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Trabajadoras del jardín Isondú reclaman respuestas oficiales

Imagen gentileza Isondú. Autora: Gise Arola
El jardín comunitario continuó brindando prestaciones de cuidado durante el aislamiento. Sin embargo, la falta de concreción de convenios y ayuda económica oficial pone a la institución en una situación crítica.

El jardín Isondú es una institución comunitaria basada en los principios de la educación popular. 12 mujeres lo sostienen a través de la realización de tareas de cuidado de infancias. Surgido en el barrio Los Hornos y como respuesta a la necesidad de un espacio para les niñes de mujeres trabajadoras, el jardín fue creciendo y abriéndose a la comunidad. Económicamente resultan fundamentales los acuerdos, hoy inactivos, con gobiernos municipal y provincial.

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El rol social de Isondú

Somos 12 mujeres que realizamos tareas de cuidado y que sostenemos una política de trabajo sin patrón”, relata a Periódicas Mercedes Dordain. La terapista ocupacional destaca el carácter comunitario y la base en la educación popular del jardín. “Estamos constantemente repensando la educación en términos políticos y pedagógicos. Proponemos una planificación basada en la Educacion Sexual Integral (ESI) y en la perspectiva de género; siempre considerando que les niñes son sujetos de derecho libres y con poder de tomar decisiones. Aspiramos a un desarrollo de infancias libres”.

La docente Florencia Alegre relata el origen del jardín, situación vinculada a las mujeres trabajadoras y el cuidado de las infancias. “Surgió en el barrio Los Hornos como respuesta a una necesidad concreta de las mujeres que tenían que salir a trabajar y no contaban con un espacio seguro en el que dejar a les niñes”, señala. El rol histórico de la mujer como agente de cuidado es puesto "constantemente en tensión”, según explica.

Imagen: gentileza Isondú. Autora: Gise Arola
Imagen: gentileza Isondú. Autora: Gise Arola

El carácter comunitario de la institución es destacado por Victoria García (docente y coordinadora) quien en diálogo con Periódicas explica: “creemos que la crianza colectiva tiene que ver con que todes les actores sociales participen en el espacio del jardín. Es un jardín con las puertas abiertas a la comunidad en general”.

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Aislamiento, trabajo y necesidades

A partir de la declaración del aislamiento por pandemia, el jardín siguió brindando acompañamiento emocional y práctico, tareas pedagógicas y ayuda a través de bolsones de comida y elementos de higiene. “Como equipo de trabajo continuamos con las asambleas semanales. En un primer momento las desarrollamos de manera virtual y después cuando hubo menos restricción pudimos continuar de manera presencial tomando las medidas y recomendaciones para evitar el contagio y propagación del virus”, cuenta Dordain. “Y seguimos en estado de alerta ante cualquier situación de violencia de género”.

García hace referencia al trabajo del equipo de cocina. “Uno de los principios del jardín es la alimentación saludable. Entonces, la entrega de bolsón iba acompañada de recetas o  preparación de alguna comida como para que las familias puedan seguir esa instancia que se sostiene en el jardín del desayuno y el almuerzo”. La actividad pedagógica, por su parte, continuó a través de la entrega de propuestas y sugerencias de actividades. “Se brindaron materiales en relación con la motricidad fina y gruesa y se grabaron relatos para que les niñes puedan escuchar voces distintas a las de su familia durante el proceso de la cuarentena”.

Imagen gentileza Isondú. Autora: Gise Arola
Imagen gentileza Isondú. Autora: Gise Arola

Las mujeres de Isondú subrayan que el jardín  es autogestivo y que el salario de las trabajadoras al igual que el alquiler del espacio se sostienen a través de los convenios realizados con la Municipalidad y el gobierno provincial. “Esos convenios están acordados pero no tenemos respuestas ni ingreso de dinero”, señalan. En el mes de julio las trabajadoras no han percibido sus sueldos. “No estamos pudiendo sostener el espacio ni reconocer el trabajo de las personas por no tener dinero. Necesitamos que esos convenios puedan salir”. Otro reclamo fundamental que destaca Giorgina Espíndola, docente iniciadora de la propuesta de Isondú, es el reconocimiento oficial del espacio como jardín.