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Quién pudiera no ser feminista

La visión de este momento histórico compartida por una militante feminista del interior de la provincia. Una colaboración de Luciana Paredes, de la agrupación La Viaraza Colectiva, de Sunchales.

 

Autora: Gise Curioni

“El feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer”.

Alfonsina Storni.

El feminismo es un posicionamiento ante la vida, que busca la igualdad de los seres humanos que habitamos este planeta, en todas sus expresiones, igualdad de derechos, de acceso y ejercicio de los mismos, de espacios de poder y de la vida diaria. ¿Qué mujer podría oponerse a ello? ¿Quién podría no ser feminista?

Sin embargo, esta voz que toma protagonismo y nos para frente al mundo para gritar y reclamar esa igualdad, es muy resistida y cuestionada, sobre todo por muchas mujeres que se verían favorecidas en sus vidas cotidianas si los postulados de igualdad se harían realidad en todos los ámbitos donde los exigimos.

La historia nos vuelve a poner en la escena de discusión, en tiempos extraños, de crisis sanitaria y económica, en un año duro y de emociones turbulentas, reaparece en la agenda de los argentinos el debate de la legalización del aborto y con él la resistencia al “feminismo” y a un supuesto doble discurso que se esfuerzan en instalar entre “defender a la mujer contra la violencia de género” y “justificar la muerte de inocentes”. Discusiones y debates morales, de oportunidad, y de índole metafísico, intentan nublar y tapar la marea verde que nunca bajó los brazos.

Lo que los grupos opositores, críticos, religiosos y moralistas, e incluso algunos sectores del poder político de turno se perdieron, fue la consolidación y expansión de este actor político que estuvo siempre vivo y creciendo en el entramado social. Este actor es el movimiento de mujeres argentinas, que recobró explosivamente su capacidad de organizarse, agruparse y repensarse a raíz de los femicidios ocurridos a partir de 2015. Las mujeres empezamos a salir a las calles una vez mas, esta vez pidiendo justicia ante el horror y la desesperación que causaba ver a nuestras pares morir de las formas más aberrantes y crueles en mano de los hombres y con un factor común: nuestro género.

Les tocó el turno a las jóvenes, a las niñas y a las mayores, a las pobres y también a las mujeres con mejor pasar económico y por supuesto a las travestis.

Lo que al comienzo pareció un grupo heterogéneo de mujeres unidas solamente por la indignación y el repudio a la violencia machista, fue formando una masa de pensamiento crítico entre sus integrantes que nos fue llevando a agruparnos con otros fines más ambiciosos, que buscan reclamar y exigir políticas públicas que den respuestas eficientes a las problemáticas transversales del género femenino.

Para repudio de muchas y muchos, las mujeres que integrábamos estos movimientos feministas, veníamos trabajando hace mucho tiempo un posicionamiento claro sobre la necesidad de despenalizar el aborto en nuestro país, como una urgente necesidad de salud pública.

Desde ese pensamiento crítico del contexto social que nos rodea, las mujeres recorrimos un trayecto intelectual, tomando como base el conocimiento de esa realidad, la cantidad de mujeres que mueren en el país a raíz de abortos clandestinos, la persecución social y penal de aquellas que pudieron salvar su vida de esas prácticas, así como las dificultades y tortuosos impedimentos que sufren aquellas que quieren acceder al aborto legal en los casos excepcionales que la ley actual contempla. Sin contar con las discusiones retrógradas que afloran en contra de la educación sexual integral y la promoción de métodos de cuidado y anticonceptivos, que no hacen más que obturar la tarea preventiva y de cuidado para evitar llegar a embarazos no deseados.

El conocimiento en profundidad de estos datos que muestran la realidad de las mujeres en nuestro país, permitió que en el año 2018, en pocos meses las mujeres instalen un debate de alto vuelo intelectual y jurídico en el Congreso de la Nación en defensa del proyecto de Ley de interrupción voluntaria del embarazo, dando respuestas sólidas y refutando cada una de las posiciones extremas de aquellos que envueltos en sus creencias religiosas y prejuicios morales decidieron llamarse “pro vida”, con una clara intensión de manipulación de la sensibilidad social en contra del proyecto.

Desde adentro

La lucha por el aborto legal, seguro y gratuito en Argentina no nació de un repollo verde ni de uno violeta..., fue producto de la constancia de mujeres desobedientes al mandato de maternidad obligatoria, dispuestas a romper las cadenas de la reproducción biológica como esclavitud.

Y acá estábamos, listas para dar ese debate las mujeres que nos agrupábamos en distintas provincias del país. Que veníamos hace mucho tiempo elaborando nuestro posicionamiento sobre este tema, pensando nuestro contexto sociocultural y visualizando la necesidad de hablar de la despenalización del aborto. Hasta el momento de la apertura del debate en diputados, nos encontrábamos limitadas por nuestro contextos, inmersas en una comunidad altamente influenciada por la Iglesia Católica y por las ideas conservadoras, para gritar a los cuatro vientos nuestros pensamientos.

El amplio debate dado por el movimiento feminista y sus representes en todo el país fue armando el escenario que generó la intensa jornada de este 14 de junio de 2018 en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación.

Después de semanas de movilizaciones, pañuelazos, encierros en facultades y colegios –incluso algunos religiosos–, cortes de calles y fuertes polémicas en los medios, llegó el momento de la votación

La votación fue muy reñida, con resultado incierto hasta el último minuto. Pero ese triunfo fervoroso y esperanzador, se derrumbó ante las estructuras enquistadas y conservadoras de algunas provincias cuyos representantes en el Senado no estuvieron dispuestos a romper.

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Volver, siempre volver

Con sabor amargo en el alma de haber acariciado la meta sin poder abrazarla, y una corriente resistente avalada por la derrota a las feministas en esta batallas, no pudieron doblegarnos. Nuestro posicionamiento ante el debate no fue gratuito, se cobró escraches, malos momentos, insultos y angustias para muchas de nosotras. Pero acá seguimos, repensándonos, rearmándonos, reclamando la respuesta que el Estado nos debe. Las que pertenecemos y militamos esta causa desde adentro sentíamos en lo más profundo de nuestro ser que no había vuelta atrás.

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Acá estamos

Aprobar esta ley es importante porque implica garantizar una mayor igualdad real de las mujeres y los cuerpos gestantes que hoy abortan en la clandestinidad. Y porque, además, impulsaría una mayor equidad para quienes atraviesan contextos de vulnerabilidad, que atraviesan condiciones de clandestinidad que ponen en peligro su salud.

A pesar de la crisis y del contexto social complejo, acá estamos terminando el año 2020, resurgiendo de lo más profundo de las batallas sociales diarias contra la pobreza, la marginalidad y la violencia de género en crecimiento, con una nueva media sanción en la Cámara de Diputados.

La presión de los distintos colectivos ha sido tan grande que cuando llegó la oportunidad nuevamente, muchas mujeres estaban preparadas con un pañuelo verde en la puerta del Congreso o en la plaza de nuestro pueblo.

En este momento histórico y en este lugar de interior del país, esas mujeres integramos un movimiento feminista que nació desde el horror y el sentimiento de injusticia, pero que vislumbró la necesidad de juntarse y organizarse para repensarse. Que se venía preparando hace años atrás para dar debate a la necesidad de consagración de nuestros derechos; hemos sabido capitalizar la oportunidad de ser escuchadas y hemos tomado la palabra. Nos animamos a que vean la luz nuestros profundos pensamientos y debates sobre la necesidad de no ser perseguidas por nuestras elecciones de vida.

A pesar de la resistencia de la sociedad conservadora y de las propias mujeres que les cuesta pegar el salto para salir del sistema patriarcal en el que están inmersas, pudimos hacernos escuchar, pudimos sembrar la semilla del cuestionamiento de lo impuesto.

Más allá de nuestro fuerte deseo de que sea ley, el debate instaurado por este potente actor social de nuestra época, “el movimiento feminista”, no tiene retorno.

El futuro es feminista y en todo el territorio nacional no hay una sola mujer que no sea feminista. Como dice Alfonsina Storni, “podrá no querer participar en la lucha política pero sin embargo desde el momento que piensa y discute en voz alta las ventajas y ‘los errores’ del feminismo es ya una feminista, pues el feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer”.

Y aunque en esta zona de mi hermoso país pareciera ser más cómodo y complaciente adherir a movimientos que dicen defender la vida, no puedo dejar de estar orgullosa de ser parte de ese ejercicio de pensamiento que hoy se encuentra transformando estructuras retrógradas y que está haciendo historia.

Autora: Luciana Paredes, de la agrupación La Viaraza Colectiva, de Sunchales.