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Betania Cappato: "El cine es un punto de encuentro"

‘Una escuela en Cerro Hueso’ de Betania Cappato es la única película argentina en competencia en el Festival Internacional de cine de Berlín. La realizadora santafesina cuenta la historia detrás de su carrera, el recorrido del film y cómo es hacer cine en esta parte del mundo.

Una Escuela en Cerro Hueso llega a Berlín

Quizá como señal premonitoria, los padres de Betania Cappato se conocieron en un cine, convocados por 'El Dependiente' de Leonardo Favio. Una infancia frente al televisor y el reproductor de VHS tendría su continuidad en el Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales (ISCAA), en el conocimiento de los grandes maestros y el encuentro con quienes serían sus referentes. Identificada con la propuesta del cine latinoamericano y fiel a su entorno y vivencias, Betania llega a Berlín con una película filmada en Colastiné e inspirada en su hermano. 'Una Escuela en Cerro Hueso' competirá en la sección Generation del prestigioso festival alemán.

De Spielberg a Martel

“Que mi mamá y mi papá se conocieran en el cine durante la proyección de una película de Favio es una anécdota que me encanta. Para mí fue un devenir natural estudiar cine”. Betania cuenta que vivir su infancia en Colastiné Norte donde no había tele por cable implicaba, al menos para su familia, una tradición de películas con la videocasetera como elemento de proyección. “Era un ritual ir todos los días al videoclub”. En su relato aparece una mamá crítica de cine y directora de proyectos, un padre fotógrafo y coordinador de debates en el desaparecido Núcleo Joven y una serie de elementos que contribuyeron a la vocación. “A los 15 mi regalo fue una cámara Pentax de fotos y en mi casa había una cámara Panasonic 9500 de las de hombro, gigante. Entonces yo ya a los 15 filmaba, antes de saber que iba a estudiar cine o que algún día iba a hacer una película”.

En base a una reflexión autorreferencial, Betania reconoce tres etapas en ese acercamiento al cine y a los realizadores. La primera tiene que ver con aquella infancia de películas en VHS; cuando Leonardo Favio convivía con Spielberg o Zemeckis. Ese momento de las películas era como una puerta de ingreso. “Cuando somos chicos hay un cine que nos hace entrar en un mundo fantástico. Yo me acuerdo de llorar con ‘La historia sin fin’ como si fuera una tragedia y sentirme muy movilizada”. Otro período es el que se inicia con la carrera en el ISCAA y el descubrimiento de los grandes maestros. “Yo estudiaba cine y veía las películas de Rossellini, de Bergman, de Tarkovsky, de Truffaut. Obviamente hay un antes y un después de eso. Es otra búsqueda”.

Todo cine visto, disfrutado y analizado es parte del bagaje de un realizador al momento de definir su propio camino. Sobre ese punto, Cappato señala: “Después de haber vivido en mi infancia la emoción de sentirme reflejada en mis deseos y fantasías, después de pasar por el instituto del cine donde se conoce a los maestros que hicieron historia; ahora como realizadora me identifico con los directores cuyas búsquedas son más cercanas”. Ahí se filtran los nombres de Lisandro Alonso y Lucrecia Martel. “Es gente que hace también un cine desde acá”.

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Fernando Birri, Santa Fe y el cine para la transformación

Los padres de Betania solían contarle sobre la importancia de Santa Fe en el movimiento cinematográfico. “Nuestra ciudad tiene tradición cinematográfica. Había toda una movida cultural que giraba en torno al cine. El ISCAA tiene esa impronta de los 60, del cine latinoamericano y marcó una estética muy importante vinculada al cine como herramienta de transformación”. En ese sentido, el nombre de Fernando Birri aparece en varios momentos de la entrevista como una figura admirada.

“Me acuerdo que la primera vez que nos vimos con Fernando, yo tenia 19 años y el había venido a dar una conferencia sobre cine latinoamericano. Estábamos en un bar en una mesa larguísima esperándolo y cuando llegó dijo: 'Permiso, ¿me puedo sentar acá?". Y se ubicó al lado mío. Lo primero que me dijo fue: '¿Viste Milagro en Milán?' Yo no lo podía creer porque es una de mis películas favoritas en el mundo”. Ese encuentro que Betania rememora con emoción y relata con entusiasmo se enlaza con el posterior trabajo junto al emblema del cine santafesino.

Cuando Birri vino a Santa Fe a filmar la que sería su última película, 'El Fausto Criollo', Betania fue su directora de producción. “Pasé un año entero de mi vida compartiendo con él. Más allá del trabajo fuimos muy amigos y fue una amistad increíble”. La realizadora entiende que todo eso está en ella, en lo que le interesa y en esa particular manera de entender el cine desde este lugar del mundo. “Acá las estructuras de producción son diferentes, los recursos son diferentes. A veces desde la carencia tenemos que salir a buscar miles de alternativas”.

Ante la pregunta sobre los ideales y la realidad del filmar, Betania afirma: “Lo que se piensa como ideal son los modelos que la industria implementa para producir de forma estandarizada y pre digerida. Y para conseguir todo eso, los realizadores/productores tienen que dejar mucho en el camino, incluso con los apoyos económicos. Muchas veces el tiempo de la burocracia no va a ritmo con el tiempo personal de quien quiere contar una historia”. Ahí es adonde aparece la otra opción: la de salir a filmar con lo que se tiene. “Por ahora en lo personal no me siento cómoda con equipos muy grandes con los que no pueda tener un trato directo. Necesito que seamos pocos, que nos conozcamos, que nos tengamos confianza. Yo filmo con amigos, eso para mi es muy importante”.

Betania Cappato. Foto gentileza de la producción

Para Betania el cine es sinónimo de hacer. “El rodaje no tiene que ver específicamente con las cosas que uno aprendió en la escuela. El cine es mucha prueba y error, es mucho estar poniendo el cuerpo, mucho trabajo de observación, mucho trabajo interno”. Esa necesidad de accionar la colocó en la dirección de dos mediometrajes, uno de ellos filmado en el sur a poco de iniciar sus estudios, con la militante mapuche Moira Millán como protagonista. “ A los 19, 20 años sentía que el cine tenía que ser una herramienta de transformación social”, recuerda. En 2010 participó en la realización de una serie sobre los primeros juicios de lesa humanidad en Santa Fe. “Proyecciones de la Memoria fue una experiencia fuertísima que nunca voy a olvidar”.

Ese impulso de hacer la fue colocando en distintos espacios relacionados con la realización audiovisual. Trabajó como productora, directora artística y guionista de distintas producciones. También se encuentra vinculada a la obra de Iván Fund, cineasta al que admira como tal y con quien comparte su vida personal. 'Una escuela en Cerro Hueso', la ópera prima de Betania, ahora en Berlín, fue realizada con la producción de Fund. Al igual que Frankie, primer largometraje documental de Cappato que tiene al Code (el Observatorio Astronómico de Santa Fe) y su gente en el eje de la historia.

Colastiné y las historias cercanas

“Es difícil pensar en filmar cosas que no tengan que ver conmigo. Siempre me inspira lo que tengo cerca, las personas y los lugares que conozco. No me imagino en un lugar que no tenga mucho que ver conmigo. Me encanta contar lo propio, lo cercano”. Y un lugar conocido para Betania es Colastiné Sur y Norte. Se ilumina al hablar sobre ese emplazamiento casi escondido entre Santa Fe y Paraná, su gente y la mística de un origen vinculado al puerto que unía la zona con el mundo ultramarino.

Es cercana a ella también la Escuela N°39 9 de Julio de Colastiné Norte a la que refiere el título de la película. Esa es la institución que abrió las puertas de la inclusión a su hermano menor. Lucio tiene nueve años, diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA) y es quien inspiró la historia filmada. “¿Qué quise decir con la película? Yo quise compartir. Era importante para mí y podía ser importante para otras personas que también se sienten excluidas de un sistema que excluye y a veces destruye lo que no comprende. Obvio que es una historia personal y también me sirvió transitar ese espacio como manera de conectarme con mi hermano, de entender todo lo que piensa y lo que no dice. Yo sentía que filmando esta película iba a estar más cerca de él”.

Imagen de 'Una Escuela en Cerro Hueso' gentileza de su directora

La filmación de esa historia implicaba una cuidada selección de su protagonista. No era fácil encontrar un niño o niña que lograra expresar un cúmulo de emociones sin hablar. “Ese era el gran desafío”, relata Betania. “Era difícil para mi pensar quién lo iba a hacer y cómo lo iba a filmar”. Fue en esa etapa de búsqueda que recordaron a Clementina Folmer una niña que había tenido una participación breve en la película de Ivan Fund, 'Vendrá lluvia suave'. Buscarla en su localidad y elegirla fue casi un camino directo. “Ella es hermosa, está empapada en el tema porque tiene que ver con el trabajo de su mamá, es una niña tranquila y con muchísimo nivel de concentración. A veces estaba 30 o 40 minutos en personaje y no dejaba de ser Ema. No hubo dudas, cuando la filmamos dijimos: es ella”.

El camino a Berlín

El recorrido de 'Una escuela en Cerro Hueso', como suele ocurrir con el cine independiente, tuvo una serie de escollos y atajos. Se filmó en diciembre de 2018 después de que sus realizadores obtuvieran ayuda de un par de fondos de incentivo. Durante 2019, Cappato y Fund se dedicaron a la postproducción de manera solitaria y exigente. “Ese trabajo que hacen muchas personas, lo hicimos los dos solos", cuenta. Entonces, descubrieron que el material obtenido era diferente al originalmente proyectado y hubo que re pensar la idea. "En el proceso de montaje yo volví a escribir la película”.

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La producción llegó al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en la sección work in progress, espacio en el que se dan a conocer las propuestas en trayecto de realización. Esa exposición los acercó a un equipo interesado en participar del cierre del filme. Así ‘Una escuela en Cerro Hueso’ vio concluida su post producción, la depuración de imagen y sonido y la musicalización en Buenos Aires. “Todo ese trabajo hizo que la película crezca muchísimo”.

Betania se muestra particularmente feliz y entusiasta por la llegada de su película al Festival Internacional de Cine de Berlín. 'Una escuela en Cerro Hueso' no sólo es la única producción argentina en competencia en el festival sino también la única de toda Iberoamérica en la sección Generation. “Para mí ese es el lugar. Si me preguntabas de todos los lugares al que la hubiera podido mandar y cuál elegía, hubiera dicho Generation en Berlin. Más allá de que el festival es prestigioso y todos los ojos del mundo están ahí, en esa sección la película va a ser bien vista, va a ser apreciada en todo su potencial”.

Afiche de la película

Betania cuenta a Periódicas que en junio viajará a Alemania a presentar la película. Que sueña con mostrarla en Santa Fe y llevarla a distintos festivales. Hoy, mientras sus días pasan entre reuniones por Zoom y comunicaciones varias, ella afirma que está “disfrutando y aprendiendo un montón”. Y no deja de hacer. Ya está trabajando en su próxima película y otros dos proyectos suyos están en busca de productores. Como su infancia o su época de estudiante, el presente de Betania Cappato tiene formato audiovisual. “Es que el cine puede ayudarnos a encontrar un lenguaje en común”, afirma. “El cine es un lenguaje para todos, un punto de encuentro”.

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