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"Me decían que tocaba el piano como un hombre"

Cristina Dall empezó a estudiar piano a los cinco años. En la adolescencia dejó las teclas y el clásico por las cuerdas y el rock. Así llegó a los escenarios hasta que el blues la ganó. Hoy, en su etapa solista como compositora, pianista y cantante, la ex Blacanblus es referente de un género que para muchos es cosa de hombres.

En 1992 Las Blacanblus irrumpieron como una bocanada de aire fresco en la escena del blues argentino y supieron mantenerse durante 14 años. Hoy Cristina Dall continúa siendo compositora, pianista y cantante. Pero todo empezó con la danza, una actividad truncada por cuestiones de salud. “Tenía asma bronquial -cuenta Cristina- y en esa época se creía que las personas que lo padecían no podían jugar, ni saltar,  ni transpirar” Entonces, su papá, un austríaco al que le gustaba tocar el violín, propuso para ella una actividad musical tranquila: estudiar piano. “Yo era muy chica -dice- Tenía cinco años y estudié hasta los 11 o 12. Después me agarró la locura de la adolescencia y no quise saber más nada con lo que me hacían hacer”.

Otra iniciativa de su padre fue regalarle una guitarra criolla que comenzó a acompañarla en los recreos de la escuela de mujeres a la que asistía. “Hacía canciones de los Beatles, de los Rolling Stones, Sui Generis, Vox Dei, Manal. Toda esa revolución del rock de la época me llevó por delante en el mejor sentido de la palabra”.

Cristina Dall en Santa Fe. Foto: Romina Pecorari

El blues y una historia circular

Cristina tenía cinco años, la misma edad de la de sus inicios con el piano, cuando en el altillo de la casa familiar escuchó, en un tocadiscos, un vinilo de su padre que la impactó. “La canción se llamaba Sixteen tons, en ese momento no supe por qué pero me gustó y la guardé”. Mucho tiempo después, cuando ya había incursionado en el rock, empezó a buscar raíces y llegó hasta el blues y el negro spiritual. El círculo rítmico empezaba a cerrarse y el recuerdo recobraba sentido.

La primera banda con la que subió a un escenario fue Magnum 44, en la que era la cantante. “Hacíamos un rock and roll bastante furioso”, recuerda. Después llegaría La Doble Dos con la que incursionó en la composición y el piano al servicio de su música. La escucha y el estudio del negro spiritual son simultáneos al encuentro con esas mujeres junto a las que cambiaría de sexo al blues local: Las Blacanblus

El género que fue en EEUU música de oprimidos tuvo en Argentina un sesgo diferente. Voces roncas y letras clásicamente masculinas son parte de la tradición del blues por estos lados. Entonces, ¿cómo fueron recibidas estas cuatro mujeres? “Primero hubo un gesto de curiosidad: ¿Qué hacen estas minas? Y parece que la resultante fue grata. Siempre aparecía quien me decía que tocaba el piano como un hombre. Era un piropo para el paradigma de ese momento. Todavía no estábamos tan conscientes”.

Dall cuenta que también hubo palabras y gestos duros hacia Las Blacanblues y sus requerimientos, críticas marcadas por el género de sus integrantes. “Eramos cuatro mujeres y pedíamos monitoreo para escucharnos y sonar bien, exigíamos un sonido que respete lo que hacíamos. Por eso nos decían hincha pelotas”. A la pregunta de si la exigencia generaba la misma calificación en un hombre, Cristina responde con certeza: “No, a un tipo no le dicen eso”. Con el tiempo la imagen de ellas fue cambiando, con el aval del éxito, aclara. “Cuando hay éxito hay aceptación. En algunos casos hace falta tener éxito para lograr aceptación y espacio”.

Cristina Dall. Foto: prensa de la artista

De amor y otras letras

Las primeras canciones de Cristina tenían que ver con el amor, el desamor y sus variantes. Hoy, su nuevo disco solista, High Society Pachanga, transita otros rumbos temáticos. “Hay denuncias de situaciones, ironías. Siempre me resultó agradable usar la ironía porque tiene esa cosa de humor que permite decir algo duro sin que sea ofensivo”. Cuenta sobre El Paso, tema que habla acerca de aquello que a esta altura de su vida la define y sobre Solo Quiero tu Dinero: “Es la antítesis de un tema viejo mío que decía no quiero tu dinero. Yo bromeo que no hay que tirar al universo una premisa porque se cumple”. Y, aunque en otro formato, también aparece el amor en su presente. “Está el amor que es del público, de los compañeros. Algo que en este momento de mi vida recibo con mucha felicidad”.