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Con ojo feminista

El 21 de septiembre se celebra el día de las fotógrafas, fotógrafes y fotógrafos en Argentina. Haciendo un recorrido histórico encontramos que los grandes referentes a los que se les amerita la creación del primer dispositivo fotográfico y los pioneros del arte de la luz, la composición y el revelado son varones. Las mujeres y disidencias brillamos por su ausencia en este primer tramo histórico. Nada que no sepamos. Pero, ¿ha sido realmente la fotografía algo solo de varones? ¿Por qué se nos excluye de ese relato histórico? ¿Qué es hacer fotografía feminista? 
Priscila Pereyra
Autora: Priscila Pereyra

Además de ser un arte, la fotografía es un registro temporal de ese momento único donde está transcurriendo un acontecimiento irrepetible que queda plasmado con una cantidad de luz intencionalmente medida y con una composición a consideración del ojo de quién captura. Pero, además, cada fotografía tiene un carácter político. Qué retratamos, desde dónde, qué enfocamos y qué queda en segundo plano, todo tiene un sentido, todo tiene un por qué, todo cuenta una historia. ¿Por qué seguir dejando que otros cuenten nuestra historia por nosotras?

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La fotografía como trinchera

La comunicación me permitió perfilarme hacia lo que siempre me había representado sin tanta seguridad: sí, soy fotoperiodista. Mi primera cobertura fue el día en que la Municipalidad de Corral quiso desalojar El Birri. Estaba en mi casa, a dos cuadras del centro cultural, y no lo dudé: agarré mi cámara y fui. Así siguieron transcurriendo marchas de la inundación, 24 de marzos, inundaciones en Colastiné, el festival de la Virgen en Guadalupe y varias concentraciones más adonde llevaba mi cámara, siempre como registro propio, hasta que finalmente mis fotos salieron publicadas por primera vez en un medio. 

Desde que comencé a adentrarme en esta gran ola llamada feminismo, diferentes fotógrafas de la ciudad nos fuimos encontrando en pequeñas rondas eventuales. Vernos las caras y charlar nos permitió poner en palabras nuestra experiencia en los distintos lugares en los que habitamos el arte de retratar momentos en el litoral santafesino. Solíamos cargar las cámaras en soledad, pero muchas veces necesitábamos encontrarnos un abrazo colectivo. Entonces comenzamos a cruzarnos en marchas, eventos, pañuelazos, hasta que finalmente, en un acampe realizado en el año 2019 se forma el primer Frente de Fotógrafes Feministas de la ciudad. 

En el frente empezó a plantarse la semilla del “narrarnos”. ¿Por qué es tan importante para nosotras contar nuestra historia? Porque la violencia machista nos atraviesa, porque las mujeres seguimos siendo invisibilizadas, porque los medios de comunicación hegemónicos prefieren contratar varones, porque nuestros propios colegas nos violentan y nos empujan en una marcha que ni siquiera los representa. Porque las que estamos sacando fotos cada vez que nos matan a una piba somos las mismas, porque cada 8m los tipos salen a buscar la foto que más venda a un lugar que no los convoca y que es nuestro, porque somos nosotras las que queremos contar a través de nuestros ojos. Porque muchas de sus imágenes también nos violentan, porque nos hacen invisibles a las gordas, a las negras, a las lesbianas, porque muchas veces reafirman estereotipos, porque para las que estamos subidas al colectivo feminista cada disparo tiene un sentido representativo, consensuado y debatido en interminables roscas con otras compañeras. Porque sí, también vamos a romper la fotografía

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Nuestra trinchera

Marcha del 8M 2022. Autora: Victoria Carballo

En un mundo donde somos sometides al bombardeo constante de estímulos visuales, quienes cargamos con la responsabilidad de crear imágenes nos vemos en una disyuntiva diaria. Nuestra decisión a la hora de componer es política. Nuestra mirada desde el arte fotográfico también cuenta nuestra historia. La fotografía, al igual que muchas artes, es trinchera de resistencia, y como alguna vez me pasó a mí, todos los días nuevas personas se encandilan con el arte de retratar lo que habita en su contexto diariamente. En mi memoria siempre va a quedar el día que une de mis alumnes del taller de fotografía que daba en barrio Chalet hizo de sus gruesas marcas de cortes en la muñeca una composición. Con su brazo extendido sosteniendo una flor, las cicatrices contaban una historia, su historia. 

Hoy, con un poco más de experiencia y recorrido desde aquel 2012 cuando llegaba mi primera cámara profesional, sigo sosteniendo que la fotografía puede dejar grandes marcas en nosotres y en la historia. Quienes cubrimos todas las marchas donde se despliega la bandera de Ni Una Menos sabemos que la columna de militantes tiene una gran ausencia. Fue inevitable no notarlo. Es difícil gatillar cuando el dolor te atraviesa y no hay consuelo para nadie cuando matan a una compañera. Esto también es la fotografía, que no deja de tener su cuota amarga, como toda historia. 

La fotografía también viene a representar los rostros de las que hoy no están entre nosotras. Un cartel con una foto en la plaza, tal vez una de las últimas, es el retrato de la violencia a la que nos enfrentamos cada día, pero también el de una lucha de mujeres y diversidades contra una cultura patriarcal a la que un día vamos a tirar. La fotografía será feminista o no será.