_ActivismosDestacadas

Salud mental, medios y género: el debate pendiente

El abordaje mediático de la búsqueda de M. dejó a la vista la falta de una perspectiva de la salud mental y de género en las noticias. La acompañante Terapéutica, Florencia Carullo, y la licenciada en Comunicación Social especializada en Salud Mental, Valeria Vidal, ofrecen una mirada crítica e información útil sobre las adicciones y del rol de las mujeres en los cuidados.

El Estado es responsable.
Autora: Titi Nicola / CC BY-SA 4.0

La desaparición y hallazgo de M. fue el puntapié para reflexionar cómo los reflectores mediáticos exponen la problemática de salud mental referida al consumo de sustancias, con el foco sobre el rol de la madre, a la que exponen como si fuese la causa de la supuesta "entrega" de su hija al hombre con el que habían estado cartoneando y compartiendo las últimas semanas. ¿Por qué se apuntó a la situación de consumo problemático de esta mujer, como si fuese el motivo del secuestro de la niña? Es llamativo cómo una compleja situación de vulneración atravesada por las condiciones socio-económicas en las que esta familia se encuentra se ve reducida a una “adicción”. Esta narrativa invisibiliza el trabajo que aún resta hacer en materia de políticas públicas, y, en en cambio, se la presenta ante la sociedad como la “verdadera responsable” de lo acontecido.

Además, no sólo se puede observar una mirada sesgada sobre las maternidades, desestimando la realidad socio-económica que vive esta y tantas otras mujeres/madres a lo largo y ancho del país, sino también un posicionamiento particular acerca del consumo problemático y las mujeres, en relación al estereotipo de género.

Leer también »  Mujer adicta: mala madre y mala víctima

El modo en el que trascendió, la forma de nombrar la problemática del consumo como “adicción”, y dar a entender que es el porqué del secuestro, impone y reafirma una concepción caduca y errónea acerca de los padecimientos subjetivos. La misma palabra “adicción” se presenta como conflictiva en el ámbito de la salud mental, en tanto “a” significa sin y “dicción” acto de hablar. Es decir: “sin palabras”; o en su defecto, como en este caso, hablada y puesta en boca de muchos otros. Se genera así un despojamiento de las características subjetivas e individuales de la persona, características múltiples, diversas y complejas, y se lo reduce a una etiqueta que tiene un enorme peso en el imaginario social: la persona “adicta” es criminal.

Otra versión de la etiqueta de la criminalización del consumo de sustancias la encontramos en la patologización, no menos estigmatizante: así como un “adicto” se lo suele ubicar como un ser peligroso, también como un enfermo. En ambos casos nos encontramos frente a un individuo despojado de su estatuto como sujeto de derechos. Incluso cuando se habilitan espacios mediáticos para que esa persona se manifieste y exprese, pero con efectos y repercusiones que continúan reforzando la expulsión del tejido social, generando mayor padecimiento y menor posibilidades de acceso a un tratamiento y abordaje respetuoso y humano de la problemática.

Las normativas vigentes del territorio nacional avalan lo planteado previamente. Por ejemplo, la Ley N° 26.657 de Salud Mental (2010) en su art. 4 promulga que el consumo problemático debe ser abordado como parte integrante de las políticas de salud mental y que las personas con uso problemático de drogas, legales e ilegales, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en dicha legislación en su relación con los servicios de salud. Asimismo, en su Art. 7 establece los derechos de las personas usuarias de salud mental: derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada; derecho a no ser identificada ni discriminada por un padecimiento mental actual o pasado; derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con resguardo de su intimidad, siendo reconocida siempre como sujeto de derecho, con el pleno respeto de su vida privada y libertad de comunicación; derecho a que el padecimiento mental no sea considerado un estado inmodificable. Como se puede apreciar, el cuerpo legislativo pertinente a la problemática apunta a la no patologización, a la no estigmatización y a la no discriminación.

La perspectiva de reducción de daños propone la garantización del acceso a la información y prevención, al contacto con el sistema de salud, para evitar los costos sociales y subjetivos que acompañan la penalización del consumo de sustancias ilegales. Vale la pena aclarar que ni las adicciones son siempre a un químico-tóxico, ni la ingesta tóxica implica una adicción. El abstencionismo, que radica en el no consumo y políticas prohibicionistas, penaliza una personalidad y genera un proceso de expulsión social. De este modo, queda en evidencia cómo la discriminación vulnera en vez de proteger.

Por otro lado, pero en la misma línea, la Guía de Tratamiento Mediático Responsable de Salud Mental de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual (2016), sugiere que es necesario propiciar abordajes que no asocien el padecimiento mental con la peligrosidad, la anormalidad y la incapacidad; resulta de suma importancia desarticular las estereotipadas representaciones sobre las personas que padecen subjetivamente, ya que estos enfoques pueden reforzar la exclusión social, no dan cuenta de la singularidad de la persona ni contribuyen a brindar orientaciones para la resolución del padecimiento; tener presente que el padecimiento mental es transitorio, no así la superación de la estigmatización y sus efectos; evitar la presentación del padecimiento mental como causa de acciones violentas y delictivas. Estas conductas no son uni-causales, así como el diagnóstico en el campo de la salud mental no habilita la presunción de daño. Lamentablemente, estas consideraciones parecen no aplicar a la madre de M.: mujer, pobre y “a-dicta”.

Podés solicitar ayuda o información en:

- Servicio de contención para personas con problemas de consumo: Línea 141. Más información haciendo click aquí.
- APRECOD (Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones):
0342 - 4619955 / 342 - 5 937 846 - 5 960 006 (Santa Fe)
0341 - 4467223 (Rosario)
aprecod@santafe.gob.ar

Autoras: Florencia Carullo - Acompañante Terapéutica (Rosario) y Valeria Vidal - Lic. en Comunicación Social - Esp. en Salud Mental (Santa Fe)