La comunicación, ¿derecho de unes poques? Feminismo transexcluyente, cupo travesti trans y confusión genérica. Comunicar el odio, nunca más.
Eran cerca de las 11 de la noche y por fin estaba en casa, después de un día de varias reuniones.
Me preparé un matecocido y un sánguche con lo que me quedaba en la heladera y con el pan que me sobró del mediodía de la vianda del comedor del barrio que me da de comer todos los findes.
La verdad, nunca esperé nada de esto para ser honesta. Ni siquiera calculé llegar a los 28, mis planes tenían otros plazos.
Seguir viva a esta altura siendo una trava, habiendo salido de la prostitución más de una vez, y llegar a hacer lo que me gusta, la verdad no era una posibilidad a la que yo le tuviera mucha fe.
Pero acá estoy. El 1 de octubre se va a cumplir un año de mi primera publicación en Periódicas, y el 2 de octubre es mi cumpleaños 28.
Esta nota es para hablar de eso que me gusta, y que no sabía que me gustaba.
En Periódicas hago cosas que nunca hice. Hablo con autoridad, en lugares en los que normalmente no me darían ninguna legitimidad. Entrevisto gente que nunca vi en mi vida y sin embargo aún así deposita en mi cosas que yo ni puedo calcular.
Y pese a que parece que me animo a todo, a mí el miedo siempre me sigue de cerca. Nada, absolutamente nada, de todo eso que me ven hacer sería posible sin mi manada, sin todas las que me enseñan y me animan a probar todo lo que se supone que no sé cómo hacer, y que por ende no puedo hacer.
Todas esas profesionales de la comunicación, hartas y organizadas, que hacen Periódicas.
Ellas me sacan fotos, más lindas que nunca. Me etiquetan en publicaciones casi a diario. Me hicieron una ilustración hermosa, y hasta me convirtieron en un gif.
Me llevaron a recibir a un premio, me armaron mi primera entrevista en vivo, y me bancaron en mi primer panel sobre comunicación feminista. También me reclaman churros las caraduras.
Ahora hay gente que no me conoce y me dice periodista. Sólo porque recojo información, la ordeno, la traslado a un formato legible, le pongo una foto que sacan las que s+i saben sacar fotos, las editoras le ponen la magia y de repente es una noticia.
Y la verdad que para mí, "periodista" me queda grande. Aunque sí tengo muy claro que nadie, nunca, en ningún lugar tiene la potestad de arrebatarme mi derecho a comunicar.
Perionisman
Ayer en un grupo de difusión una periodista autopercibida como "feminista" criticó muy fuertemente mi participación en una actividad sobre aborto.
Entre las descalificaciones que utilizó, puso en cuestión mi calidad de periodista, y mi capacidad de hablar sobre el acceso a la interrupción del embarazo por no portar un útero.
Rápidamente las capturas de ese horror se compartieron en otros grupos, y compañeras feministas de verdad me hicieron llegar su cariño y apoyo frente al ataque.
Pensándolo mejor, después de un rato, llegué a la conclusión de que no está tan confundida la Miss Sororidad 2020.
Periodista es Majul y Amalia Granata. Periodista es Cristina Pérez. Periodistas son los Leuco. Periodista es Alaniz, periodista es Lanata.
Periodista es la terfa que levanta likes en redes hablando de Cupo Trans pero utiliza el recurso de "no tiene útero, no puede hablar de aborto" para deslegitimarme.
Y la verdad que con ese muestrario del horror, les digo fuerte y clarito que no, yo no soy periodista.
Soy más que eso, soy el cupo trans de un medio feminista y autogestivo. Soy una trava de barrio, prostituida, militante, hambreada, trabajadora, a veces entrevistadora, a veces escritora, soy feminista popular y estudiante de Comunicación Social.
Hasta me voy a largar a experimentar en el ambiente radial. Pucha, soy la bronca hecha una nota visceral. Soy la furia trava de todas las que nunca pudieron llegar.
Pero se lo voy a usurpar igual, porque si hasta Fantino se dice periodista sin titubear, no creo que haya mucho más por arriesgar.
Lo cierto es que a estas alturas hay al menos tres hechos evidentes. Uno y el esencial es que todo acto humano es un acto de comunicación. El derecho a comunicar es universal.
El otro es que en el acto de comunicar se imprime la responsabilidad social sobre esa tarea. Y hay formas de comunicar que son inaceptables. Comunicar el odio, nunca más.
Y por último y no menor es que el mundo de la comunicación no es solamente Periódicas. Ninguno de esos medios que sacan titulares sobre cupo laboral trans están dispuestos a contratar a una trans.
Muy pocas de esas periodistas que dicen comunicar socialmente están dispuestas a reconocer a una trava como colega, incluso entre aquellas que afirman hacer "periodismo de género".
A nosotras nos quieren en otros lugares, un paso atrás y al costado, donde seamos las pobrecitas salvables, las aceptables. Reconocernos iguales es reconocernos atravesadas por las mismas necesidades y las mismas violencias, y eso para muchas aún hoy, continua siendo impensable.
A esta altura me genera un montón de paz saber que puedo bajar la guardia y que puedo descansar. Hoy les doy las gracias a todas las pibas que me salen a bancar. Un besito en la frente para las envidiosas. Calentitos los panchos de soja.
Escribe. Se especializa en la temática trans-travesti y las notas viscerales.