La antropóloga María José Rivas reflexiona sobre la nueva normalidad, los modos de acompañamiento y cuidados de las personas gestantes durante la emergencia sanitaria.
En Rosario el calor es de locos, el río te tira un poco de viento, pero la ciudad lo transforma en un caldo. Febrero, el mes de los carnavales, es una época en la que solo está bueno salir después de las 19 y el resto del día hay que estar en la playa o con un ventilador en la cara. Eran las 11 de la mañana y Leilén se levantó otra vez mareada, vomitó como ayer y seguro como mañana, estaba hinchada y se sentía extraña. “Los síntomas son evidentes” pensó, pero no dijo nada, con estas cosas mejor estar segura. No era la primera vez que le pasaba de creer y sentir que estaba embarazada, pero ahora todo estaba siendo más intenso.
Leilén llegó a la casa de una amiga, se metió en el baño y se hizo un test: las dos rayitas se pintaron al instante. Sonrió con un gesto ambiguo, un poco emocionada, un poco asustada, un poco transpirada. ¿Será cierto? Fue a hacerse unos estudios para eliminar cualquier tipo de duda y sí, un pequeño feto con forma de poroto salía en las imágenes. “Yo no había caído, ni estaba emocionada en ese momento, el médico preguntó si quería que pasara mi pareja, y él entró. Estaba muy absorto…pero con el correr del tiempo los dos fuimos cayendo en que iba a haber un bebé en la casa”.
Gestar informada es un derecho
A partir de ahí comienzon las consultas regulares con les obstetras para empezar a comprender desde una perspectiva biomédica lo que le sucede al cuerpo gestante. Es en este momento cuando muchas mujeres aprendemos qué hay que hacer y cómo hay que actuar. Porque aún continúa la división sexual del trabajo entre productivo y reproductivo que sigue recreando el imaginario social que vincula la maternidad con el género femenino como algo espontáneo y natural, pero no es así. La transmisión de estos conocimientos es un mecanismo cultural, no innato y que se aprende. En nuestra sociedad, los marcos de referencias hegemónicos, se caracterizan por el paradigma bio-médico, es decir que les médiques nos dirán qué hacer. Es en este momento en el cual las mujeres aprendemos lo que está pasando en nuestro cuerpo y todos los pasos a seguir.
Las consultas clínicas y los análisis se vuelven esenciales ya que forman parte de un aprendizaje para la maternidad. Leilén recuerda y comenta: “En tu primera visita al obstetra, una es una bola de preguntas porque en el cuerpo están pasando muchas cosas que nadie te dice, por ejemplo, hay tirones, hay sensaciones de mareo, de inestabilidad, también es una inestabilidad emocional muy grande…son muchas dudas. El miedo a un aborto espontáneo, el qué podés hacer y qué no podés hacer. Son muchas las situaciones que te atraviesan.”
La relación con le médique, es un vínculo criticado a partir de las denuncias por violencia obstetricia y por la puesta en juicio de las prácticas y hábitos del paradigma hegemónico de salud. No obstante, sigue siendo una lucha muy importante, el derecho al acceso de información clara y segura. “En ese momento vos tenés un montón de embarazadas, que te empiezan a decir un montón de cosas, un montón de experiencias, pero cuando se trata de tu propio cuerpo, vos decís, bueno pero yo tengo una historia clínica atrás, tengo mis cosas, tengo mis antecedentes. Quiero saber bien qué es lo que me está pasando a mí”.
Y de pronto, pandemia
Así fue como después de hacer sus primeras consultas médicas, de contar la noticia en el jardín de infantes en el que trabaja, y de dejar de estar mareada todos los días, Leilén se sintió más segura y contenta en su nueva condición. Hasta que a mediados de marzo comienza a circular en los medios de comunicación una especie de leyenda de oriente sobre un virus maligno. No nos lo tomamos muy enserio, ya hace mucho que las malas noticias y las muertes masivas son telón de fondo en la cotidianidad. En Italia y España les pegó fuerte, pero nosotres acá tenemos problema con el dengue, las paritarias, los femicidios y el FMI, mirá si vamos a darle tanta bola a una gripe fuerte. Esto es una conspiración entre China y EE.UU, es todo una mentira y una manipulación, diríamos muches. Pero nos equivocamos y pasó algo único, la OMS pasó a ser el regente de la seguridad global y casi todos los países declararon un estado de emergencia.
“Estaba un viernes en la escuela y habían dicho que no se iban a suspender las clases, que iba a seguir todo normalmente, y el domingo se decreta la cuarentena y un estado de pánico total, para muchos de los sectores de la población y la duda de ¿cómo iba a hacer ahora con un virus mortal dando vueltas? ¿Y las visitas de amigos y familiares? ¿Y los controles médicos?”.
Entonces ¿qué pasa cuando planteamos modelos de acompañamientos médicos con lógica paciente-obstetra y decidimos de un día para el otro dejar de considerarlos esenciales? El embarazo sigue transcurriendo, pero las citas con tu profesional se reducen de seis sesiones a dos, en menos de tres meses. Además a eso le sumamos un nuevo factor, el miedo a un virus desconocido que anda por ahí ¿Las embarazadas son población de riesgo? ¿Si soy portadora del virus se lo puedo trasmitir a mi bebé? Y… no hay nada confirmado, pero por las dudas que se queden adentro, que usen barbijo y que nadie pueda entrar con ellas a las salas de parto ¿Y si quiero tener un parto natural? ¿Y los derechos reproductivos adquiridos? Todo tambalea y emerge el esqueleto que sostuvo el cuerpo social por años.
Los estados de crisis logran eso, vuelven luchas históricas en cosas de segundo orden. Logran obediencias, destruyen tejidos sociales valiosos y hablan en nombre de ‘la raza humana’. Los estados de crisis son veloces, no necesitan el tiempo que necesitaron los movimientos feministas, étnicos y populares para ocupar lugares de poder. El estado de crisis es la verdadera cara del modelo productivo, no es una excepción, es una afirmación contundente del modelo social que tenemos.
Leilén y su pareja se quedaron en casa, no sólo porque era una ley, sino porque tenían miedo de que algo le pase al bebé. Salieron algunos manuales para el soporte emocional en poblaciones de riesgo, recomendaban que no mirasen demasiada televisión para evitar las ansiedades provocadas por la información falsa. ¿Pero, si no miro la televisión ni leo noticias cómo me informo? Bueno, hay que tener criterio, evitar los programas sensacionalistas. ¿Puedo seguir consejos de obstetras en los vivos de Instagram? Bueno, sí, eso estaría muy bien, pero hay que constatar que no sean unes chantas.
La nueva normalidad
La nueva normalidad, la nueva norma, el nuevo cosmos que nos orienta y nos da seguridad, es ahora un sinfín de personas anónimas que comparten contenido valioso e interesante en redes sociales. Gracias a esta cosmología de las redes Leilén puede informarse sobre el proceso interno que está viviendo y los hábitos saludables que debería adquirir. Claro que esto sucede también en un plano macro, así como la globalización nace con el boom del petróleo y los petrodólares, la crisis mundial (o su nueva etapa) profundizada por el Covid-19, comienza con el oro líquido de la virtualidad. Por un lado, escuchamos que la bolsa se desploma y el precio del petróleo cotiza en cero, pero por otro, nos enteramos que las acciones de Zoom vuelven millonaries a un grupo de visionaries. Entre nosotres también nos repetimos a diario, "por suerte está internet, por suerte podemos comunicarnos con nuestras familias y amigues", aunque quizá el aislamiento sea posible porque existen este tipo de comunicaciones, si no ¿quién obedecería?
“Una noche de tanta información, tanto ver la tele, tantas noticias en el celular antes de acostarme, me acosté a dormir, me desperté a la madrugada, salí corriendo de la cama y me caí. Nunca entendí cómo. Terminé en el piso con un golpe muy fuerte en el lado derecho de todo el cuerpo, creo que golpeé la panza, un pecho, la pierna estaba toda moretoneada y no podía ir a la guardia. Esa sensación de que nos hayan cortado de golpe y no por un decreto, porque yo podría haber salido, sino que el mismo miedo nos impida la libertad de actuar en el momento, sin tener la necesidad de pensar en el cuándo, cómo me iba a trasladar hacia la guardia. Había ido por muchas cosas en mi vida y sin embargo ahora, me di un golpazo, estaba sumamente dolorida, y no pude ir.”
El tema del acompañamiento y de los derechos reproductivos, es decir, poder elegir mediante información segura y gratuita cómo querés que sea tu proceso de gestación, de parto y de crianza; propone situar el cuerpo y la vida de la mujer en el centro y no al cuerpo médico. Pero con las medidas tomadas por la pandemia, todas las personas deben adaptarse a las limitaciones y a los alcances del sistema de salud.
Entonces, al no haber incorporado a la medicina tradicional otras maneras de curar, informar y acompañar, las violencias obstetricia se acentúan. Esto no quiere decir que el profesional de la salud sea una mala persona o tenga malas intensiones. Esto quiere decir que la medicina hegemónica desde sus inicios hasta hoy ha escindido el cuerpo biológico de los estados emocionales, y por ello no se toman en cuenta otros aspectos que también tienen que ver con los cuidados y la salud, como las emociones,las creencias y la diversidad cultural. Por esta razón, “si no hay sangrado no te acerques a la clínica”, le dijeron a Leilén, por más que emocionalmente las embarazadas necesiten otro tipo de atenciones igual de importantes que las infecciones o las enfermedades.
La "suerte" de estar acompañada
Leilén, como muchas otras personas, no está sola, “tengo la suerte de no estarlo” remarca. Se refiere a los esfuerzos que está haciendo su familia para poder verla sin ponerla en peligro. La ayudan a hacer las compras, le acercan algunos regalitos para preparar el cuarto del bebé y la llaman a cada rato. “También tengo a mis amigas de siempre con la que me comunico bastante por WhatsApp y a mis compañeras de trabajo de la escuela que son las que me dan más consejos de maternidad porque casi todas fueron madres”.
Remarca los aspectos positivos de todo esto y agradece poder compartir tiempo con su compañero, el bebé y sus gatos. Una paternidad presente en la gestación es un reclamo histórico también para el movimiento feminista “al menos tengo la suerte de eso” se repite Leilén. La presencia y acompañamiento en pareja es algo importante en el apoyo emocional, si una elige que sea de esa manera y el encierro en los hogares facilitó a algunes esa posibilidad. De todos modos, las políticas de prevención de contagio responsabilizan únicamente a las madres en las consultas que harán con el personal sanitario, no pudiendo entrar acompañadas y dificultando la posibilidad de colectivizar la gestación.
“Realmente lo que más me pesa de esta cuarentena es esa sensación de la falta del contacto con el otro. Tuve ayer que sacar un turno, para hacerme la ecografía, la morfológica. Es una ecografía dura, en realidad, de afrontar. Si una se lo pone a pensar, te van a medir todos los órganos, te van a decir si está todo bien y sin embargo me dijeron que no puedo ir acompañada. Que tengo que ingresar sola. Digamos, soy yo la que tiene que ir a la consulta, soy yo la que tiene que afrontar escuchar lo que tiene el médico para decir, cuando en realidad es (sobre todo si una lo quiere de esa forma) algo de a dos.”
Por suerte las organizaciones sociales y feministas no paran y están atentas a estas dinámicas que se vienen generando. Por suerte las redes de ayuda mutua se vienen trabajando hace mucho y se adaptaron a la situación actual. Los primeros meses de pandemia demostró el estado actual de los derechos reproductivos adquiridos y las necesidades de seguir trabajando en las transformaciones institucionales hegemónicas. Nos enseñó que la decisión de elegir sobre cómo queremos estar acompañadas en cuarentena es tan importante como garantizar la no viralización de una enfermedad. La nueva normalidad no llegará sin estos cuestionamientos y estas luchas.
Colaboración de María José Rivas - Antropóloga Edición: Carolina Robaina