"Si me pasa algo, ya saben a quien culpar", dijo Miriam Emilce Sombo, la santafesina de 32 años que el pasado sábado ingresó al hospital de Gualeguay sin vida. Su cuerpo fue llevado por Romero, su pareja, que sistemáticamente ejercía violencia de género contra ella. Familiares y amigues de la víctima piden que se investigue el caso como femicidio. Una nota del periodista gualeyo Santiago García, para Periódicas.
Puede sonar contradictorio pero el vacío se puede palpar. Sino que les pregunten a sus amigas y amigos del gimnasio, que este lunes sentían que todo pesaba mucho más que de costumbre. Faltaban sus ojos achinados y sus chistes, su buena onda, sus gritos de apoyo.
- Dale negro que ya empezamos –les decía a los que no eran puntuales como ella.
Después de desayunar, a eso de las nueve pasaba por casa de alguna amiga para ir juntas a entrenar. Muchas veces, Emy (como la llaman todas y todos) llegaba acompañada con su hijo. En la esquina de Belgrano y Victoria dejaba su bicicleta negra o la moto y se unían a la familia del Instituto Master, coordinados por Roberto Berón y Carolina Caminos. La primera parte de la mañana transcurría con Carolina en la sección estética, meta risas y anécdotas. Después pasaban a los aparatos con Roberto. Si llegaba alguien nuevo Emy aconsejaba, explicaba, se iba probando el traje de profesora.
- Estaba estudiando para Personal Trainer –coinciden sus amistades.
El entrenamiento se podía extender hasta pasado el mediodía. La unión del grupo es una de las claves para que todas y todos quieran volver al otro día. Emy se destacaba con sus frases: “¿comiste de más?, ahora sufre perro” –les decía. Siempre apoyando, sin envidia, sin mala onda, sin discriminación. A veces, deseaba que nunca llegue la hora de irse. Hasta que llegaba. Entonces Emy volvía hasta su casa del Barrio Molino almorzaba algo y partía rumbo al trabajo.
- Ahora durante la pandemia le tocaba controlar la temperatura de los chicos en el ingreso –cuentan sus compañeras y compañeros.
Emy entraba a la una de la tarde a su cargo de ordenanza en la Escuela de Comercio Celestino Marcó de Gualeguay. Después de dos horas de asistir en la puerta le llegaba el turno de tener un pequeño descanso. Se acercaba a la cocina y tomaba unos dulces con Edgar y el Gringo, cada uno con su propio mate. Era un grupo lindo con el que se charlaba mucho. Este lunes allá también se sintió y muy fuerte su ausencia.
- “Miraba para la cocina y no lo podía entender”, cuenta Joaquín, otro de sus compañeros.
Después del descanso la jornada de Emy seguía con la limpieza de las aulas, y se extendía hasta las seis y media de la tarde, aproximadamente. A esa hora se encontraba con las y los ordenanzas del turno noche, con quienes también se podía conversar un ratito. Cuando podía se comía unos girasoles, que le encantaban. Al terminar su turno, ya de noche, volvía a su casa, donde le esperaba una pesadilla.
Convivir con un violento
Miriam Emilce Sombo nació en la provincia de Santa Fe hace 32 años. Llegó a Gualeguay hace más de diez y se puso en pareja con David Romero. Producto de esa relación nació un niño que vivía con ambos. Tuvieron muchas idas y vueltas debido a la violencia con la que Romero se manejaba. Según sus amigas y amigos, durante un tiempo estuvo preso por amenazarla con un cuchillo. En ese momento, Emy le impuso una restricción perimetral. La familia de Romero le pidió que levante la medida y después de un tiempo terminó cediendo. Sus amigas y amigos no estuvieron de acuerdo, le rogaron que no lo hiciera. “Tenés que alejarte de él, de todo lo que estás viviendo”, le decían. Sin embargo, ella no tenía otra familia en Gualeguay y dependía económicamente de él pese a tener trabajo. A su vez, Romero usó muchas veces al niño para obligarla a que siguieran juntos.
- La vida de ella era su hijo –coinciden todas y todos.
Durante el último tiempo, el asedio se hizo cada vez más insoportable. Salía poco y nada porque Romero la celaba todo el tiempo. Según cuentan sus amigas y amigos, él había empezado otra relación, pero quería seguir sometiendo a Emy de todas formas. Le controlaba las salidas, los contactos en el celular, las maniobras típicas de un manipulador. Sus amistades eran su única familia. Ella era consciente de que la situación no daba para más e hizo algunos llamados de atención.
-“Si me pasa algo, ya saben a quién culpar”, nos decía –cuenta uno de sus amigos.
A tal punto llegó la violencia que Emy le enseñó a su hijo de diez años a discar los números de emergencia. Según dicen sus amigas, eso fue lo que hizo este viernes cuando Romero la empezó a golpear como tantas otras veces. También cuentan que la policía se acercó hasta el lugar y después se retiró. Lo concreto es que este sábado por la mañana Romero llevó al niño a catequesis y lo que pasó después todavía no está claro. Sólo sabemos que Romero llegó con el cuerpo de Emy ya sin vida al Hospital San Antonio y que él manifiesta que la encontró ahorcada.
La fiscal a cargo de la investigación es la Dra. María Delia Ramírez Carponi, quien está realizando las actuaciones correspondientes. Familiares de Emy se trasladaron desde Santa Fe hasta Gualeguay y desde este martes se constituyeron como querellantes particulares. Sus amigas y amigos, compañeras y compañeros coinciden en que Emy no era depresiva y la teoría del suicidio no les cierra por ningún lado. Por tal motivo, convocaron para este miércoles a las 20 horas a una concentración que se realizará en la Plaza San Martín de esa ciudad para pedir Justicia. Una vez más, la ausencia de una Casa Refugio para las Víctimas de Violencia de Género, tantas veces prometida en Gualeguay, se hace sentir de la peor manera. ¿Hasta cuándo vamos a llegar tarde?
Autor: Santiago García, periodista y escritor de Gualeguay