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#AbortoLegal2020: Abrazo, media sanción y besos

El cierre de la sesión de la Cámara de Diputados que terminó votando por la positiva el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo se dio en un clima de fiesta popular. ¿Es esa la calma que antecede al huracán que se nos viene en Senadores?

Autora: Gise Curioni

Hay algo ciertamente hipnotizante en una plaza repleta que guarda silencio. Y decimos "plaza" no como un espacio físico concreto, sino como eso que se genera cuando un movimiento popular (los feminismos, en este caso) ocupan las calles y las veredas en un acto propio de nuestra gimnasia democrática. Sentir a la multitud en silencio no puede filmarse, ni instagramearse. Ni siquiera puede escribirse en estas pobres líneas. Pero, de todas formas, haremos el intento.

Dormir sobre la falda amiga, echada sobre el pavimento de una avenida, mientras el sol sale entre los edificios y Graciela Camaño desparrama su discurso desde los altoparlantes más cercanos es una imagen que podría resumir lo vivido en nuestros largos días de cobertura en el Congreso. Cuando retornamos a la plaza en la madrugada del viernes poco quedaba de la fiesta enardecida y alocada que nos había despedido la noche anterior. La escena, en todo caso, se asemejaba más a ese momento en el campamento en el que el fuego se va apagando y a la guitarra ya no se le ocurren canciones. Sobre las avenidas que rodean el máximo órgano legislativo del país se apiñaban montañas de latas de cerveza vacías, cajas de pizza y barbijos perdidos. Algunes tomaban mate, con la esperanza de despertarse de la resaca. Nosotras caminábamos despacio, como si nuestros pasos pudieran provocar algún tipo de disturbio.

Conmueve, el silencio de esa multitud. La paz con la que esperan el desenlace final. La modorra que envuelve las conversaciones y los abrazos de quienes se saben a punto de saborear un triunfo. Guardaba silencio la mayoría, porque juntaba fuerzas. Para el grito del festejo. Para la próxima partida.

Autora: Gise Curioni

Extraño es que del otro lado de la plaza, sobre el costado celeste, se apela a una imagen similar a la hora de definir a un movimiento que es político y religioso, y que cada vez se esconde menos. La tarde anterior habíamos decidido (usando criterios netamente periodísticos) visitar las tierras de Viviana Canosa en busca de alguna nota para hacer. Nuestro breve recorrido por la cuadra y media de convocados que fueron en "defensa de la vida" nos dejó en claro un par de cosas: la primera, es que intentan imponer el discurso de la "mayoría silenciosa", algo que le están robando a Nixon y a la Guerra de Vietnam. La segunda, que construyen su relato como una suerte de antagonismo perpetuo de lo que encuentran entre "les aborteres". No podríamos profundizar ninguno de estos comentarios porque momentos después de forjarlos en nuestra mente nos topamos con un stand que vendía cuadernos de Milei imitando la campaña de Obama de 2008. Eso nos consumió todo tipo de energía vital. Y no, a Canosa no la vimos. Estaba muy ocupada apretando a algunos diputados para que voten en contra. Cada cual con su agenda, ¿no?

Esa tarde, en la previa de la vigilia, los semblantes en ambos lados de la plaza eran muy diferentes. Mientras de un lado se bailaba cumbia y se tomaba cerveza como si no hubiera un mañana, del otro lado se llevaba a cabo una misa concelebrada al rayo del sol que ponía en peligro la vida del cura y de sus dos monaguillos. Pero esas, al parecer, no eran vidas dignas de salvar. Se palpitaba en el aire, y en los números, el resultado que finalmente vimos horas después. Frente a esos números, que circulaban ya en todos los portales de noticias, sólo se podía esperar un milagro. Quizás por eso estaban carbonizando al cura en sotana negra bajo el sol de la tarde. Cada quien hace lo que puede.

Autora: Gise Curioni

Los argumentos que se esgrimían hacia el interior del recinto se iban tornando monótonos. Un comentario generalizado de los análisis posteriores es que en esta ocasión les diputades celestes estuvieron mucho más medidos que en otras instancias. No tuvimos comparaciones con perritas. No tenemos más a Olmedo ni a Carrió. Quizás también el resto aprendió de aquellas largas sesiones de 2018 que es menos triste ser tildades de "antiderechos" que ser convertidos en meme. Nadie quiere transformarse en meme. Esa es una batalla que las generaciones mas jóvenes hemos sabido ganar.

Así que llegado el momento de la post fiesta eufórica, cuando los números acompañaban y los discursos se tornaban aburridos, muches decidieron pegarse una siesta en plena calle a la espera de que por fin, después de una sesión que tuvo más cambios de horarios que una telenovela que no remonta en el rating, el presidente de la cámara habilitara la votación.

El momento en que se anunciaron los discursos de cierre sirvió como alarma colectiva. De pronto, todes estaban de pie, con la mirada atenta a las pantallas. La secuencia terminó resultando de lo más graciosa. Las últimas cuatro oradoras fueron diputadas mujeres, fervientes militantes del proyecto, algunas incluso conocidas por haber formado parte del debate de hace dos años. Sus palabras lograron sacarnos del estado de sopor y sueño al instante, y devolvieron a la plaza la espera energética de los días anteriores. "Venimos a emanciparnos del yugo del Código Penal que se sancionó hace cien años cuando no había ninguna mujer en este Congreso", dijo Brenda Austin, y desde afuera aplaudimos como si estuviéramos en una asamblea universitaria. "En la historia grande de la ampliación de derechos sólo se inscriben los que luchan, y nosotras estamos luchando", añadió Silvia Lospenatto, y la plaza también acompañó con una rueda de bombos, cánticos y ruido. "Escuché muchas veces sobre lo traumático del aborto y quiero detenerme ahí porque lo traumático es la clandestinidad y el miedo", continuó la diputada cordobesa Gabriela Estévez, usando un lenguaje inclusivo que debe haberle provocado a Feinmann una leve falla cardíaca.

"Somos las hijas de las locas del pañuelo blanco y las madres de las locas del pañuelo verde" arrojó Gabriela Cerruti a sus compañeres de recinto, a la plaza llena, a la gente que lo mira por televisión. Esa es la síntesis de eso intangible, que se respiraba en el aire, en los minutos previos a la votación. Quienes dormimos en la calle, quienes usurpamos ese espacio, quienes aprendimos a salir y a marchar por cada cosa que creemos justa, digna de ser cambiada, perfectible, mejorable, somos hijes de esas madres, nietes de esas abuelas. No conocemos lo que es la vida sin democracia, y sin nuestra democracia. Esa por la que cantamos y bailamos mientras esperamos la media sanción de un proyecto de ley que comenzó a militarse antes de que nosotres naciéramos, y que será siempre ese espacio de convergencia en el que podremos dormir la siesta sin temor a que nada nos pase.

Los números iban a venir a ponerle un broche de oro a la jornada, a coronar los días de encuentro después de un año de no copar la calle, a renovar las esperanzas y a reforzar las consignas, a revitalizar las ganas, a permitir el abrazo fuera de protocolo, a soltar el grito anidado en la garganta, a devolvernos un poco de lo que la pandemia nos robó. 131 a favor, 117 en contra. Como para jugarlos a la quiniela. Después saldríamos todes corriendo antes de que se nos pase el último tren, antes de que se largue la lluvia.

Después nos pondríamos a hacer cálculos mentales acerca de lo que puede pasar en el Senado. Por suerte, no vamos a tener que esperar tanto.

Autora: Gise Curioni

Se acerca el final de temporada

Este mismo lunes se ponen en marcha los engranajes de la Cámara Alta. Sí, así no más. Dándonos tan sólo 48 horas de descanso.

La metodología del debate es la misma que ya aprendimos de la Cámara de Diputades, y del debate de 2018: el proyecto, tal y como lo aprobaron el viernes, se gira a las comisiones que intervienen, se debate dentro de esas comisiones, se firman los dictámenes y sólo entonces pasa al recinto. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner definió que en este caso las comisiones intervinientes sean tres: Justicia, Salud y Banca de la Mujer. Durante toda la semana expondrán referentes de la misma manera que sucedió en diputados. De hecho, este lunes comenzará con la exposición de los ministros Gonzáles García y Gómez Alcorta, y de la secretaria de Legal y Técnica Ibarra, como sucedió semanas atrás en la Cámara Baja. Tanto Durango como Parilli, quienes presiden las comisiones de Justicia y Banca de la Mujer, son militantes verdes. La Comisión de Salud está presidida por el celeste Mario Fiad. Una de cal, una de arena. Aunque nunca supimos cuál sería la de cal y la de arena, pero queda canchero decirlo.

El martes y el miércoles expondrán especialistas convocados por les legisladores, en una lista mucho más acotada: la "sugerencia" de las comisiones que intervienen es que no superen la decena de expositores a favor y en contra del proyecto. Si todo se da dentro de lo planeado, el jueves debatirán los senadores que integran cada comisión, y sólo restaría firmar los dictámenes pertinentes.

Después, claro, el proyecto subirá al recinto. La fecha prevista para el debate es el 29 de diciembre, justo entre Navidad y Año Nuevo para que tengamos la excusa perfecta para introducir el tema en la mesa familiar.

De números, proyecciones, poroteos y posibles desempates hablaremos más adelante. Porque si hay algo de lo que disfrutamos es de la tensión, el suspenso y los clicks.