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Viviana González, la precursora argentina: ser deportista trans en los 90

Antes de la Ley de identidad de género, la criminalización explícita hacia la población trans recortaba aún más las posibilidades de crecimiento personal. Sin embargo, en el deporte hubo un caso de resistencia y coraje que terminó convirtiéndose en una experiencia precursora. Esta es la historia de Viviana González, deportista trans en los difíciles 80 y 90, quien desafió las normativas para subirse a los podios.
Oscar Bermeo Ocaña
Autor: Oscar Bermeo | CC-BY-SA 4.0 Wikimedia Commons

Viviana González considera que su madre la sumergió en el mundo de las artes marciales al notar su fragilidad. Una vida después, con mil batallas encima y varias medallas en el cuello, siente que dentro de la guerrera que construyó aún subsiste un costado frágil.
Nació el 8 de junio de 1970 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Cuando tenía cinco años, su madre se alejó de su padre debido a la violencia de género.

A esa edad inició su aventura en el karate en un club barrial de Quilmes. “Mi mamá quería un hijo boxeador. Yo hubiera preferido que me lleve a hacer danza”, recuerda.

Al cumplir 7 años se mudó con su madre a José C. Paz, donde continuó practicando karate y empezó a competir en la categoría Microbio, con niños entre cinco y ocho años.

Durante la primaria sintió la necesidad de expresar su identidad. Contó con el apoyo materno, y para su sorpresa, también con el de su entrenador. “Creo que ya todos lo sabían”, señala.

A los 10 años empezó a ir maquillada a las competencias. Viviana dice que la actitud del público fue cambiando conforme fue creciendo. “Al principio lo veían divertido porque el niño que se pintaba ganaba los torneos”, indica. Cuando su apariencia física se alejó del estándar masculino empezó a escuchar frases homofóbicas desde la tribuna.

Autor: Oscar Bermeo | CC-BY-SA 4.0 Wikimedia Commons

Maestra de lucha

En 1982 se vio forzada a interrumpir su formación escolar ya que ningún centro educativo aceptó inscribirla. El rechazo del sistema educativo y la exclusión social la empujó a trabajar en la calle. “Pasé a ser una persona que no quería ser. Mi sueño era ser maestra”, dice.

Sin embargo, de su vida anterior el deporte sobrevivió. Viviana fue incorporando las diversas vertientes de las artes marciales entrenando en distintas localidades del AMBA. Como parte de su formación practicó kenpo chino en el club Altuve de José C. Paz, karate en el club Unión de José C. Paz, ninjutsu en Los Polvorines, jujitsu, kung fu y taekwondo en Capital Federal.

Durante la adolescencia alcanzó el primer lugar de su categoría juvenil en artes marciales mixtas. En 1986, con 16 años, ganó su primer torneo Champions de artes marciales mixtas en Liniers, el cual reunía a ocho campeones de diversas categorías. Aquella victoria fue un espaldarazo para continuar pese a las adversidades. “Ahí me consideraron una promesa”, recuerda.

Para este momento, Viviana ya había transicionado. Sin embargo, siempre compitió en la categoría masculina. A fines de los 80, las identidades trans no eran consideradas por el sistema oficial. Aunque ella lo asumió como una misión. “Nunca me ofrecieron competir con mujeres, estaba muy lejos pensar en una Ley de Identidad en ese momento. Entonces, me identificaba con mi mamá y le devolvía cada puñetazo al tipo violento que estaba al frente mío”, afirma.

En 1988 se presentó a los torneos federados. Durante tres años consecutivos (1988 a 1990) obtuvo el primer lugar a nivel nacional. Pese a sus títulos en estos campeonatos, donde se imponía en los combates a seleccionados, no era convocada al equipo nacional de artes marciales. “Claramente era por mi condición”, dice Viviana.

En 1990 fue invitada a entrenar a la selección. A los pocos meses ya figuraba como suplente de la categoría para competidores con menos de 64 kilos. Viviana ganó dos campeonatos nacionales más en 1991 y 1992. Tras ello, la nombraron titular de la selección en la categoría hasta 70 kilos.

Autor: Oscar Bermeo | CC-BY-SA 4.0 Wikimedia Commons

Durante la década del 90, representó al seleccionado nacional en combates con países limítrofes. Siempre realizados en territorio argentino. “No me permitían viajar al exterior porque hubiera tenido que pasar mi pasaporte con datos masculinos”, apunta.

Desde la Asociación de Artes Marciales no daban visibilidad a los triunfos de Viviana. No aparecían fotos suyas en los boletines y reportes de los torneos. González considera que el organismo buscaba no exponer la falta que cometían permitiéndola participar. Eran épocas donde estaban vigentes los edictos policiales 2F y 2H que prohibían y sancionaban el travestismo. “¿Cómo una ‘trava’ iba a hacer deporte si no podía salir a comprar pan?”, dice

En 1999, a sus 29 años, después de ganar el primer lugar en el campeonato nacional, Viviana se retiró de la alta competencia. Había alcanzado el 6to Dan y peleaba en la categoría de maestros. Sintió que había conseguido todo lo que podía en el deporte.

Viviana continuó trabajando en shows nocturnos como bailarina. En 2010 fue diagnosticada con cáncer. Tras vencer la enfermedad, en 2016 apareció la oportunidad de completar la escuela secundaria en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis.

Ya con la Ley de Identidad de Género, Viviana sentía que había otro clima de época. Desde 2017 brinda clases de autodefensa en diferentes espacios (gimnasios, clubes, parques). Desarrolla esta propuesta bajo una perspectiva de género, priorizando a mujeres y personas trans.

En los últimos años, su impactante biografía motivó producciones culturales. En 2018 se estrenó la obra teatral “La Karateca” dirigida por Carla Grella. Viviana es la protagonista de este biodrama, relatando su historia en primera persona. En 2019, tras una gira por el interior, la obra fue declarada de interés por las provincias de Santa Fe y Chaco.

En abril de 2024, durante el 25 Festival de Cine Independiente de Buenos Aires BAFICI se estrenó el largometraje documental “Una vida karateca”, dirigida por Fernando Mántaras. Esta película repasa distintos momentos de la vida de Viviana.

Actualmente Viviana combina las clases de autodefensa con su trabajo en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Además, brinda charlas sobre temas de género, deporte y resiliencia. A fin de cuentas, sí logró su sueño: se convirtió en una maestra de la lucha.

Autor: Oscar Bermeo | CC-BY-SA 4.0 Wikimedia Commons
Este contenido fue producido con el apoyo de Wikimedia Argentina 
mediante el programa Comunicar Diversidad 2024