Este jueves en los tribunales de la ciudad de Santa Fe, Pablo Emanuel Flatt fue condenado a prisión perpetua por cometer el femicidio el 20 de diciembre de 2021 en la casa quinta de Sauce Viejo. En el Correo Argentino inauguraron una placa que le da el nombre de Liliana al Salón de Ventas donde trabajó durante 24 años.
“Mujer, mamá, amiga, trabajadora y jefa de este Salón de Ventas que hoy está incompleto sin ella al igual que la vida de todos los que la conocimos y extrañamos todos los días”. Eso dice la placa dorada y espejada que descubrieron este jueves en la oficina de la sede central del Correo Argentino de la ciudad de Santa Fe. Arriba dice Liliana Sala y abajo, la fecha de su ingreso a la oficina, el 27 de julio de 1997, y el final de su vida el 20 de diciembre de 2021. Unas horas antes del homenaje, el femicida Pablo Emanuel Flatt fue condenado a prisión perpetua por mata a la mujer.
El tribunal integrado por los jueces Gustavo Urdiales, Sergio Carraro y Susana Luna decidió condenar a perpetua a Flatt por unanimidad. Tal como solicitaron la fiscala Alejandra Del Río Ayala y los querellantes Carlos Rabazzi y Rubén Kilibarda, a Flatt lo encontraron penalmente responsable del delito de homicidio cometido por un hombre contra una mujer mediando la violencia de género. Además, el tribunal decidió no dar lugar al pedido del abogado defensor Sebastián Amadeo de otorgarle la libertad, por lo que se prolonga la prisión preventiva hasta que comience a cumplir la pena. Los jueces también rechazaron el pedido de inconstitucionalidad de la pena perpetua que había hecho Amadeo.
“Fue un fallo ejemplar, concreto, contundente, pero más allá de todo eso lo que buscamos es que mi mamá descance en paz”, expresó a Periódicas, Nicolás Gatti, el hijo mayor de Liliana. El joven destacó el trabajo de la Agencia de Investigación Criminal, de la fiscalía y de la querella: “Dejaron bien claro lo que le había hecho a mi madre que, como aclaró el abogado Kilibarda, fue lo más parecido a un tortura terrorista”.
Ahora, lo que queda para la familia de Liliana y sus allegados es recordarla como la mujer trabajadora y buena compañera que fue. “Es un vacío enorme y de por vida, pero esta convocatoria refleja lo que era ella, tenía defectos y virtudes pero también un corazón enorme, era una persona humana y una mamá increíble”, contó Nicolás. Por último, sostuvo que tras la condena “arranca la parte personal, estamos muy golpeados porque es una situación impensada pero, siendo fuertes y con la ayuda de profesionales y seres queridos, vamos a salir adelante”.
Frente a tribunales, una multitud de allegados de Liliana y compañeros del Correo Argentino se manifestaron pidiendo justicia y esperaron que saliera el condenado. Lo hicieron tambien en cada audiecia del juicio. Néstor Belotti, secretario General del Sindicato de Trabajadores de Correos y Telecomunicaciones de Santa Fe, señaló que Liliana no está físicamente pero sí sigue presente en el corazón de cada uno de los compañeros de trabajo. “Este fallo no nos devuelve a Liliana pero sí sirve para que descance en paz y se alivie el dolor de su familia y sus compañeros”, manifestó en diálogo con Periódicas.
El homenaje a Liliana
El 20 de diciembre de 2021 Liliana no llegó a su trabajo. Siempre llegaba primera y 10 o 15 minutos antes de las 7. Cerca de las 9, sus compañeros dieron aviso a los hijos de Sala de que nunca había llegado y consultaron los motivos. Esa fue la primera alerta que su familia recibió antes de hallarla asesinada en la casa quinta de Sauce Viejo.
Desde hoy, esa oficina a la que Liliana no llegó aquel día, lleva su nombre. “Ésta era también su casa”, indicó Nicolás en el acto de inauguración del nuevo nombre que se realizó este jueves a la mañana tras conocer la condena. En el Correo se instaló una placa y se la descubrió en un acto sencillo pero emotivo, del que participó el personal del lugar. Compañeros de Liliana, conocidos y su familia, llenaron el Salón de Ventas y sostuvieron que Liliana siempre estará presente entre ellos.
El femicidio
La fiscala Del Río Ayala presentó 20 testigos, pruebas documentales, fotografías de la escena del crimen, audios de los avisos policiales, informes de profesionales de la planimetría y estudios bioquímicos que fueron suficiente para demostrar la culpabilidad del joven de 20 años que era vecino de la mujer.
“Este juicio es por un caso que implica la más extrema violencia de género en modalidad sexual”, indicó la fiscala al comenzar el juicio. Allí logró demostrar que la madrugada del 20 de diciembre de 2021 Flatt ingresó a la casa quinta ubicada en avenida Banderas y magnolias en el barrio Jorge Newbery de Sauce Viejo donde Liliana estaba sola, la golpeó brutalmente, abusó sexualmente de ella y la asesinó, para luego huir con la camioneta blanca marca Jeep de la mujer. “El acusado golpeó, violó, mató, envolvió el cuerpo de Liliana como si fuera un desecho, tomó el teléfono y la camioneta, y huyó”, narró.
La funcionaria del Ministerio Público de la Acusación (MPA) se refirió a las pruebas más concretas contra P.E.F. que se recolectaron por medio de la investigación. “Fue una carrera contra el tiempo para no perder información de calidad”, aclaró. En primer lugar, destacó que todos los testigos reconocieron al acusado. Luego, recordó que el arma femicida, el barrote hallado en la camioneta de Liliana, tenía sangre de la mujer asesinada de un lado y huellas de P.E.F. del otro.
En el vehículo encontraron la caja del secador de pelo que el joven utilizó para terminar de envolver el cuerpo de Liliana. Este elemento también tenía las huellas del condenado. Además, la remera con la que los testigos reconocieron al joven en el recorrido que hizo en la camioneta, fue encontrada en un allanamiento a la casa donde vivía el acusado.
Sobre el ingreso al escenario del crimen, la fiscala apuntó que a través de las declaraciones de los testigos de la fiscalía y la defensa quedó claro el vínculo de confianza que tenía Liliana con la familia vecina, que realizaba trabajos de mantenimiento en la casa quinta. Todos tenían acceso al lugar.
Un acto de poder
“De que Liliana se resistió al hecho, no hay dudas”, indicó Del Río Ayala. “Esto quedó claro por las lesiones y por la sangre en algunos elementos que usó para defenderse o pedir ayuda como el teléfono de línea”, afirmó. Por otro lado, explicó que todos los golpes que recibió la mujer, e incluso el abuso, fueron antes de la lesión mortal. “Lo hizo estando ella en vida”, sostuvo la funcionaria del MPA.
Sobre el móvil del crimen, la fiscala expresó que no hay una explicación razonable. “Lo hizo porque quiso, la mató porque pudo y por eso es un femicidio”, afirmó y añadió: “Fue un acto de poder”.
Por último, remarcó la dimensión sexual del femicidio que está asociada al goce y al disfrute por parte de quien comete el crimen. “Están claros todos los elementos de un femicidio sexual: él la violó, eyaculó, la golpeó en zonas identificadas con la feminidad y la envolvió como un desecho”, precisó.
Por su parte, la querella adhirió a lo expuesto por la fiscalía y agregó que el acusado cometió los delitos con plena voluntad y conciencia de lo que estaba haciendo. “Quiso que la mujer sufriera, quiso vencerla física y psicológicamente antes de matarla”, destacó.
Los testigos
El primer testigo en declarar en el juicio fue Nicolás Gatti, quien encontró a su madre sin vida en la casa quinta. El 20 de diciembre por la mañana lo llamaron desde el Correo Argentino porque su madre no había ido a trabajar, algo raro viniendo de Liliana que siempre era la primera en llegar unos 10 o 15 minutos antes de las 7, su hora de ingreso. Nicolás se comunicó con su hermana Mariana, a quien también habían llamado los compañeros de Sala.
Mariana, que también declaró en el primer día del juicio, vivía en un departamento en Santa Fe, donde Liliana también permanecía los días que no estaba en la quinta. Luego de hablar con la gente del Correo, la mujer fue enseguida hasta Sauce Viejo, vio la casa completamente cerrada y divisó que la camioneta no estaba. Intentó abrir la puerta principal con la copia de la llave que tenía, pero como también estaba la traba desde el lado de adentro, no pudo entrar. La joven decidió volver a Santa Fe y realizar el mismo camino que hacía su madre para ir a trabajar, para analizar si le había pasado algo en el camino.
Minutos más tarde llegó a la quinta Nicolás, quien no tenía llave pero revisó los alrededores de la vivienda. Pudo abrir la puerta del garage con solo empujarla porque estaba sin llave.
Allí accedió a una especie de galería techada, pero aún no podía pasar hacia el interior del hogar. Por una de las puertas vidreadas logró ver la cartera de su madre sobre la mesa, con varias de sus pertenencias desparramadas al lado.
Cuando llegó David, el otro hijo de Liliana, lograron forzar y abrir la puerta para pasar al comedor. Empezaron a revisar la casa. En la primera habitación que buscaron fue en la que siempre usaba Liliana, pero allí no estaba. Finalmente la encontraron en la habitación siguiente.
Minutos antes de encontrar a la mujer muerta, a Mariana la habían llamado desde Gendarmería para informarle que la camioneta que estaba a su nombre había sido abandonada en la zona del basural luego de un accidente. Tras el choque, desde interior habían arrojado la tarjeta verde de la joven.
Según los testigos, las únicas dos personas que entraron a la casa y vieron a Sala muerta fueron Nicolás y David. En la cama de la habitación donde la hallaron estaba el cuerpo de Sala envuelto en una sábana y un acolchado.
En la casa no había indicios de robo. Pero dos de los hijos de Liliana declararon que en la vivienda faltaron algunos elementos durante los meses anteriores al crimen: un aire acondicionado que estaba sin colocar, un reflector y algunos juguetes de los nietos de la mujer. Por otro lado, declararon que solo había tres juegos de llave que podían abrir la puerta principal y el garage de la casa, uno lo tenía Liliana y a los otros, David y Mariana.
Además, indicaron que a la quinta tenían acceso las personas de la familia de Liliana y los miembros de la familia del acusado que eran vecinos y realizaban trabajos de mantenimiento cuando la mujer lo requería.
Autora: Thamina Habichayn