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La última derrota feminista

legislatura política feminista
La Legislatura santafesina aprobó una reforma de la Caja de Jubilaciones que atenta contra los derechos previsionales de sectores feminizados de la administración pública. La denuncia por la inconstitucionalidad de la ley la impulsa nada menos que la bancada celeste. En la misma semana echaron más de 40 trabajadoras que sostenían políticas de género y diversidad de la provincia. ¿Dónde están nuestras legisladoras y funcionarias feministas mientras todo esto sucede?
Victoria Stéfano
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Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0.

El jueves pasado la diputada del bloque Unite por la Vida y la Libertad, Amalia Iris Granata, presentó al Poder Judicial una denuncia por "graves violaciones al reglamento" de la Cámara Baja, ocurridas el jueves 12 de septiembre en la Legislatura santafesina mientras se discutía la sanción definitiva del proyecto de reforma a la Caja de Jubilaciones que, entre otros sectores, perjudica potencialmente a quienes realizan tareas feminizadas en el marco del Estado provincial, como las docentes.

El viernes 20, en tanto, las 41 personas que estaban en suspenso desde el 29 de mayo pasado por su posible cesantía como trabajadoras y trabajadores de la Secretaría de Mujeres, Género y Diversidad de la provincia, recibieron la noticia de la formalización de sus despidos tras meses de una agónica lucha por sus puestos de trabajo, que sostenían las políticas de igualdad a nivel provincial. Ante este panorama vale la pregunta: ¿dónde están nuestras legisladoras y funcionarias feministas mientras todo esto sucede?

Votación rápida adentro, caos afuera

En una jornada marcada por el conflicto desatado por el tratamiento del mensaje 5115 del Ejecutivo provincial, que proponía la Emergencia Previsional y Reforma del Sistema Jubilatorio de los empleados y funcionarios de la Provincia en Diputados, la presidenta del cuerpo legislativo, Clara García, apuró la votación en el recinto mientras aún se desarrollaba la lista de oradores que se turnaron para pronunciarse sobre el proyecto avalado por todo el arco de partidos que componen el frente Unidos para cambiar Santa Fe.

García, tras la sugerencia del diputado socialista Pablo Farías, precipitó la irrupción del orden de la sesión y dispuso la votación en general del proyecto, mientras manifestantes destrozaban las puertas del ingreso principal al palacio legislativo sobre calle General López.

"Es evidente que están cediendo las puertas de la Legislatura.  No es una situación que nos guste a nadie, obviamente. Yo lo que pediría es pasar a la votación en general y en particular y luego seguir el debate todo el tiempo que podamos, ¿no?", sostuvo el socialista tras interrumpir al legislador evangelista Juan Argarañaz, del Bloque Inspirar. Tras el pedido, la presidenta de la Cámara definió someterlo a votación y con la venia del Partido Socialista, el PRO y el radicalismo, procedió a habilitar la expresión de voto sobre el expediente.

En medio de silbidos y gritos, García chasqueó los dedos y pidió la votación, que resultó aprobada con 23 votos positivos, 9 negativos y 11 abstenciones de los 44 legisladores presentes. Farías volvió a tomar la palabra para pedir la votación de los tres títulos que conforman la ley para liquidar rápidamente la cuestión. Con la misma dinámica previa, García sometió la sugerencia a la disposición de los representantes en recinto, y, de manera exprés, y casi sin mirar a los legisladores presentes, dio por aprobados todo el contenido de la legislación.

En ese contexto, la diputada Granata se levantó de su asiento dirigiéndose hacia la presidenta del cuerpo con un ejemplar de la Constitución santafesina y tomó el micrófono del estrado de García al grito de "no es así, no es así".

"En el articulo 109, inciso 4 está la moción de que se cierre el debate, que es la que yo presenté. Requiere el voto de la mayoría, no de los dos tercios. No entiendo lo que están reclamando", replicó Farías y solicitó un cuarto intermedio.

 

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Tras la interrupción, la sesión se retomó horas más tarde y, cuando le tocó hablar, la diputada del bloque Somos Vida apuntó contra la gestión de Pullaro y señaló el presunto pago de "casi un millón de dólares a la señora Susana Giménez para que sea la cara de la Lotería de Santa Fe", el dinero entregado por decreto a la casa de apuestas de la provincia, a Radio y Televisión Santafesina y el sustento destinado al nombramiento de 40 asistentes técnicos el 30 de agosto pasado. "Plata que iría a la Caja de Jubilación para sostener a los que laburaron toda su vida y que se merecen, no cuando al gobernador se le ocurra, tomarse su descanso, sino cuando la vida le dice 'hasta aca laburaste, tenes que empezar a disfrutar todo el esfuerzo de estos años de trabajo'", cuestionó Granata.

"La mayoría de los que están acá votaron así", disparó durante su alocución la ex mediática mientras se tapaba la nariz, "porque no concuerdan con esta ley", apuntó.

La denuncia de Granata

Tras el intercambio de la polémica sesión, donde dijo que "nos saquemos las caretas" y apuntó contra la pauta que el gobierno de Unidos destina a los grandes medios locales para mantener la imagen pública del gobernador, el pasado jueves Granata se apersonó con su bloque en la sede de la Justicia provincial en la capital.

"De las 11 abstenciones, ninguno se abstuvo", sostuvo a los medios la diputada cuando presentó en los tribunales de la ciudad de Santa Fe una demanda para denunciar las irregularidades de la sesión.

"Cuando volvimos del cuarto intermedio no pudimos dar la argumentación del voto. Todo irregular, fraudulento, viciado", añadió, y agregó que “la casta política brilló el jueves. Hasta el reglamento se pasaron por donde quisieron. Creen que la Legislatura es de ellos, creen que porque tienen mayoría es una escribanía del gobernador. Y quedó en claro que no lo va a ser”.

La destacada opositora además apuntó que "ahora hay gente nueva que no va a permitir el avasallamiento" de la división de poderes en la provincia.

El miércoles pasado, de hecho, la diputada celeste ya había adelantado la presentación en su cuenta de X, donde remarcó "graves violaciones al reglamento" y anticipaba la solicitud de "una medida cautelar que suspenda los efectos de la ley hasta tanto se resuelva el planteo judicial".

En la demanda impuesta, Granata, junto a legisladoras y legisladores de su bloque, denuncia la inconstitucionalidad de la Ley 14.283 y solicita su suspensión a través de una medida cautelar hasta tanto se resuelva si la normativa en efecto viola el marco constitucional de la provincia.

El mismo jueves que Granata presentaba su demanda, se difundió por redes sociales el decreto de María Victoria Tejeda, ministra de Igualdad y Desarrollo Humano, que formalizó el despido de las más de 40 personas que trabajaban en el ex ministerio de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia.

Ni las intensas jornadas de lucha y visibilización de la problemática, ni las efemérides, ni los números de los femicidios, ni los documentos contra el ajuste a los sectores mas vulnerados conmueven ya a las que llegaron a escaños y cargos con las consignas de Alicia Moreau, Carolina Muzzilli, Fenia Chertkoff, Gabriela Laperriere; Clotilde Sabattinni, Elvira Rawson, Margarita Malharro, Florentina Gómez Miranda, María Teresa Morini; Maria Eva Duarte, las Madres y las Abuelas, o, la mismísima no feminista mas feminista de todas: Cristina Fernández.

¿Qué pasa con las compañeras que llegaron a ocupar espacios de poder con la "escalera violeta" de la que habla Luciana Peker y nos echan a la calle empujándonos a protestar contra ellas?

Los feminismos vez tras vez han tropezado con los espacios de poder, sobre todo cuando se trata de ponerse las gafas violetas y ver que, en efecto, las propuestas y armados que apoyan, o sobre los cuales mantienen un prudencial silencio y estratégica distancia, van directamente contra los principios feministas a los que dicen adherir tan concienzudamente en los contextos electorales y cada 7M, 3J, 28J y 25N.

Es válido que nos preguntemos hasta dónde llega la crisis de representación cuando ni en la gestión de los recursos del Estado, ni ocupando espacios de representación legislativa podemos, quienes seguimos creyendo que la victoria feminista es posible y la transformación aún aguarda al doblar en alguna esquina encumbrada del tiempo, encontrar referentes de nuestro campo político que no vendan, lo que otrora fuera, su profunda convicción por una parcela de poder.

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Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0

¿Está, finalmente, todo perdido?

Un capítulo nuevo, y sumamente confuso, se inscribe en la historia en momentos en los que figuras en las antípodas de nuestro horizonte ideológico cobran relevancia ocupando posiciones que concuerdan en el discurso y en la acción con lo que entendemos es la vía de la acción política ética.

Si llegaron hasta acá en la lectura: no, esto no es una campaña para convencer a nadie de votar a Amalia Granata como gobernadora en 2027. Quizás, más bien, intente, con muchísima soberbia intelectual, no ser mucho más que una reflexión personalísima a costas de los rezagos de un idealismo que sobrevivió a las puñalas, patadas, insultos y pedradas de cuanto partido político ocupó un escritorio de responsabilidad en esta rica y perdida provincia sobre la necesidad de crear referentes éticas que propongan una representatividad transparente, que no se venda a la flagrancia de la venganza política que sobreviene sobre los trabajadores estatales cada cuatro años, ingresados al Estado por su cercanía al color partidario entonces de turno; que no se aproveche de la maquinaria estatal para nombrar amigos y familiares en cargos que se pagan con la de todos; que no financie desproporcionadamente a las organizaciones que atravesó en su militancia; que no despilfarre el dinero público en facturar su reelección; que no distribuya con el arbitrio de la pertenencia partidaria los recursos a su posición; que no regale sus convicciones cuando logre por fin poner la mano sobre los Santos Evangelios y jurar por el cargo.

Frente a la imposibilidad de figuras de ese alcance, porque acá solamente llega quien debe favores y los devuelve cuando ya firmó, es que nos nacen estas confusiones ideológicas. Donde aquel tal o cual, acérrimo enemigo, es hoy un mínimo aliado en contra de poderes cada vez más concentrados.

Y está bien que nos suceda. Significa que no nos entregamos a la miseria que nos proponen como horizonte político ideológico, sino que algo en nosotros, por agonizante e ínfimo que sea, continúa buscando una esperanza a la cual atar la existencia. Avizorar, aunque sea en campo minado, un ápice de posibilidad de una supervivencia de revancha. Alguien que al menos se digne, en nombre de nuestra desdicha, a arañar la cara asquerosa del degeneramiento del poder en el que también perdimos a quienes alguna vez llamamos compañeras.

Es en el campo arrasado de la imposibilidad organizativa, representacional, constituyente de esta realidad, que nos parece un espejismo que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

No es posible en este texto dar cuenta de ninguna vía concreta de qué hacer en este estado de situación. Ni con las que de repente parecen interesantes aliadas, ni con las que, con la venia de nuestros movimientos, nuestra militancia, nuestra teoría y nuestra historia, llegaron adonde llegaron y hoy se guardan en el silencio, cuando no son cómplices expuestas y abiertas de los tajos abiertos en las carnes de este pueblo empobrecido, hambreado y olvidado por poderes y por divinidades también.

Lamentablemente ya no existe consenso social para tomar las plazas y montar tribunales ciudadanos que dictaminen la inexculpable y decidida traición que éstas últimas nos procuran. Tengo que decir que hacerlo tampoco sería ético.

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Autora: Priscila Pereyra

Y es allí donde entra la duda acerca de si, en efecto, el modelo de la indiferencia, el modelo del individualismo, el modelo de procurarse al menos los precarísimos dos metros donde intentamos construir una vida un tantito menos desdichada, apoyada en apenas un puñadito de afectos, con el saldo de algún pequeño gesto apenas excedente de la estricta autopreservación, sea lo que en definitiva nos mantenga a salvo, hasta que nazca entre nosotras una elegida. Alguien que cumpla todas las profecías y esperanzas imposibles, que se atreva a cargar con el don misterioso de cumplir tan solo una regla, y solo una: actuar con verdad.

En términos generales la crisis de representatividad es a penas no encontrar en quién creer porque todas, más temprano o más tarde, han ejecutado aquello mismo que en otro momento denunciaron.

Es válido también, entonces y por tanto, preguntarnos por qué les exigimos a estas mujeres y diversidades más que lo que le exigimos a los varones en esos mismos lugares. Y la respuesta no podría ser más simple: porque queríamos de verdad creer que ellas sí iban a mantener un atisbo de respeto por aquella palabra que, pese a las contradicciones y malestar gastrointestinal, nos comprometió el voto.

La ética feminista nos indica que debemos leer en sus acciones el devenir de mujeres, travestis, lesbianas y trans que han pagado al igual que nosotras los costos que el patriarcado impone a aquellas que se atreven a ocupar el lugar que le es naturalmente asignado a los varones en todo vínculo social existente.

Y otra vez aparecen no más que dudas: ¿es posible a estas alturas considerar sostener la ética con quien la ha entregado? Quizás a mi misma me caben los mismos cuestionamientos.

Puede que así y sólo así la verdad vuelva a ser verdad; la mentira, mentira; los servidores públicos, servidores; y los pobres, dignos.

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