Frente al panorama de caos, desolación y fin del mundo que desataron las PASO, ¿cómo quedaron los feminismos? ¿Sabemos hacia dónde marchamos? En esta nota no hay respuestas, quizá haya alguna conjetura, lo más importante es que nos sirva para poder pensar qué estamos haciendo y qué podríamos hacer los feminismos de cara al 28S.
Debo admitir como mala feminista que soy, estar un poco harta de ir a todas estas charlas, debates, asambleas y un sinfín de coloquios, donde lo único que parece hacerse es una lectura política de cómo los partidos tradicionales han abandonado nuestra agenda.
La derecha y su avanzada, que a ojos de muches fue repentina (y para pocos engreídos era algo que se notaba) nos dejó en shock. Y a ver, cuando yo he estado en shock tras alguna trágica noticia, nunca tomé buenas decisiones. Es por esto que yo no vengo a decirle a los feminismos qué hacer después de una trágica noticia, porque no soy ejemplo de nada bueno.
Por esta razón esta nota es una visceral. Las viscerales de Periódicas, han sido a veces una vieja gritando a una nube, que a través de estas hermosas y prolijas líneas, se encuentra con otras viejas gritando a las nubes como vos.
Hace ya bastante tiempo que venimos debatiendo sobre los discursos de odio, la avanzada de las derechas regionales y la derechización de la agenda, sobre todo por haber visto cómo esto sucedía en Estados Unidos, España e Italia. Pero siempre que hablábamos de estos tópicos los debatíamos con poco miedo y con algo de distancia. Lo veíamos como algo que se aproximaba pero sin saber cuándo llegaría. Como cuando hablábamos de la vuelta de los tiros bajos, pero con la fe de que seguiría existiendo el tiro alto.
Tras la cantidad de votos que La Libertad Avanza (LLA) obtuvo en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) pasamos de ver a la derecha con distancia, a verla con pánico. Fue en ese shock que empezaron a surgir incontable cantidad de charlas, debates, ciclos de lectura, lineups y coloquios sobre la defensa de lo conquistado. Al empezar a circular en ese ambiente de caras de angustia empecé a sentir un olor raro. De repente el clima olía a desinfectante de piso, de ese que usan en el hospital, empecé a sentir olor a café barato, como los de oficina y todo esto sumado a un aroma nauseabundo a flores. Olor a velorio.
No me mal interpreten, con esto no estoy diciendo que el feminismo esté muerto. Lo que parece muerto es nuestro ánimo, lo que parece que estamos velando es nuestra agenda.
Pero entonces, ¿queda esperanza?
La positividad no es mi experticia y esta nota no será la excepción a mi acérrimo pesimismo. Pero voy a intentar edulcorarlo.
No soy ni la primera ni la última opinóloga que va a decir que el quiebre fue 2020.
Antes de 2020, los feminismos usaron sus heterogeneidades para construir conjuntamente un proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y un movimiento que lo llevaría hasta la sanción. Tras este hecho (la estocada final con la que Alberto Fernández "derrotó al patriarcado") pareció ser que esas heterogeneidades fueron las que rápidamente rompieron ese sentimiento de unidad frentista que la marea verde tenía. Sin embargo, todavía trato de dilucidar si fueron esas heterogeneidades las que nos dispersaron, o fue todo culpa de que nos quedamos sin horizonte.
Con todo esto no estoy planteando que el feminismo murió tras el aborto. Ningún movimiento muere de la noche a la mañana, quizá perdió agenda. Los feminismos afrontan una crisis de mística, porque no han podido tener un horizonte que aglutine a una nueva marea verde en un gran sentimiento de unidad frentista. De la misma manera que ciertos partidos progresistas hacen un tibio meaculpa sobre su poca capacidad de “enamorar”, creo (y acá quizá es donde me cancelan) que el feminismo debería pararse a pensar si después del aborto pudo enamorar a alguien.
Por supuesto que los factores socioeconómicos que dieron lugar a la pérdida de esta mística son muy diversos, y si me explayara tendría que escribir un ensayo de Revista Anfibia. Lo que sí me gustaría plantear es que esta avanzada de "las nuevas derechas" (que de nuevas nada tienen) nos está dejando servida la solución.
La violencia y el odio con el cual LLA plantea sus principales postulados no es más que una reacción. Somos eso, somos el origen de ese odio. Con el aborto como bandera, los feminismos se colaron en todas las familias, grupos de amigas, parejas y chongueos de esta patria. Nosotres logramos avanzar, disputamos un sentido común, marcamos una agenda y así les marcamos la cancha y pusimos en disputa las relaciones de poder.
La derecha viene a disputar esa agenda, marcarnos la cancha y así torcer en su favor el poder. Todo es culpa de las feministas. Sin embargo, es la misma derecha la que nos está dando la respuestas a esta especie de acefalía de agenda.
Ave fénix
Este resurgimiento de discusiones que creíamos conquistadas es la excusa perfecta para volver a consolidar la unidad frentista de los feminismos. Pero ojo. Desde mi humilde opinión, de trava que muchas veces se siente como bicho raro en el feminismo, no podemos sólo quedarnos con responder a la agenda de los nuevos fascismos, debemos también construir una nueva agenda propia. Si tuviera alguna idea de cuál sería esa agenda ya me hubiera convertido en una de esas a las que llaman referentas. No tengo la más pálida idea. Pero si de algo estoy segura, es que no vamos construir agenda con los ánimos de velorio que venimos teniendo.
El 28S parece prometer algo similar a una gran reunión de consorcio, en respuesta al avance de las consignas neofascistas. Ahora bien, usemos esa reunión para organizarnos, darnos agenda y marcarnos el rumbo de una nueva construcción. Necesitábamos algo para volver a encontrarnos, y los fachos nos dieron el motivo. Aprovechemos la jornada para volver a construir desde las heterogeneidades de esa unidad frentista que supimos tener.
Y lamento decirles que hasta acá llegó mi pesimismo edulcorado.
Escribe notas y colabora con el trabajo de redes. Se especializa en temáticas relacionadas al colectivo trans-travesti.