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Pullaro y su club de caballeros

El gobernador Maximiliano Pullaro fue invitado a jugar al fútbol y a comer un asado con periodistas de la ciudad. Adivinen si había alguna mujer. “Es sólo un partido de fútbol”. No, son espacios donde circulan contactos, relaciones, plata: poder. ¿No la ven o se hacen?
Magdalena Artigues
pullaro fútbol periodistas
Crédito: Club El Quillá

La historia está repleta de ejemplos: los clubes de caballeros, las tertulias, las carreras de caballos, los prostíbulos, eran lugares donde hombres se juntaban con hombres a distenderse, sí. Pero también a rosquear, a hacer negocios, a tejer relaciones de conveniencia mutua.

En esos espacios el lugar de la mujer quedaba relegado a poner la casa, servir, atender, entretener. O directamente no estar.

Y no sé si deberíamos estar hablando en pasado, los clubes de caballeros siguen existiendo, aunque tal vez un poco más sutilmente. La ensayista canadiense Martine Delvaux en su libro "Los boys club" (Península, 2023), los define como esa "camaradería masculina que ordena nuestro mundo de mil maneras tan evidentes como disimuladas". "La Iglesia católica, por ejemplo, y el Vaticano, de una forma más particular; o el Ejército", describe la autora en el libro. También pone como ejemplo a Donald Trump y a los grupos de hombres que se juntan para defender a violadores y agresores de mujeres o para ejercer presión política en contra del aborto.

La redondita

En Argentina uno de los principales espacios de poder es el fútbol. No sólo porque mueve millones de dólares año a año, sino también porque la clase política y el deporte en nuestro país están íntimamente entretejidos. Desde usar el Mundial ‘78 para limpiar la imagen internacional de la Argentina en dictadura, pasando por la utilización de las barras bravas como fuerza de choque y hasta su ejemplo más claro: las figuras políticas como Hugo Moyano, Cristian Ritondo, Diego Bossio o Mauricio Macri mechando a lo largo de su vida cargos en el Estado y en comisiones directivas de los clubes más importantes de la Argentina. Pullaro

El fútbol, como todo lugar donde circula el poder, está sumamente masculinizado.

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Con los años, con la lucha de los feminismos y con la audacia de algunas pioneras, esos espacios de poder fueron haciendo lugar a algunas, inclusive en el fútbol. Luego de la ola verde que explotó en 2018 es notorio que en los últimos años han florecido las ligas de mujeres, los roles de árbitra, relatora, comentarista. Pero también se han multiplicado los partidos mixtos entre amigues y hasta han tenido que reformar las canchas de fútbol 5 para hacer baños para mujeres (El Uñazo: tenés una deuda pendiente).

Sin embargo, los jóvenes 70 años que llevamos pudiendo elegir y ser elegidas en cargos públicos en este país, se ve que no son suficientes aún para considerarnos partícipes necesarias de estos espacios de poder.

Un partidito

Esta semana en el club El Quillá se jugó un partido de fútbol (con tercer tiempo incluido). La consigna: periodistas versus funcionarios del gobierno provincial. Todos hombres, pasando por el gobernador Maximiliano Pullaro, Pablo Olivares (ministro de Economía), Gustavo Puccini (ministro de Desarrollo Productivo),  José Goity (ministro de Educación), Emilio Jatón (secretario de Derechos Humanos) y Oscar Dolzani (senador provincial), entre otros. Pullaro

Si no te posicionás dentro de los feminismos ahora viene la parte en que pensás “qué pesadas, es sólo fútbol”. Y no. No seamos tan ingenuas.

Históricamente los partiditos de fútbol de la oficina con el jefe fueron lugares descontracturados y seguros para sacar el cuero o decir lo calientes que estaban con las compañeras de trabajo, pero también donde se cocinaron los ascensos o mejoras salariales.

No es lo mismo tener una relación estrictamente laboral que compartir un grupo de whatsapp, cargadas, contacto físico, chistes, comida, alcohol. Esa construcción de un espacio de confianza con quien tiene el poder te favorece, estés consciente de eso o no. A la hora de tener un dato, un contacto, una pauta, una exclusiva, no es lo mismo que te codees con el gobernador (y aspirante a presidente) y sus ministros, a que lo veas sólo en conferencias de prensa.

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Nos adelantamos de nuevo a la vocecita “pero si no hay funcionarias provinciales o mujeres periodistas que jueguen al fútbol”. Sí las hay, muchas, hasta jugadoras de liga. Pero invitarlas implicaría romper el club de caballeros.

Son tiempos difíciles para el periodismo y hoy hay una evidente situación de disparidad de fuerzas entre trabajadores de prensa y funcionarios. El “cuarto poder” ya se deshilachó hace tiempo.

Entendemos que para quienes están adentro del club es difícil rechazar privilegios. Pero sobre todo, quebrar el pacto machista requiere muchos, muchos huevos.