El 29 de marzo de 2013 Vanesa Zabala fue asesinada en la ciudad de Reconquista. Hoy, siete años después, seguimos levantando su bandera: fue un crimen de odio.
El brutal crimen de Vanesa Zabala fue inaugural para las organizaciones LGTBI+ en general y para las organizaciones trans, en particular en nuestra provincia. La categoría travesticidio aún no era ampliamente difundida entre los ámbitos militantes, pero sí comenzábamos, a partir de ese momento, a prestar mayor atención a una serie de cuestiones particulares: lo que los medios de comunicación decían sobre nosotras, cómo la justicia accionaba cuando no éramos señaladas como criminales y ocupábamos el lugar de víctimas y cuál era el entramado estructural en el que se inscribían nuestras muertes.
El 29 de marzo de 2013 golpearon salvajemente a Vanesa, una mujer trans de 31 años. La dejaron con pocas señales de vida muy cerca del lugar donde solía ejercer la prostitución, en la conocida y apropiada zona de “el triángulo”, en el acceso sur de la ciudad de Reconquista. Alguien la encontró esa madrugada y la ayudó para que pueda recibir atención médica. Horas después, Vanesa murió en el hospital.
Fueron las movilizaciones de autoconvocades y familiares de Vanesa quienes impulsaron ese mismo año el reclamo de justicia, donde la primera respuesta señaló a cuatro adultos y tres menores como responsables del asesinato.
Los propios vicios moralistas y machistas del sistema procesal trastocaron todo el litigio. En noviembre de 2017, cuatro años y ocho meses después del hecho, se llevó a cabo el juicio oral. Los imputados, José Daniel Villasboas, Ana Virginia Abasto, José Luis Petroni y Gustavo Daniel Vallejos, fueron detenidos bajo el cargo de homicidio agravado por ensañamiento y alevosía y la participación de menores de edad.
En diciembre de 2017, el tribunal de jueces de Reconquista sentenció a los cuatro imputados por el brutal crimen a la pena de prisión perpetua. Sin embargo, el tribunal no consideró el agravante por delito de odio a la identidad de género. El crimen de Vanesa no fue juzgado como un travesticidio.
Vanesa como bandera
El caso de Zabala impulsó la lucha por el reconocimiento de la figura de travesticidio en nuestra provincia y a nivel nacional. El reclamo por el reconocimiento del agravante de odio hacia la identidad de género continúa vigente. Hasta hoy, la justicia penal argentina reconoció esta figura sólo una vez y fue en caso de Diana Sacayán.
El crimen de Vanesa también dejó al descubierto los lugares precarios desde los cuales nosotras las travestis accedemos a la justicia, y lo vetusto de un sistema penal muy entrenado para criminalizarnos, pero lento y resistente a garantizarnos los debidos procesos judiciales. La recusación sucesiva de los jueces, la renuncia a aceptar a familiares de Vanesa como querellantes en la causa y la resistencia de los conjueces a asumir el proceso para que siguiera adelante desnudaron públicamente un hecho largamente datado por las travestis perseguidas y encarceladas: para nosotras el acceso a la justicia es cuando mucho una aspiración, no una garantía.
Escribe. Se especializa en la temática trans-travesti y las notas viscerales.