Traniela Campolieto irrumpe nuevamente en el debate público con sus declaraciones frente a los dichos transfóbicos del presidente Javier Milei. Pero, ¿es un símbolo de lucha o un imán de controversias? Su vida, su aspecto y sus posicionamientos no escapan a las críticas y preguntas incómodas. Y esta nota no elude la polémica.

Traniela Carle Campolieto es la primera mujer trans en ser pilota-comandanta de aviones de Aerolíneas Argentinas. Además, integra la Comisión de Diversidad de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas de Argentina y tuvo una extensa carrera en la aviación dentro de la Fuerza Aérea, llegando a ser subtenienta del Ejército Argentino.
Sin embargo, desde que comenzó a hacer declaraciones políticas, su profesión dejó de ser noticia. Ahora lo que la distingue son sus críticas a la "agenda woke" y sus distanciamientos del colectivo LGBTIQ+.
En reiteradas ocasiones la pilota-comandanta, y afiliada a la UCR, protestó contra los recortes salariales y los intentos de desguace de Aerolíneas Argentinas impulsados por el gobierno de Javier Milei. Sin embargo, con una gran audacia para el pivoteo político (algo muy propio de la UCR), ha minimizado o incluso defendido diversos comentarios homofóbicos, transfóbicos y machistas del presidente.
De la aviación a la polémica
Semanas atrás, en el programa La Inmensa Minoría, conducido por Reynaldo Sietecase, Campolieto analizó el discurso de Milei en Davos: “Aparece la palabra ‘imposición’ y en ese caso estoy de acuerdo con el presidente”. Luego agregó: “No dice que no está de acuerdo con mi transición, sino que no está de acuerdo con la imposición de ciertos movimientos o agendas sobre la sociedad”.
Sietecase la confrontó directamente:
—Vos, para el presidente, serías un hombre disfrazado de mujer.
A lo que ella respondió:
—Bueno, él puede considerar lo que quiera, pero hay una ley de identidad de género. Lo que el presidente diga no afecta mi identidad de género. Como lo dice él, lo puede decir un vecino, un amigo, un tío, cualquiera.
En línea con esta postura, Campolieto criticó en sus redes la convocatoria a la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista, describiéndola como parte de una "agenda lobbista" del colectivo LGBTIQ+. Además, denunció que muchas personas del colectivo la discriminaron y menospreciaron durante meses sin que nadie hiciera nada al respecto.
¿Militancia o indiferencia?
Si realmente se quiere comprender el pensamiento de Campolieto sobre la lucha del colectivo LGBTIQ+, basta con este otro intercambio con Sietecase:
—Se puede cambiar una ley —le plantea el periodista.
—Que la cambien, pero yo ya tengo mi DNI —responde Traniela.
—Sí, está bien, pero ¿y los que no lo tienen?
—Y bueno, van a tener que hacer su documento. Nos podemos percibir como queramos, pero el paso importante es tener la documentación que avale tu percepción. Entonces ya no te autopercibís, ya sos. Si tenés documento que dice que sos mujer, ya sos mujer. Porque el Estado te lo aprobó.

Las travestis ¿la discriminan?
A partir de todo esto, se puede comenzar a responder la pregunta: ¿por qué al colectivo LGBTIQ+ le cae tan mal esta pilota-comandanta? La respuesta es variada: por sus posturas políticas previamente mencionadas, por su manera de entender el género y, obviamente, por su apariencia.
Hay una realidad innegable: su imagen genera tensión. La estética de Campolieto es la contraestética del canon travesti. La belleza travesti se construye con esfuerzo, gastos y sacrificios infinitos. Es una lucha constante por alcanzar la mayor belleza hegemónica que la medicina moderna permita.
Lisa y llanamente, el canon de belleza travesti se basa en el sufrimiento: láser, cera, maquillaje, cirugías, etc. Pero también en la angustia que genera la frustración de no llegar nunca a ese ideal hegemónico al que muchas aspiran. Traniela parece ajena a esta realidad y, para muchas, eso resulta inaceptable.
En reiteradas ocasiones, la pilota comandanta ha tenido cruces en vivo con otras travestis de su edad o mayores. Para sorpresa de nadie, estos enfrentamientos no han derivado en otra cosa que en una travesti diciéndole a Campolieto frases como: “Para mí vos sos un crossdresser” o “esta se delinea mal un ojo y ya se cree Cleopatra”.

Cualquier travesti puede dar fe de que, en algún momento, cuando comenzó su transición, alguna otra travesti mayor le dijo que parecía "un tipo con peluca". Sí, suena fuerte, pero muchas veces es su manera de demostrar cariño, porque quieren que “la nueva” sea lo más "linda" posible para que la pase un poco menos mal que ellas. Bajo esos códigos, tan propios de la comunidad, siempre intentan ayudar a quien recién empieza, bombardeándola con consejos poco pedagógicos, quizá no muy sutiles. Pero en el fondo, esos consejos están cargados de la más absoluta sororidad: buscan que “la nueva” encaje en los estándares hegemónicos para que su camino sea un poco más fácil.
Campolieto parece no comprender estos códigos, estas formas de sociabilidad travesti y, frente a estos típicos comentarios, se siente atacada y responde con violencia. Y esto es, quizás, lo que más bronca genera dentro del mundo de las travas.
Las que entendemos que estos consejos pueden no ser adecuados, o incluso innecesarios, nunca respondemos con la virulencia con la que responde Traniela. Porque entendemos que esas recomendaciones sobre maquillaje, depilación, peluquería o vestimenta no son otra cosa que una forma de demostrar amor y empatía por “la que recién empieza”. La escasa comprensión que Campolieto tiene de estos fenómenos deja en evidencia que no entiende los códigos de sociabilidad del colectivo LGBTIQ+.
A simple vista, el conflicto podría reducirse a sus rasgos poco femeninos, pero en realidad se trata de una diferencia mucho más profunda: su concepción del género no coincide con la de la comunidad travesti.
Traniela se define como una “mujer transexual”, un término poco utilizado entre travestis latinoamericanas, cuya visión del género se aleja de la concepción genitalista más presente en Estados Unidos y Europa. La identidad travesti en Latinoamérica tiene raíces ancestrales que, según autoras como Marlene Wayar, trascienden el binomio varón-mujer, configurándose como un tercer género con su propia historia y reivindicaciones.
Campolieto no ha logrado establecer lazos con la comunidad y de ahí surge su tensión con el mundo travesti. Tal vez por haber transicionado de grande, por su carácter o por sus privilegios. Pero, sin dudas, se pierde la alegría del corso infinito que son las travas.

Escribe notas y colabora con el trabajo de redes. Se especializa en temáticas relacionadas al colectivo trans-travesti.