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La ruta de la denuncia, un camino lleno de baches

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Las mujeres víctimas de violencia de género piden una atención y acompañamiento que siempre parece quedar corto y, en muchas ocasiones, no llega nunca. Periódicas dialogó con la directora ejecutiva de Mujeres y Disidencias de la Municipalidad de Santa Fe para tener precisiones de cómo es el trabajo que se realiza ante la aparición de estos casos y qué es lo que falla del sistema.

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Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0

Los casos de mujeres que son víctimas de violencia de género pidiendo ayuda se diseminan en las redes y medios de comunicación a la velocidad de la luz. Muchas de ellas consiguen lo que están reclamando y les corresponde. Otras tantas no corren la misma suerte y pasan a engrosar la triste lista de femicidios que, según un relevamiento realizado por las Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala), ya son 61 hasta el 31 de marzo de este año. Hasta la misma fecha hubo 90 intentos de femicidio. Denuncian, pero no son acompañadas. Denuncian ellas, denuncian sus familias, pero los sistemas que deberían acompañarlas -policial, judicial y estatal- parecen, en muchos casos, no brindarles las respuestas que necesitan. El caso más resonante de las últimas semanas, por ser el último pero no el único, es el de Marcela Maydana.

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Una de las soluciones aparentes que las mujeres violentadas y vulneradas encuentran es solicitar un botón antipánico. Sin embargo, ¿es esta una solución real y que llega a todas ellas? Para conocer cómo se pide y gestiona este sistema, y por qué hay tantos reclamos sobre la entrega del mismo, Periódicas dialogó con la directora ejecutiva de Mujeres y Disidencias de la Municipalidad de Santa Fe, Soledad Artigas, quien explicó cómo se trabaja desde el municipio para atender esta demanda que, lamentablemente, se da cada vez con mayor frecuencia.

La funcionaria municipal fue consultada sobre por qué las mujeres afirman que no son escuchadas por parte de las autoridades competentes y sostuvo que “hay una expectativa de lo que sienten que el Estado y el Sistema de Protección debería ser, lo que efectivamente cada organismo debe hacer y la respuesta que se da. Llegan a la entrevista y nos dicen que nadie las escuchó, que nadie hizo nada, pero cuando vamos a la ficha nos damos cuenta que hay una intervención hecha, que hubo denuncias, pedido, medidas, que hubo botón, que luego el botón se perdió, que hubo ingreso a casa de protección. Es decir, hubo una serie de intervenciones que hacen que después de un tiempo la mujer vuelva porque siente que hay algo que no se hizo pero, generalmente, no es que nadie hizo nada”.

En esa línea, Artigas manifestó que “hay herramientas que el Sistema de Protección te brinda que tienen que ver con emergencia, con la urgencia, con proteger la vida de las mujeres. Para eso tenemos una serie de dispositivos y después hay una respuesta más estructural que tiene que dar el Estado. Ojalá pudiéramos generar un acuerdo para que en la ciudad de Santa Fe tengamos un plan de vivienda que nos permita darle alojamiento a las mujeres víctimas de violencia y otra gente que lo necesita. Para que eso ocurra tiene que haber una política integral y estructural, no veo que eso exista; no veo ningún signo interesante que convoque a los gobiernos locales para pensar en una estrategia de largo alcance y con soluciones más eficientes. Mientras tanto, tratamos de ir generando las respuestas con las herramientas que tenemos”.

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Las comisarías, el primer bache

Artigas enumeró los pasos que la mujer debería llevar adelante en situaciones de violencia. El primero de ellos, realizar una denuncia por violencia de género en una comisaría o Centro Territorial de Denuncia, quienes se encargan de hacer las actuaciones pertinentes, avisar a la fiscalía, avisar si hay que hospitalizar o hacer una profilaxis, si hay algún delito sexual o tenga que ir a algún médico policial. También debería avisar a la Secretaría -de Integración y Economía Social, donde se encuentra la Dirección de Mujeres y Disidencias-  para que la mujer pueda estar acompañada. “Acá está el primer bache, las comisarías”, manifestó la directora. “Muchas veces no les toman la denuncia, les dicen que el único lugar es la Comisaría de la Mujer y eso no es así; se las tienen que recibir y generar las actuaciones. Algunas de ellas llegan a nosotras y nos dicen que realizaron la denuncia y que no pasó nada, y lo que pasa en la vida real es que cuando empezamos a investigar qué pasó con esa situación, nos damos cuenta que no hay ningún fiscal a cargo de la causa, que no hay actuaciones sobre eso”, sostuvo.

Por otra parte, explicó que quienes acudan directamente a la Dirección de Mujeres y Disidencias de la ciudad (que funciona de lunes a viernes de 8 a 18) serán entrevistadas por alguno de los equipos de trabajo conformados por psicólogas y abogadas. “Son equipos de atención, escuchan a la mujer, el planteo de lo que está atravesando y, en relación, generan los asesoramientos que hagan falta. Es decir, si la mujer vino sin denuncia se le indica que la tiene que hacer, si no puede acercarse a un espacio para hacerla, o si fue a la comisaría y le rebotó, la ayudamos a hacer la denuncia online en la oficina, pedimos las medidas de protección, son otorgadas y notificadas”.

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La justicia, el segundo bache

“Las medidas de protección generalmente son las mismas, porque no hay una evaluación de la situación por parte de la justicia. O sea, vos podés denunciar a tu pareja, esposo, compañero porque te pisó el dedo del pie y te dan la misma medida que una agresión sexual. Te dan el botón, que lo otorga la Municipalidad, medida de distancia por 60 días, impedimento de contacto telefónico, son tres o cuatro medidas iguales para todos los casos. Ahí tenés otro bache: no hay evaluación de riesgo”, expresó Artigas.

“La fiscalía se lo pide al Juzgado de Familia, porque las cuestiones de género caen allí, y este es el gran bache, el problemón gigante, que las cuestiones de violencia de género se siguen pensando como cuestiones de familia y, por lo tanto, actúan, determinan y deciden los jueces o las juezas de familia. Es algo inaccesible, como Ejecutivo Municipal puedo decir que me puedo comunicar con un montón de organismos públicos que deberían actuar en estas situaciones, que tengo el teléfono personal y de trabajo de todos los fiscales y fiscalas de la unidad que dirige Alejandra del Río Ayala, puedo molestar y hablar con ella las veces que quiera y necesite y voy a encontrar una respuesta de ella y de sus fiscales. Ahora, si me preguntas si alguna vez pudimos acceder a tener una reunión con algún juez de familia, si alguna vez un juez de familia nos llamó por teléfono o si nos pudimos sentar a discutir algo, te digo que no”, se lamentó.

“Creo que el gran problema que tenemos nosotras, como feministas, todas las mujeres, todas las que protegemos la vida es que quien entiende sobre esas situaciones de violencia de género es gente que no tiene perspectiva de género, que no le interesa tenerla y que sigue ejerciendo la justicia y dictaminando sin tener perspectiva de género y sin que le interese, que es lo más grave. Ahí nuestro planteo siempre es pensar en una forma estructural feminista de la justicia para pensar en corto o mediano plazo en un juzgado de género, con personas capacitadas y con perspectiva, que de verdad estén convencidas y que puedan decidir escuchando a las mujeres y poniéndose en su lugar. A mi criterio, en lo que falla el juzgado de familia es que nunca se escucha la voz de la mujer”, sostuvo.

Asimismo, afirmó que si el botón es la única respuesta que se les da, “termina siendo la respuesta para nadie, porque no en todas las situaciones pensamos que es criterioso darle un botón a la mujer y perderla de vista. Hay casos más puntuales, más complejos, donde hay que generar otro encuadre. En el juzgado de familia se quedan tranquilos porque les dieron un oficio y le ordenaron al municipio que les den un botón y el municipio jamás va a tener la cantidad de botones que por día nos ofician desde el juzgado, es imposible. Hoy en día estamos monitoreando arriba de mil botones, por día entregamos entre cinco y diez. No es que no se entregan, todos los días entregamos de urgencia, a pedido nuestro a las mujeres que atendemos y evaluamos que hay riesgo, llamamos por teléfono, explicamos la situación, enviamos un informe y pedimos que por favor le consigan un botón porque evaluamos Riesgo 3”.

“Nosotras hacemos una evaluación, mujeres que no tengan botón debe haber un montón, de todo ese montón de mujeres hay que evaluar el riesgo y si efectivamente el botón es una buena respuesta o no. A la respuesta estandarizada que están dando desde Tribunales nosotros tenemos que anteponer algún criterio, porque si no vamos a estar entregando botones y eso no tiene sentido porque, además, gran porcentaje de esos botones en un corto plazo se apagan, se pierden, se rompen o se guardan desconectados. Entonces, tampoco sirve, si te llevás un botón y al mes lo tiraste, no sirve, no te sirve para cuidarte”, explicó.

Autora: Priscila Pereyra

La articulación entre los Estados

La directora de Mujeres y Disidencias del municipio santafesino afirmó que articulan con el gobierno provincial. El Estado de la provincia “no tiene equipos interdisciplinarios que bajen al territorio a hacer la intervención cuerpo a cuerpo como lo hacemos los servicios locales. Lo que hace Provincia si le llega un caso es llamarnos y pasarnos la situación, luego no hacen las intervenciones. Articulamos cuestiones como ayudas económicas y algún otro acompañamiento integral. Hoy, sinceramente, también tenemos un grave problema en relación a los servicios, que nos han dejado solas en medio de la pandemia, momento en que sostuvimos la presencialidad, nunca cerramos la oficina por Covid. Seguimos trabajando pero, en paralelo tenías un montón de situaciones, como las mujeres que se iban de sus casas y quedaban las tarjetas y los DNIs en las casas de los agresores, que las Asignación Universal por Hijo las cobraban los agresores, y Anses, el Registro Civil, los Centros Territoriales cerrados. Luego abrieron, y los Tribunales, los Centros de Salud cerrados, hospitales públicos con servicios de salud mental priorizando Covid, con personal de licencia”.

“Se articula mucho con Provincia para poder sortear esos baches, es cotidiana la articulación con los equipos que trabajan en la Secretaría, no hay un ruido de diferencias políticas. Sí hay herramientas que siempre quedan cortas ante la problemática que hay y será así hasta que no se genere una política estructural que, a mi gusto, tiene que bajar del Ministerio de las Mujeres”, afirmó.

El botón, ¿es la solución?

Artigas sostuvo que no, y que hay que repensar el tema: “Ahora los botones están foco, lo han planteado un par de concejales. Queremos rever ese sistema y generar una mejor relación con quienes determinan que todas las personas necesitan tener un botón para poder achicar el margen de error, porque sino el sistema está planteado en términos de cada organismo que se saca el tema de encima”. En este sentido, agregó que “si no hay una evaluación de riesgo, nosotros vamos a estar todo el tiempo atrás de algo a lo que nunca más vamos a llegar, porque los botones tienen una vida útil y no son la solución. A nadie le va a salvar la vida un botón, no existe eso”.

“Tenemos que generar que sean los varones los que tengan las pulseras y que los compre quien los tenga que comprar. Las mujeres andan con los botones y los varones andan sueltos, incumplen las medidas, no pasa nada. Recepcionamos el desgaste de las mujeres, que nos dicen que denunciaron varias veces, que él incumplió en 15 oportunidades(…) en algún punto, tienen razón, porque nosotras no tenemos más herramientas que decirles que hagan la denuncia de nuevo. Están cansadas, nos mandan a la mierda, en redes dicen que no hacemos nada. En algún punto es razonable”, sostuvo.

Por último, resaltó que "tenemos muchos baches en el sistema. Me parece que hay que generar acuerdos entre el Ministerio de Mujeres, la Secretaría y los gobiernos locales en mesas de trabajo, generando un plan de acción muy ordenado e integrado. El plan integral que se presentó en el Ministerio de las Mujeres hace unos meses, estamos ansiosas que se convoque a una mesa de trabajo con quien haga falta para poder trabajar y achicar estos baches en la intervención. Los vemos todos los días, hay impotencia, todos los días hay una imposibilidad de generar una respuesta rápida, integral, eficiente, eficaz, y, en el medio, que tenga cuidado con las mujeres”.

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