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Mujeres penitenciarias: poca jerarquización y maltrato laboral

La UNL presentó un informe sobre las trabajadoras del Servicio Penitenciario Provincial. En la encuesta participó el 33% de las mujeres. Formación, ingreso, tareas y vínculos laborales fueron algunos de los temas eje del informe.

Autora: Gisela Curioni

Se presentó el informe general de la primera encuesta realizada entre mujeres del servicio penitenciario de la provincia de Santa Fe. El trabajo fue impulsado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL) a través del Programa Delito y Sociedad, junto con la Subsecretaría de Bienestar y Género del Ministerio de Seguridad y el Consejo Federal de Inversiones de la Nación. La acción se enmarca en el proyecto de investigación 'Trayectorias y roles de las mujeres penitenciarias de la provincia de Santa Fe'.

Se trata de una iniciativa inédita en la historia de la política penitenciaria en la provincia y se dirige a conocer las experiencias y trayectorias laborales de todas las trabajadoras en el ámbito del Servicio Penitenciario de Santa Fe. La encuesta fue anónima y confidencial y se realizó de manera online entre el 3 y el 24 de abril. Las preguntas divididas en 10 ejes, indagaron sobre diferentes temas de la institución y actividad penitenciaria como ingreso, formación, condiciones y vínculos en el ámbito laboral, bienestar, trabajo y familia, entre otros.

El informe muestra un aumento progresivo en la participación de la mujer en el ámbito laboral penitenciario. Actualmente hay 781 trabajadoras, sobre un total de 4058 empleados, lo que implica un  19,2 % del total. Fue ya iniciado el siglo XXI cuando el número de mujeres empleadas en los servicios penitenciarios comenzó a crecer y a generar alteraciones  proporcionales en relación con los trabajadores varones.

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Algunos resultados

Un 33% de las mujeres que trabajan en el servicio penitenciario completaron el cuestionario de carácter voluntario. De ellas más de la mitad reside en el departamento La Capital, seguido por Rosario, San Jerónimo, Vera, Las Colonias y San Lorenzo. El rango etario de mayor preeminencia es el que va entre los 30 y 39, seguido por el que oscila entre los 40 y 49. Más de un tercio manifestó ser subayudante y sólo una de cada diez se desempeña como ayudante de primera o alcaide. No hubo respuestas sobre desempeños en altas posiciones jerárquicas y la antiguedad promedio es de 11 años.

De las participantes, más de la mitad cuenta con nivel educativo secundario y un tercio, nivel universitario. Ocho de cada diez manifestaron ingresar al servicio por una cuestión de "estabilidad y seguridad", mientras que dos de diez lo hicieron por "vocación profesional". Tres de cada diez cuentan con parientes cercanos en ese ámbito laboral y más de la mitad manifestó desacuerdo con la existencia de un cupo para el ingreso. La mayoría consideró muy positivo el aumento de personal femenino en el servicio penitenciario y se manifestaron en favor de la adopción de un criterio de paridad.

Autora: Gisela Curioni

Otro dato que revela la encuesta muestra que seis de cada diez mujeres son el principal sostén económico de su hogar. Tres cuartos de las trabajadoras participantes tienen hijos y la crianza y manutención compartida se verifica en seis de cada diez. Consultadas sobre las dificultades de conciliar las exigencias laborales con las tareas de cuidado asociadas a la maternidad y con el trabajo doméstico al interior del hogar, siete de cada diez manifestaron que es muy difícil conciliar ambos aspectos de su vida.

En relación a la consulta sobre si se sienten seguras en su lugar de trabajo, la mayor parte respondió de manera afirmativa y una pequeña proporción se mostró en desacuerdo. La forma de maltrato por parte de un superior con más frecuencia experimentada fue el incremento injustificado de la carga de trabajo, seguido del cambio arbitrario de horarios y turnos. Por otro lado, también se indagaron formas de maltrato laboral por parte de compañeros de trabajo. Más de un tercio de las trabajadoras penitenciarias dijeron haber experimentado experiencias de “gritos u ofensas verbales” y “comentarios incómodos u ofensivos referidos a su género o sexualidad”.

Como antecedente de este estudio, sus responsables mencionan una investigación realizada sobre mujeres policías de la provincia. En ambos casos, al aumento de participación femenina muestra nuevos desafíos a afrontar.

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