En este capítulo recordamos un caso que sacudió a Rufino y al país y que sigue envuelto en dudas. La historia de Natalia Fraticelli, una adolescente cuya muerte marcó un antes y un después en la investigación penal y dejó preguntas que aún hoy no encuentran respuesta.

¿Fue un femicidio, un suicidio, un robo, una venganza, un caso de bullying o de vergüenza? Veinticinco años después, las preguntas siguen abiertas. La muerte de Natalia Fraticelli, ocurrida en 2000, sigue siendo una incógnita.
Natalia tenía 15 años y un leve retraso madurativo. Era hija del juez de instrucción penal de Rufino, Carlos Fraticelli, y de Graciela Dieser. Tenía también un hermano mayor, Franco, que había sido adoptado. El 20 de mayo de 2000, Natalia fue hallada muerta en su habitación en una escena que podía interpretarse de varias maneras. Desde ese momento, el caso se convirtió en un misterio que desató una ola de especulaciones en Rufino y en todo el país.
Se habló de un suicidio. También de un crimen cometido en el marco de un robo. O de una venganza contra el juez por su investigación sobre una red de prostíbulos. De un asesinato motivado por la vergüenza de tener una hija con discapacidad. Rumores, hipótesis, versiones cruzadas, datos íntimos y falsedades se mezclaron en el relato público de un caso cambió por completo la forma en la que se investigaba penalmente en Santa Fe.
El juicio
En 2002, los padres de Natalia fueron condenados a prisión perpetua acusados de asesinarla. Pero en 2006, tras la revisión de pruebas médicas sobre la causa de la muerte, recuperaron la libertad. En 2009, fueron absueltos completamente.Tiempo después, Graciela Dieser se suicidó en su casa. En 2016, un tribunal de cinco abogados —ya que no había un juez imparcial para llevar adelante la investigación— dictó el sobreseimiento definitivo de Carlos Fraticelli. El caso se cerró con la prohibición de reabrir la investigación.
Hasta ese momento regía en Santa Fe el viejo sistema penal, donde las causas se instruían por escrito, en secreto y bajo la dirección de un solo juez. Con el paso al sistema acusatorio, la balanza se equilibró un poco más, permitiendo la participación y representación de todas las partes involucradas en los hechos delictivos, introdujo juicios orales y públicos, frente a jueces o tribunales que previamente no conocían nada sobre el caso.
En este capítulo de Tiene nombre, volvemos a preguntarnos: ¿Quién representó a Natalia en aquel juicio? ¿Qué capacidad tiene nuestra sociedad para contener a personas como ella? ¿Cómo investigan y tratan la justicia, la policía y los medios la muerte de las mujeres? Periódicas viajó a Rufino, el lugar donde ocurrió todo. Al conversar con quienes vivieron el caso de cerca, quedó claro que esto no era -ni es- tan evidente.

La estrategia judicial que liberó a Diser
El abogado de Graciela Diser, Héctor Superti, -quien luego se desempeñó como ministro de Justicia durante el gobierno de Hermes Binner- desarrolló una estrategia para llegar a la Corte Suprema que logró que en 2006 la madre de Natalia recuperara la libertad. En diálogo con Periódicas, recuerda que “cuando comenzamos a interiorizarnos de más datos de la causa, me llamó la atención que todos estaban investigando cómo la mataron y nadie investigó cómo murió. Porque uno puede morir asfixiado por muchas razones, no solamente por un estrangulamiento. Ellos asociaron asfixia con estrangulamiento y a partir de ahí solo les quedaba saber quién de los dos o si los dos habían sido; hasta lo dijo una de las magistradas intervinientes en el programa Hora Clave de Mariano Grondona. Ese fue el famoso prejuzgamiento que terminó viciando la causa hasta que la Corte Nacional anuló todo”.
El ex ministro relata su primer encuentro con Diser: “En aquel momento no regía la posibilidad expresa de entrevistar a un imputado en forma libre y privada, como dice el pacto de San José de Costa Rica. No me dejaban hablar con ella, entonces les dije salgo y le digo a toda la prensa, que estaba fuera del tribunal, que no me dejan hablar con mi clienta, '¿cómo pretenden que yo defienda a una persona si no me dejan hablar?'. Entonces me dejaron, me dieron un despacho y ahí la conocí. Vi a una mujer destruida y dije 'no puede ni hablar'. Le expliqué que estaba presa porque la imputaron por matar a su hija, le pregunté si quería que la defendiera y que si aceptaba por consejo mío no iba a declarar, que era una posibilidad prevista en la ley. Llorando me dijo que sí”.
Y continuó: “Fuimos al otro despacho en el que estaba la fiscal, el juez y el sumariante, todo preparado para la indagatoria, cuando le preguntan si iba a declarar, ella dice que no y ahí noté una enorme bronca de los operadores judiciales, porque ellos tenían la fantasía de que había sido la culpable y la esperanza de que se quebrara y confesara. A ella la habían tenido nueve horas declarando en la comisaría, habían puesto una cámara para filmarla desde una puerta entreabierta, por las dudas de que si quebraba y después negaba, estaba todo filmado. Habían pasado ya cosas que no se adecuaban a lo que debía ser, entonces cuando vi eso, y por una cuestión mía personal, le dije al juez que se terminaba el acto y que firmamos el acta. Internamente me dije: "Yo de esta causa no me muevo".
La cobertura del caso
La noticia del crimen recorrió el país y los medios convirtieron la tragedia en un show. En medio de la incertidumbre y la exposición mediática, la necesidad de informar convivió con la tentación de construir un culpable. La cobertura del caso osciló entre la búsqueda de la verdad y el espectáculo del morbo. Sobre el rol que tuvieron los medios en ese momento, charlamos con el periodista rufinense, Hugo Basso, y con la periodista del diario rosarino La Capital, Laura Cicerchia.
En una charla en el patio de su casa en Rufino, Basso nos contó que "Fraticelli decía que había entrado alguien a la casa y había matado a la hija. Ahí empezó todo, en la ciudad era un escándalo, empezaron a venir medios de Rosario primero, porque la noticia fue que asesinaron a la hija de un juez en Rufino. Este juez había hecho hacía poco tiempo atrás un procedimiento en un cabaret y se empezó a seguir el rumor que era una venganza por eso, por un caso de trata de personas. Todo eso iba agrandando la cosa y hubo una proyección en los medios nacionales, que empezaron a llegar y ahí la cuestión se se encarajinó mucho porque no todos los medios nacionales que llegaron tenían maneras de trabajar ligadas con la ética periodística. Había periodistas que incluso le pagaban a alguien para que dijera algo”.
“En la historia de la criminología, los asesinatos en una casa cerrada son los que más despiertan la imaginación. El morbo natural que tenemos todos en esas situaciones quedó claro en que los medios nacionales estuvieron acá como dos meses porque la gente consumía eso, porque era un misterio y eso en los medios vende”, sostuvo el periodista que por ese entonces también era secretario de gobierno municipal.
Basso además contó que “tampoco hubo un trabajo muy profesional de la policía, a esa casa yo llegué a las 8 de la mañana y habían entrado 40 personas. El médico que la revisó dijo ´bueno, está muerta, tenga ese certificado de defunción´, iba a poner que era muerte natural, entonces la esposa dice: ´contale, lo que pasó´y ahí le dicen al médico que la encontraron con una bolsa en la cabeza y las manos atadas. Ahí recién llamaron a la policía. ¿Qué pasó ahí? No se supo nunca”.

Para Laura Cicerchia, en tanto, “fue un caso que me marcó muchísimo porque yo entré a trabajar a diario en La Capital como pasante en marzo del 2000 y la muerte de Natalia fue en mayo. Trabajar en ese caso recién ingresada a lo que era la sección policial en un medio gráfico de la ciudad que estaba siguiéndolo muy de cerca, fue como una instancia de formación. Fue un caso terriblemente complejo y, desde la mirada de hoy, uno puede pensar, todo lo que fue apareciendo de la investigación y, sobre todo, de los planteos que fue haciendo la defensa como para contraponer esa hipótesis descabellada del comienzo. En un primer momento se hablaba del homicidio de la hija de un juez penal de una ciudad, iban apareciendo de a poco cada vez más cuestiones confusas”.
Sobre la cobertura mediática, la periodista hizo algunas distinciones: “Creo que hubo una exposición muy descarnada del caso, en un ecosistema mediático que, en aquel momento, estaba claramente dominado por la televisión. También es cierto que no todos los medios construyen las mismas tramas de sentido ni realizan las mismas coberturas. En ese sentido, la experiencia que me tocó vivir fue la de trabajar siempre en relación con la prueba: las notas, los enfoques, los títulos y cada novedad tenían que ver con lo que surgía a partir de la evidencia y del avance de la investigación. Hubo, claramente, un ensañamiento con la figura de Natalia, pero creo que eso no provino sólo de los medios; allí hubo una convergencia de voluntades".
El capítulo
En este capítulo también charlamos con el periodista y diputado provincial Carlos Del Frade; con Carolina Facciotti, Claudia Bottazzini Matos, Carolina Follis y Vanesa Irurzun, del Grupo de Mujeres Autoconvocadas de Rufino, y con Florencia y Elsa, las barrenderas del cementerio municipal.
La serie de podcasts "Tiene nombre" es realizada con la dirección de Thamina Habichayn y Belén Degrossi, la producción de Gabriela Filereto y la realización de visuales a cargo de Titi Nicola, quien en este episodio también participa como invitada.
Podés escucharlo acá mismo, o en nuestra cuenta de Spotify.
