#AbortoLegal2020ActivismosDestacadasPolítica

#AbortoLegal2020, día 5: ahora sí llegamos al Congreso

Mientras adentro se firman dictámenes y se rosquean los últimos votos, afuera del Congreso comienza a palparse una fiesta que tiene mucho de feminismo popular, algo de economía social y sobre todo ese entramado de redes que forjamos y que siempre nos sostienen.

Lucho tiene una manta sobre el piso de la plaza en la que expone una linda variedad de pines, imanes, parches, calcos e incluso pipas. Es tan temprano que, al momento de nuestra charla, es quizás el único en toda la plaza que ya tiene el stand armado por completo. Al que madruga, el feminismo lo ayuda.

Lucho es un chico trans de Moreno, provincia de Buenos Aires, que junto con sus compañeres se dedica a feriar. La vuelta a la plaza, a la manta, a la posibilidad de una marcha multitudinaria no es para él sólo un espacio para expresar sus convicciones políticas: es también una válvula de escape para su economía.

En las primeras horas de aquelarre quienes se ocupan de desplegar carpas y mantas son, en su mayoría, les laburantes. Adelantándose a lo que pueda ocurrir en las próximas horas, extienden sobre el asfalto de Avenida Callao (esa que en 2018 nos dio las fotos más memorables de la Marea Verde) la variedad de pañuelos, objetos, productos gastronómicos y bebidas frescas digna de cualquier evento pre pandemia. Se palpita, en todo caso y en los rostros, una necesidad casi visceral de volcarse a la calle, a la plaza, al afuera que durante mucho tiempo tuvimos vedado. Nosotres, que nos quedamos sin marchas y sin Encuentros Nacionales de Mujeres, que vemos en estas jornadas la posibilidad de reencontrarnos fuera del frío espacio digital. Y elles, también militantes, que aguardan para darle al año un cierre que esté lejos de las penurias de la crisis económica.

Si esto no es el feminismo, ¿el feminismo donde está?

Norma está sentada en la esquina exacta frente al Congreso. Apoyada contra un puesto de diarios que está cerrando sus puertas, a la espera de que en algún momento le impidan continuar con su tarea, muestra con orgullo su variedad barbijos aborteros "y de la diversidad". Esos son sus preferidos. Nos muestra tres veces lo lindos que son. Y obvio que son lindos. Los hizo Norma. Vende pañuelos, vende vinchas, vende pulseras, pero también vine a apoyar. Para ella es una doble alegría: "Están cerrados los teatros, y nosotros trabajamos vendiendo en los teatros. Es realmente una alegría volver a trabajar. Y además queremos que salga".

"Que salga", como en una lotería. Casi como si hubiéramos comprado, colectivamente, el gordo de navidad. Norma, que no está mirando la tele, no sabe lo cerca que estamos.

Autora: Gise Curioni

Mientras tanto, en el Congreso de Ciudad Gótica

Se preguntarán cómo hacemos para estar todo el tiempo en todos lados. La respuesta es obvia: tenemos el giratiempo de Hermione Granger. Lo que nos permite también traerles algunas perlitas de lo que pasaba a metros del improvisado stand de Norma, entre los pasillos del máximo órgano legislativo del país.

La meta de esta jornada era que pudiera firmarse el dictamen de comisiones que permitiera tratar el proyecto de la Interrupción Voluntaria del Embarazo este mismo jueves. Pero como eso no era misión suficiente, les diputades que presiden las cuatro comisiones que intervinieron se encontraron con un nuevo desafío: incluir reformas en el proyecto que no sólo aseguren la votación positiva en la cámara baja, sino también en la Cámara de Senadores.

También se propusieron reformular la mesa de Polémica en el Bar, pero se ve que no les dio el tiempo. Hay que ponerse metas más objetivas.

La discusión no sucedió sin rispideces, como era de esperarse.

El diputado Rubén Manzi, de la Coalición Cívica de Catamarca, indicó que a su criterio el debate fue "apresurado" y que tratar esto en diciembre no es un "gesto de prudencia". Añadió que para él los abortos clandestinos (y sus consecuencias) no son una "cuestión sanitaria" tan fuerte. A su criterio, son peores los ACVs. Esperamos su proyecto al respecto.

Le siguió Romina del Plá, con críticas a las modificaciones. La diputada del Frente de Izquierda y de los Trabajadores de la ciudad de Buenos Aires se mostró en contra de la objeción individual por entender que "es una concesión enorme a la iglesias, y esto refuerza enormemente la necesidad de la separación entre la Iglesia y el Estado". Afuera, les militantes de izquierda cantaban en el mismo sentido.

La verdad es que ningún diputade citó en esta previa al Señor de los Anillos y eso, en sí mismo, ya es un avance. Pero algunos argumentos nos van preparando para una sesión que estará llena de, al menos, 46 lugares comunes por minuto. El diputado Jorge Enríquez del Pro de CABA soltó con total ligereza que "lo que se busca es negar la dignidad humana para tapar un increíble ajuste que se está llevando a cabo". No queremos mezclar peras con embriones pero está bueno que un diputado del Pro hable de ajuste. O no.

El diputado Martín Soria, del Frente de Todos Rio Negro, se expresó a favor: "Frente a esa realidad podemos hacer como que no pasa nada, una ficción legal. Una norma que no se cumple. Un Estado que avala que no se cumpla la ley es un país que se está haciendo el sota. Hoy estamos tratando de sacar una ley para que haya un Estado presente".

Casi como una intro a lo que podemos llegar a escuchar en las próximas horas, la diputada por la Coalición Cívica de CABA, Marcela Campagnoli, nos dejó este bello momento cargado de "creencia y confusión": "Jamás utilice argumentos religiosos para defender mi postura. A todos nos duele el aborto, nadie es antiderecho" dijo, con total convicción, para añadir al toque "la vida es un milagro, me emociono por tantas madres que no han podido tener hijos y por tantas adopciones que nuestro sistema impide".

Si hay algo que no es un argumento religioso es la carta milagrosa, es sabido.

Argumento más, argumento menos, la votación salió. Y los números no mienten (como las caderas de Shakira). 77 votos a favor, 30 por el rechazo, 4 abstenciones. Hay dictámen, hay sesión, hay expectativas.

El resto, es cuestión de tiempo.

El afuera cada vez más adentro

"Se vende glitter con protocolo" es, quizás, la frase más 2020 que van a encontrar. Milena tiene 11 años y con mucho empeño (y una mesa plegable) armó un prolijo puesto para colocar brillos y strass a un módico precio. Se oculta detrás de su madre y su abuela, Carla de 32 años y Mónica de 59, porque al principio le da vergüenza ser entrevistada. Se suelta, cuando sus acompañantes empiezan a charlotear. Mónica está sin trabajo, pero sabe coser. Coció, de hecho, más de 800 moños para el pelo verdes y violetas. Los muestra con el orgullo propio de quien realmente encontró una salida digna para un año de mierda. Su hija acompaña los dos emprendimientos, el de la abuela y el de la niña, porque algo en estas plazas nos convierte también en ese eterno nexo entre generaciones.

¿Quién hizo feminista a quién?, es la pregunta. Ni la nieta ni la hija dudan en responder: Mónica, que siempre sostuvo el hogar, que se deslomó laburando, que las crio con la idea de que las mujeres pueden solas, que no tienen que estar confinadas a la vida hogareña. Salir a la calle a laburar no fue fácil, dice Mónica. Pero le enseñó a su nieta que no tiene que quedarse de brazos cruzados esperando vaya una a saber qué: "Eso me da orgullo porque se que no se va a morir de hambre, no tiene que depender de alguien para que la mantenga. Yo no quiero que sea una princesa, quiero que sea una guerrera".

Nos parece que Milena no quiere ser ninguna de las dos cosas. Mientras más pierde la timidez, más se parece a su abuela.

Esas tres no lo saben, y no tienen porqué saberlo, pero es por gente como ellas que nos organizamos y creamos esto que ahora es una calcomanía que adorna su stand.

Textuales: Juliana Barrientos