambia por las ya tradicionales latas de birra. Es también, este día, un abrazo amigo. El encuentro certero de la plaza. Los rostros conocidos que sabemos que vamos a encontrar en una esquina, debajo de un árbol, mientras la marcha avanza.

 

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Hay un pacto que se traza entre quienes marchamos: esta es la línea que elegimos nunca volver a cruzar. De eso hablamos cuando hablamos de “Nunca más”. Podemos ser muchas cosas, pero jamás la doctrina de la crueldad y del silencio, del “algo habrán hecho”. Podemos ser muchas cosas, pero jamás seremos de esos que llegan a justificar los horrores más grandes, pura y exclusivamente para darle a alguien la razón.

Mientras hay gente que discute más la forma que el fondo, marchamos. Mientras algunos abandonan la lucha antes de perderla, en el gesto torpe y cobarde de quien nunca puso nada en juego, nosotros sabemos: la única lucha que se pierde es la que se abandona. Mientras haya pibes y pibas que corten cajas para hacer carteles, estaremos siempre honrando a la Madre (y la Abuela) de esas luchas.

Texto: Belén Degrossi
Producción: Julia Porta
Fotos: Titi Nicola