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Jugar al fútbol ya no es un sueño imposible

Imágenes y sensaciones de un día histórico para el fútbol femenino tatengue y de todo Santa Fe: Unión debutó como local en AFA ganándole 1 a 0 a Estrella del Sur en el mismísimo estadio 15 de Abril. El punto de partida de un libro de hazañas que recién comienza a escribirse.
Gisela Curioni

El sábado 22 de abril se vivió una mañana histórica y emotiva para el fútbol femenino santafesino: Unión debutó como local en el torneo de Primera C de AFA ganándole 1 a 0 a Estrella del Sur en el mismísimo estadio 15 de Abril.

La cancha principal del club, que es casi de uso exclusivo de los hombres, le abrió sus puertas -no es la primera vez, pero alcanzan los dedos de una mano para contarlas- a las pibas. En las tribunas presenciaron el partido más de mil personas. Mujeres, niñas, niños, hombres, familias. En el alambrado se veían las banderas que habitualmente luce el 15 de Abril, más algunas nuevas y más específicas, como la de la peña “Mara Domínguez”, histórica jugadora del Tate.

En la tribuna también se podía identificar a algunas personas que en el fútbol masculino hinchan por el clásico rival, pero que cuando de fútbol femenino y hechos históricos se trata nos encuentra a todas unidas, más allá de los colores. Esta vez le tocó a Unión, y es un grito de esperanza (y reclamo) para el resto de los clubes de la ciudad.

Las mil personas es más que una estadística para ver quién recauda o mete más gente. Es un número que significa una oportunidad para seguir creciendo. Y aunque muchos piensen lo contrario, para demostrar que el fútbol femenino también importa.

Importa para la nena a la que siempre le gustó jugar a la pelota y no tenía adonde ir a practicar con otras nenas. Importa para esa nena a la que le daba vergüenza que la vieran jugando con todos varones en el barrio, porque capaz la tildaban de “marimacho”. Importa para la nena que coleccionaba el álbum de figuritas del Clausura a escondidas.

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Todas esas nenas en algún momento fui yo, y el sábado pude entrar a la cancha orgullosa de que algo había y está cambiando. Pude pisar el campo del club de mis amores por primera vez, algo que el fútbol masculino nunca me había regalado.

Recordé y resignifiqué a esa nena que por mucho tiempo tuvo vergüenza por sus gustos, como tantas otras, por una sociedad que te decía todo el tiempo que eso que te hacía feliz estaba mal, era incorrecto.

Mi papá me dejó la herencia y el amor por Unión y la pelota. Pero no me pudo ver disfrutarlo. Atrás del alambrado, del portón de casa, comprándome la pelota, llevándome a la cancha…estaba mi mamá. Las mujeres también amamos y acompañamos a otras en el fútbol. Por más que sigan intentando borrarnos de la historia, nosotras vamos a seguir estando presentes.

Este acontecimiento deja un sabor a victoria, a una batalla ganada en una lucha que, cada día, tiene más conquistas y hazañas para ser contadas a las generaciones futuras. Para esas niñas que fuimos, las que son hoy y serán mañana futbolistas.