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Cruella, o cuando las malas ganamos

El 27 de mayo la corporación que proyecta el pronto dominio sobre el mundo entero, Disney, estrenó Cruella, que se propone contar la historia sobre cómo se hace una mala. Una reflexión sobre la figura de una de las tantísimas representaciones arquetípicas de la maldad, encarnada por mujeres, en nuestra infancia.

Créditos: Laurie Sparham. © 2021 Disney Enterprises Inc.

Antes de ver Cruella ví un meme en Instagram que tenía la foto de un perrito triste que emulaba a un dálmata y decía algo así como: 'Los 101 dálmatas viendo cómo quieren mucho a Cruella y ya se les olvidó que los quería desollar'. Después la ví y lo entendí. Y es que la película propone un juego interesante para entender lo complejo detrás de lo que se asume sencillamente como lo malvado, que permite empatizar con la biografía fantástica de De Vil.

La interacción en el film de los alter egos Estella-Cruella, muestra perfectamente el abismal vacío entre el deber ser social y aquello que se es, o se decide ser, en pos de conseguir lo que se anhela. Mientras Estella es el esfuerzo desmedido por alcanzar la aprobación social, Cruella es la renuncia absoluta a lo normativo, es el desafío al orden, es el brillo de una mente sin límites en toda su expresión.

No estoy hablando de que la carga de genialidad del personaje de Cruella resida en considerar matar dálmatas para hacer un extravagante traje, y el drama vegano-queer-anarco-animalista que ello aparejaría. Sino, de esto de demostrar sin miedo que se está dispuesta a todo lo necesario para conseguir aquello a lo que se aspira, a expresar el deseo abiertamente, a ir, sin titubeos hacia las propias ambiciones. Allí es cuando la cosa se pone compleja.

Créditos: Laurie Sparham. © 2021 Disney Enterprises Inc.

Para escribir esto, y en la vida en general, siempre me paré del lado de las malas. Pese a que comparto instancias de mayor o menor ternura pública, sostuve el mismo modo de hacer las cosas y que, a grandes rasgos, se identifica con aquello que nos han enseñado que es hacer las cosas de una manera reprochable... claro, si sos mujer.

Hay personajes en la historia, que casualmente somos mujeres o algo parecido, a las que no se nos permite ni un poco el desapego, ni levantar la voz, ni luchar encarnecidamente por nuestros deseos. ¿Es que acaso está mal no tener escrúpulos en pos de conseguir lo que se desea? Y si lo estuviera... ¿Por qué produce tanto nivel de alarma social cuando la protagonista es una feminidad?

Creo que, como tantas otras cosas, eso termina siendo relegado socialmente a lo que es natural en la masculinidad, y una clara demostración de poco decoro femenino. A nosotras se nos sigue castigando con la tacha social de tiranas, se nos emparenta con la locura, o sencillamente se nos asimila a lo masculino cuando ejercemos nuestra libertad de decisión, o simplemente somos taxativas. Y es que nuestro ejercicio del poder siempre está puesto en cuestión, sobre todo cuando está expresado en términos de las propias ideas, cuando se inscribe en la renuncia a las normas.

En cuanto a mí, no pude no empatizar con todas las Cruellas, porque fui y soy todas. Y en algunos momentos de mi vida, cuando las condiciones así me lo exigieron, renegando de mí y mutilando aquello que soy, fui también Estella.  Nunca se me dio bien, y en general terminó en un desastre de proporciones épicas, de los cuales estoy muy orgullosa, en su mayoría.

Cruella viene a ajusticiar, al menos un poco, a las que sí nos permitimos buscar venganza, a las que exigimos restitución. El cine por fin comienza a reflejar otras formas de habitar la feminidad y las malas empezamos a ser protagonistas. Eso también entendiendo que en la trama narrativa luego se convierte en lo indecible... ¿pero no es acaso un poco así la supervivencia? ¿No nos encontramos constantemente en el borde de la decisión de ser sólo malas o terriblemente malas?

Inevitablemente todas queremos, o quisimos, ser la Estella que ponga feliz a su madre. Pero vivimos en un mundo al que no sobreviviremos sin ser Cruella una vez, dos, o quizás toda la vida. Abracemos a nuestras Cruellas, las rudas, las que hablamos sin rodeos, las que somos ásperas y rústicas, las que sabemos que con la paz no alcanza para conseguirlo todo. Porque a veces el mal, también es necesario para ciertos fines.