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Mujeres y natación profesional en Santa Fe: la historia de Sol

Sol Theuler comenzó a nadar a los tres años. A los 10 ya lo hacía profesionalmente. Hoy a sus 17, en el medio de un impasse, siente que las presiones, más las desventajas de género y de vivir en el interior afectaron su carrera. “Si no hubiera sido por las brechas, hoy continuaría”.

“Soy Sol Theuler, tengo 17 años, estoy terminando la secundaria, nací en Santa Fe y siempre me quedé acá. Vivo con mi mamá, mi papá y mi hermano mayor”. Así se presenta esta adolescente pre universitaria en una calurosa tarde santafesina. Casi toda su vida estuvo ligada a la natación, primero como actividad deportiva libre, después como profesional. Campeona sudamericana 2019, seleccionada para los panamericanos, decidió hacer una pausa en su carrera. Ser mujer y vivir en el interior no es una conjunción fácil para un deporte de alta exigencia y costos.

Créditos: Redes sociales de Sol Theuler

Hija de padres deportistas, fue impulsada a la realización de actividades físicas desde muy chica. Tenía tres años cuando comenzó a nadar y a los 10 ya se incorporó a la disciplina de manera profesional. ¿Era consciente de lo que eso significaba?. “¿Si! -responde- Siempre iba a ver a mi hermano y me encantaba lo que él vivía. Tirarse a nadar, subir al podio, estar en ese lugar antes de competir, todo…Me gustaba el ambiente que hay en la natación. Tenía el ejemplo de él, que era como el campeón a quien seguía”.

Los aspectos económicos y el hecho de ser del interior del país, sumado a las dificultades de género que impregnan todas las situaciones sociales, contribuyeron a este momento de pausa. “¿Si es un deporte caro? Si!, carísimo -afirma Sol- Por ejemplo, una malla de competencia sale alrededor de 40000 pesos y te dura un año si no creces mucho. Además está el tema del desgaste”. Y a esa prenda fundamental hay que agregarle la malla de entrenamiento y todos los elementos necesarios para la preparación (anteojos, patas de rana, tablas). “Y después está el gimnasio, el kinesiólogo, el nutricionista, el psicólogo…”.

Ser deportista en el interior implica también una desventaja. “¿Viste que se dice que Dios es argentino pero atiende en Buenos Aires? Bueno es así, la gente de la capital tiene muchos privilegios en relación con nosotros”. Sol habla de las becas que no llegan y de la dificultad de acceso a piletas de entrenamiento adecuadas. “En Santa Fe hay sólo dos piletas de 50 metros; una que no se usa (Club Colon) y otra que sólo pueden usar los socios (Club Unión). Tampoco hay una política pública que diga que quienes nadamos profesionalmente tenemos que entrenar allí. Entonces yo entrenaba en pileta de 25 y después competía en las de 50. Eso quita posibilidades”.

Campeona juvenil sudamericana 2019 en las categorías 100 y 200 metros pecho, Sol cuenta a Periódicas que no recibió ninguna de las becas correspondientes a esos logros. Y esa es otra diferencia con las personas deportistas que viven en la capital del país. “Es muy difícil mantenerse en el deporte acá. Por suerte yo tuve el apoyo de mi familia y de mi club”. Su club es Regatas adonde llegó con seis años después de haberse iniciado en la práctica de la natación en Gimnasia y Esgrima.

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Sol en el podio del Campeonato 2019 | Créditos: Redes sociales de Sol Theuler

La brecha territorial económica no es la única que afecta a ese deporte. La temática de género también aparece involucrada, particularmente en el trato, los modos y los comentarios de entrenadores y otros varones vinculados a la jerarquía de la disciplina. “Hay machismo y homofobia. ¿Mujeres entrenadoras? No hay, siempre están los hombres al mando”. Su modelo a seguir en la natación y en la vida como deportista es Julia Sebastián, una ex nadadora de Regatas hoy radicada en Brasil. “Entrenaba conmigo y sabía las internas con las que lidiaba. Siempre la tuve ahí arriba por su carácter fuerte y su lucha”.

Después de haber sido seleccionada para la competencia panamericana, Sol decidió ponerle un freno a la natación profesional. “Deje en el momento más lindo o más exitoso de mi carrera”. Las dificultades señaladas ponían un plus de stress a una actividad de por sí rigurosa. “Era una rutina muy exigida. Eran 13 turnos por semana de natación más el gimnasio más la psicóloga, el nutricionista, el kinesiólogo. Me levantaba a las 5 de la mañana y volvía a mi casa muy tarde. Es una rutina que cansa y sin infraestructura cansa mucho más”.

Créditos: Redes sociales de Sol Theuler

Aunque llegó a pensar que esta sería la carrera de su vida, hoy Sol está en una especie de entretiempo, un momento de reflexión y descanso que aún no puede calificar de definitivo. “Al principio sentía como que me faltaba algo, me sentía vacía. Mi vida giraba en torno a la natación”. Feminista porque cree en la igualdad, define por estos días cuál será su carrera mientras la Sociología parece inclinar la balanza.

“Sin las brechas creo que no hubiera dejado. Eso influyó un montón”, señala Sol. Libre de las presiones que la acompañaron en los últimos tiempos, y aún sin proyectos definitivos, deja el bar en el que se hizo la entrevista para pedalear hasta ese club que es parte de su vida. Allí sigue viviendo su pasión por el agua a través de la natación no profesional y la práctica de waterpolo. Quizá porque, como señala una frase común entre nadadores, “el lugar más bonito del mundo está en cualquier parte, mientras tenga agua y se pueda nadar”.

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