Cuando hablamos de la Ley de Identidad de Género hablamos de conquista de derechos, porque posibilitó que, entre numerosos ejemplos, personas trans tengan un marco legal para ocupar diversos espacios que antes le habían sido negados. Uno de ellos tiene que ver con el acceso al deporte profesional. En esta nota, repasamos los trayectos de cuatro deportistas trans argentinas pioneras.
En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la pesista neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera atleta transgénero en participar en la máxima cita deportiva. Cuando nuevos vientos parecían correr en los rigurosos terrenos de la élite, una polémica de la última edición olímpica hizo retroceder lo avanzado.
Durante los juegos París 2024, la participación de la boxeadora argelina Imane Khelif, a quien cuestionaron su género por supuestamente presentar “altos niveles de testosterona”, expuso la transfobia presente en los discursos de diversos agentes mediáticos y formadores de opinión.
El deporte visto habitualmente como un espacio abierto, útil para la socialización, pareciera tornarse muy hermético cuando las poblaciones vulnerables reclaman la conquista de lugares propios.
En esa línea, la historia argentina tiene mucho por contar. Más aún a partir de la promulgación de la Ley de Identidad de Género (2012), la cual brindó un soporte legal para la inclusión de las personas trans en distintas disciplinas.
Aquí conocemos los casos de mujeres trans que se atrevieron a depositar las semillas cuyos frutos siguen apareciendo.
Luchar para cambiar los reglamentos
Cuando se hizo público el caso de la boxeadora argelina Imane Khelif en París 2024, el celular de Jessica Millamán no paró de sonar. Diferentes medios locales la buscaron como referente de la causa trans en el deporte. En 2016, había sido la primera mujer trans que visibilizó el tema a nivel nacional.
Su ligazón con el hockey data de varias décadas atrás. Nació el 10 de noviembre de 1984 en Trelew (Chubut). A muy temprana edad empezó a practicar esta disciplina en el Club Atlético Germinal de Rawson siguiendo a sus hermanas mayores. Sin embargo, a los 10 años, decidió dejar de jugar al no autopercibirse como varón.
La discriminación y los maltratos la alejaron de las aulas. Dejó el colegio a los 14 y un año después abandonó su casa porque no encontraba contención familiar. En la calle le chocó la marginación en la que vivían sus compañeras. “Cuando empiezo a tener amigas trans me di cuenta que no salían de día. Siendo adolescente no me entraba en la cabeza eso”, reflexiona.
Después de unos años viviendo en Buenos Aires, en 2012 (con 28 años) retorna a Chubut. Durante ese tiempo los palos de hockey la habían estado esperando. Sus hermanas la convencen de que vuelva a entrenar. Al promulgarse la Ley de Identidad de Género, en mayo de 2012, tramita su nuevo documento, al cual toma como un estímulo para retomar la práctica deportiva.
El club Atlético Germinal vuelve a recibirla y en 2013 participa en el torneo de Primera División de la Asociación de Hockey del Valle del Chubut. De este modo se convirtió en la primera mujer trans en un equipo femenino de hockey sobre césped a nivel nacional.
Jugó sin contratiempos hasta el 2015. Al año siguiente, cuando el club envió los documentos para inscribirla, su carpeta rebotó. La Asociación no autorizó su participación bajo la excusa de una supuesta ventaja deportiva respecto a las otras chicas.
A fines de agosto de 2016, ante la reticencia dirigencial, Jessica decidió recurrir a la vía judicial, solicitando una cautelar para seguir compitiendo y, a la vez, publicó un video en Facebook exponiendo su caso. El reclamo se viralizó rápidamente, activando una ola de solidaridad que la llevó al Congreso de la Nación y diversos medios para hablar del tema. Jessica había instalado la discusión por la inclusión en los deportes.
El 5 de septiembre de ese año, el juez Martín Alesi, a cargo del Juzgado de Familia 3 de Rawson, dictó un fallo que autorizaba su inscripción, argumentando que la Asociación no podía oponerse al fichaje ya que “representa el acceso a las condiciones materiales adecuadas que permiten la realización de una parte importante de su plan de vida”. La medida judicial también refería la aplicación de una multa en caso el organismo se opusiera.
A los pocos días, el 10 de septiembre de 2016, Jessica volvió a las canchas. Fue en el triunfo 3 a 2 ante Deportivo Madryn por la tercera fecha del Torneo Oficial categoría Intermedia. Pese a su trayectoria, ese día Jessica sintió los nervios propios de un debut. “Había mucha prensa. Entrar a la cancha significó ganar una batalla importante, que conseguí por el solo hecho de no callarme”, menciona.
Al culminar el torneo, en 2017, volvió a radicarse en Buenos Aires. En los años siguientes jugó ocasionalmente para el club Adapli Palermo Hockey, con el cual levantó la copa del torneo Orgullo BA (2018). Desde el 2016 integra el seleccionado nacional de hockey LGBT, con el cual ha conseguido diversos títulos, como capitana, en diferentes ediciones del Torneo Nacional x la Inclusión TNI (2022, 2023).
Jessica dice que su principal triunfo estuvo fuera de las canchas. A raíz de su caso, en 2017 la Confederación Argentina de Hockey modificó su reglamento, publicando la circular 33-2017, donde habilita la participación de mujeres trans en la categoría femenina, independientemente de si están o no operadas.
La visibilidad que le dio el deporte abrió las puertas a Jessica a otros espacios. En 2019 fue el rostro principal de “Mi pelo es parte de mi identidad”, una campaña publicitaria por la diversidad de la marca de productos de cuidado personal Dove.
En 2022 formó parte del proyecto fotográfico “Sport Friendly: ¡la cancha de la diversidad!”, el primer álbum LGBT del artista francés Milien Buffard.
“El deporte es una gran herramienta de inclusión social. Cuando volví a competir, después de mi transición, sentí que la vida me devolvía un poco de la alegría que no tuve durante mi adolescencia en la calle”, concluye.
Correr por la inclusión
Anna Scappini llegó a Buenos Aires en 2015 con un par de maletas y el sueño de conseguir una mejor calidad de vida. Cuatro meses antes había iniciado su transición en Paraguay, su país natal, del cual había decidido marcharse por la discriminación sufrida.
Nació el 25 de enero de 1989 en Caazapá. Pese a que tenía claro quién era, ese hostigamiento limitó su transición. “Recién a los 26 años empecé mi transición porque necesitaba ser un poco más grande para saber qué hacer en la vida”, dice.
Tras graduarse en Administración en Asunción, inicia su tratamiento hormonal y al poco tiempo agarra sus maletas y migra a la localidad bonaerense de General Rodríguez, donde residía su hermana.
Instalada en Argentina, como parte de su redescubrimiento personal aparece el deporte, al cual nunca tuvo acceso en Paraguay. A mediados de 2018 empieza a dar vueltas en un parque vecino. “Nunca había imaginado que era buena para correr”, confiesa.
Sus tiempos fueron mejorando y en 2019 se pone bajo las órdenes de un preparador físico. Se especializó en las carreras de medio fondo (1500 y 3000 metros) y las pruebas de calle (5 y 10 km).
En diciembre de 2019 logra el tercer lugar en la clasificación general de mujeres (800 participantes) de la 10K Sun Run de Vicente López. Anna cruzó la meta en un tiempo de 42 minutos y 32 segundos.
El 13 de marzo de 2021, en el marco del Día de la Mujer, participa, como invitada, en una competencia de 3000 metros planos organizada por la Federación Atlética Metropolitana (FAM) en la pista del Parque Olímpico de Buenos Aires.
Anna no sabía que ese día se convertía en la primera persona trans que participaba en una prueba oficial de atletismo en el país (avalada por la federación). Ganó su serie con un tiempo de 11 minutos y 32 segundos. En la tabla general ocupó el puesto 12 sobre 28 competidoras.
“Al empezar a competir me sorprendí cuando me dijeron que no existía un registro de chicas trans, fue todo un tema cuando aparecí”, refiere.
Scappini comenzó a ganar carreras y las preguntas aparecieron entre los organizadores. “Cuando una no gana no pasa nada, porque sos una de las miles que corre. Pero, cuando empezás a ganar ahí está el problema”, señala.
Para no perder ritmo de competencia, Anna aceptó no ser premiada (en caso ocupase un lugar en el podio) en las carreras organizadas por la FAM.
El 9 de julio de 2022 la figura de Scappini saltó a la palestra mediática. Ese día, la atleta trans ocupó el primer lugar, entre casi 1900 competidoras, en la tradicional carrera “Los 9 kilómetros de la Independencia”, realizada en Buenos Aires. Anna cruzó la meta con una marca de 34 minutos y 11 segundos. “Salté a los medios porque fue la primera vez que ganaba una carrera masiva que usualmente ganan las atletas élites”, recuerda.
Por su desempeño el club FCMax la invitó a sus filas para federarse y poder competir. Anna siguió cosechando triunfos en los meses posteriores. En el mismo 2022 gana los 10K de la carrera Somos Quilmes y en 2023 se impone en los 5K de Mc Donalds.
Tras varios entrenando a diario, este año decidió dejar la alta competencia. Acude cuando la invitan a alguna carrera para dar visibilidad a la comunidad trans. “Aprovecho para comentar la situación de las personas trans en el deporte. Y a su vez aparezco para que otras chicas puedan interesarse y decir ‘yo también puedo’”, anota.
El partido más importante
La primera discriminación que sufrió Mía Fedra Acosta no tuvo que ver con su identidad de género. A los ocho años, cuando le dijo a su padre que quería jugar tenis, le costó encontrar un lugar cómodo para iniciarse en la práctica deportiva. “Como éramos de origen humilde hubo un poco de discriminación, porque antes el tenis era más elitista. Siendo morochita, pobre, con una raqueta que no era de moda, estaba más expuesta”, recuerda.
El lugar donde se sintieron más cómodos para arrancar fue el club Village de Adrogué. Mía nació en esta localidad del sur de Buenos Aires el 29 de abril de 1981. A los 10 años empezó a participar en torneos locales y dos años más tarde ya formaba parte de los campeonatos nacionales.
No le iba mal en un deporte altamente competitivo. A los 14 años, en 1995, alcanzó el puesto 20 del ránking nacional de su categoría en varones. Pero ella ya tenía claro quién era. Con 17 años, en su último año como juvenil, colgó las raquetas para hacer su transición. “No podía hacer las dos cosas al mismo tiempo. En esos años no se contemplaba la idea que haya una persona trans en el deporte”, cuenta.
Eran épocas donde antes que acudir donde un endocrinólogo, las primeras (y muchas veces únicas) consultas se hacían entre amigas que habían transicionado antes. “Era todo más rústico, desprolijo”, señala.
Ya alejada del deporte, se radicó en Capital Federal y estudió maquillaje e hizo un par de ciclos de Comunicación Audiovisual en la facultad. Empezó a maquillar en desfiles y trabajó como modelo y anfitriona en discotecas.
Pero el amor al tenis nunca se fue. Por la televisión seguía las competencias para no extrañar tanto la raqueta. “Trabajaba mucho como modelo, pero necesitaba hacer algo que me guste”, dice.
Fue así que en 2009 cursó el Profesorado sudamericano de tenis organizado por la Asociación Argentina de Tenis (AAT) como una forma de volver a acercarse al deporte.
En 2012, con su nuevo DNI, tras la aprobación de la Ley de Identidad de Género, Mia fue a las oficinas de la AAT para modificar los datos de su diploma del profesorado. En esa visita le dijeron que con su nuevo documento podía competir en la rama femenina.
Con 31 años, después de más de una década sin competir, Mía volvió a las canchas. Se preparó con el entrenador Marco Caporaletti, que había trabajado antes con la tenista trans chilena Andrea Paredes. Así inició su camino como la primera tenista trans profesional del país.
El retorno no fue sencillo. Le tomó cerca de cuatro años alcanzar un buen nivel. Poco a poco, los resultados fueron apareciendo. En 2017 ya estaba jugando a nivel profesional. En 2019 culminó la temporada como la número 3 del ránking senior (mayores de 30 años) a nivel nacional.
Entre 2018 y 2023 jugó el torneo Interclubes representando a Darling Tennis Club de San Telmo, consagrándose campeona en su categoría +35 en distintas oportunidades.
En octubre de 2021 jugó el Pre Tournament del Argentina Open WTA, el torneo más importante del país. Cayó en primera ronda ante Priscila Landi en un apretado partido 6/2, 1/6 y 12/10.
En 2023 Mía fue campeona en singles y dobles del Campeonato LGBT Buenos Aires. En los últimos dos años disminuyó su ritmo competitivo debido a los tiempos que le demanda su trabajo administrativo en una dependencia nacional. “Por primera vez empecé a trabajar en una oficina, en blanco, entonces empecé a espaciar mis entrenamientos”, precisa.
En sus estadísticas, la AAT consigna que la tenista de Adrogué ha conseguido 59 triunfos de un total de 84 partidos de singles disputados entre 2019 y 2024.
En los torneos intergeneracionales, Mía evidencia cuánto ha avanzado la inclusión en el tenis. “Ahora no sorprende ver en las categorías menores adolescentes trans. Yo no lo podía creer, a esa edad me daba miedo la prohibición y ellas hoy jugando tan seguras de sí”, precisa. Al ver eso Mía entiende que la puerta que abrió no fue en vano.
Rodar contra todo
Cuando tenía 8 años, Alexa Pettone recibió su primer par de patines. Aquel obsequio de su madre significó el ingreso a la actividad deportiva que marcaría su vida. Hasta entonces, no se sentía atraída por los deportes que la sociedad, bajo una mirada binarista, asigna a las primeras infancias.
Nació en San Pedro (Provincia de Buenos Aires) el 27 de diciembre de 1986 en el seno de una familia de clase trabajadora. El regalo de los patines vino seguido de unas clases en el club Paraná. Lo que empezó como un juego se tornó competitivo un año después. Comenzó a participar en diversos torneos de patín carrera la región en categoría infantil.
Compitió con los varones hasta los 15 años, cuando sintió un clic. “No me identificaba con la categoría. Asumí que por respeto a mi persona tenía que cerrar un ciclo y me resigné a hacer lo que más amo”, confiesa.
Durante unos años, salió a las calles a correr con los patines por su cuenta, de forma recreativa, sin encontrar un lugar en el sistema oficial.
Tras la promulgación de la Ley de Identidad de Género, en 2012, se abrió una nueva ventana. Realizó su cambio registral en el DNI y en 2015 se animó a participar en un torneo amateur en Vicente López, organizado por el seleccionado argentino Juan Cruz Araldi. “Gané la prueba de velocidad y Juan Cruz me alentó a seguir”, refiere.
Araldi le brindó el contacto de Esteban González, presidente del Comité de Carreras de la Confederación Argentina de Patín (CAP), para que le cuente sus deseos de participar. La respuesta del directivo demoró un mes, pero fue satisfactoria. Alexa sólo debía buscar un club para así competir de manera oficial.
En ese mismo año, 2015, se enteró que su ídola de la infancia, la ex campeona mundial Andrea González, era entrenadora en el Club Cermun de José C. Paz, y se puso a sus órdenes. “Fue un sueño para mí, volver al patín y ser entrenada por Andrea, era saldar todo ese daño que me había hecho el sistema al alejarme de lo que más amaba”, reflexiona.
El domingo 30 de abril de 2017 Pettone se convirtió en la primera persona trans que participaba en un torneo avalado por la Confederación Argentina de Patín. La competencia fue el Metropolitano de Escobar, una localidad a una hora de San Pedro. “Esa hora me la pasé pensando en las reacciones. Para mi sorpresa lo único que recibí fueron palabras de aliento”, recuerda. Aquel día Pettone ocupó el primer lugar en los 300 metros cronometrados de la división mayores intermedia de damas.
En julio de ese año también gana una prueba de velocidad en Rosario, organizada por la Federación de Patín de Santa Fe. Como reconocimiento a su esfuerzo, en diciembre, Alexa fue nominada en los premios Perlas Deportivas 2017 por el Círculo de Periodistas Deportivos de San Pedro.
Pettone se especializó en las carreras de velocidad: 100, 200 y 500 metros. “En las carreras de medio fondo y fondo nunca fui buena. Corría 3 mil metros y salía octava. Creo que eso también calmó posibles críticas, porque se dieron cuenta que perdía en otras distancias”, argumenta.
Su retiro de la élite se dio en el Torneo Nacional 2019 en Neuquén. Después de varios meses de preparación, en la ciudad patagónica Alexa se consagró campeona nacional de patín carrera en las pruebas de 300 y 500 metros. En 300 metros obtuvo su récord personal de 27 segundos. En esa competencia Alexa sintió haber alcanzado el clímax competitivo. Sabía que lo que venía iba ser el descenso.
Con la pandemia del Covid 19, Alexa decide retirarse de la alta competencia. Aunque los patines seguían dándole nuevas perspectivas a su vida.
En 2019 se publica el libro “Soy Alexa”, elaborado por estudiantes secundarios de la Escuela Número 11 de San Pedro. El texto sale dentro de la colección Antiprincesas de la editorial Chirimbote. En él se cuenta su historia de transición y el camino hasta convertirse en una patinadora profesional.
En los últimos años Alexa ha combinado su trabajo administrativo en un organismo estatal con la actuación. Grabó escenas para la película “Yo nena, yo princesa” (2021) y en junio de 2024 participó en la serie de Netflix, “En el barro”, un spin-off de la popular serie “El Marginal”.
Siente que las oportunidades que fueron apareciendo en su vida tienen una raíz en el deporte. “Gran parte de mi construcción es por haber patinado. En los momentos más difíciles me refugiaba en el patín. Sentía que volaba sobre ellos. He sanado mucho con el patín”, sostiene.
Este contenido fue producido con el apoyo de Wikimedia Argentina mediante el programa Comunicar Diversidad 2024