Las vecinas y los vecinos de Chalet salieron a reclamar una vez más por Memoria, Verdad y Justicia, movilizándose hasta la capital del país para vivir la vigilia y la marcha por el 48° aniversario del golpe militar. Para las juventudes de la asamblea de La Poderosa en Santa Fe fueron dos viajes en simultáneo, por pisar por primera vez la gran ciudad y por consolidar lo que ya vienen construyendo en el barrio: dejar de ocupar el lugar denostado de la periferia y convertirse en el centro de una jornada histórica. Juventudes, vulnerabilidad y organización popular.
Este 24 de marzo miles de personas en todo el país se movilizaron en torno a un nuevo aniversario del Golpe de Estado que hace 48 años dio inicio a la última dictadura cívico-militar.
Las mujeres y las juventudes de barrio Chalet, organizados en una de las asambleas territoriales de La Poderosa, hicieron lo propio en un colectivo alquilado con beneficios y mucho trabajo, que partió rumbo a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a las 0 horas del sábado 23. El viaje contempló la organización de la vigilia del Día de la Memoria en la Plaza de Mayo y marchar por los 30.000 detenidos desaparecidos.
Apenas unos minutos arriba del colectivo en movimiento, y ya iban y venían los mates y los tuppers con comida preparada para acompañar la travesía hasta el local de la organización Pañuelos en Rebeldía en Capital. Unas horas después, y con unos 200 kilómetros ya recorridos, todo fue muchísimo más familiar, cercano y, de a poco, llegó el sueño y el silencio.
La llegada a la gran ciudad fue cerca de las 7 de la mañana, entre matecocido y leche con chocolate preparados por Yanina y Belén, referentas de la organización y las encargadas de mimar a las juventudes de Chalet, que fueron todo el fin de semana, como en cada encuentro en el barrio, "los únicos privilegiados" en palabras de Eva Duarte.
El viaje se dió en un contexto distinto, inhóspito. Y no porque las y los 12 chicos del espacio de Juventudes estaban conociendo una ciudad nueva, y en el marco del 24 de marzo, sino porque venían de atravesar una dura pérdida: el suicidio de uno de los compañeritos que era parte del espacio.
Eso precipitó la articulación con el Centro de Salud, que empezó a acompañar a través de una psicóloga las actividades del grupo para poner palabras a las emociones, las frustraciones, la realidad de lo que es ser un adolescente en un contexto de empobrecimiento y de miseria planificada, como escribía Rodolfo Walsh en la Carta Abierta a la Junta Militar.
Juventudes, divino tesoro
Después de la primera visita oficial a la cancha de San Lorenzo, porque no todo es resistir sino cumplir pequeños sueños también, a la vuelta hicimos las primeras entrevistas directamente con los protagonistas.
Mia Pereyra tiene 13 años, pero está en La Poderosa de Chalet desde los cinco. Agustina Cabrera tiene 14 y forma parte del espacio desde los cuatro o cinco años.
-¿Qué actividades son las que hacen en Juventudes?
MP: Estamos siempre con nuestros compañeros, con Joaquín (Albornoz, coordinador del espacio) que nos apoya y la Negra (María Claudia Albornoz, referenta nacional de La Poderosa) también. Hablamos de que siempre tenés que cuidar la comida, ser amable y todo eso. Lo que nos gusta y lo que no.
-¿Cómo ven el barrio?
AC: Nos están matando a muchas personas porque la policía no hace lo que tiene que hacer. Ahora estamos un poco mejor. No mucho pero un poco.
Lucas Gabriel Villarreal tiene 16 años y hace cinco que milita en Juventudes. Mirko Ramallo es uno de los más nuevos, hace apenas un año que forma parte del espacio.
-¿Qué hacen ustedes en Juventudes?
LGV: Hacemos pan casero, usamos las compus, charlamos. Participamos de las marchas, del apoyo escolar. Vamos y compartimos todos juntos ahí. Nos despejamos entre nosotros, hablando, tocamos en la murga. Nos juntamos corte somos todos juntos uno.
-¿Cómo te enteraste que existía ese espacio?
MR: Por ellos (señala a sus compañeros). Yo vivo en Varadero (Sarsotti) y llegué por un amigo que ya se fue, que en paz descanse. Pero por eso los conocí a ellos y a Juventudes y ahí empecé. No falté más. Y ahora estoy acá.
-¿Cómo se siente esa pérdida?
MR: Muy mal, afecto mucho a mis compañeros y a mí, porque era muy querido. Era buenito, compañero con todos. Entre nosotros nos descargamos porque él estaba todo el día con nosotros, conmigo. Lo conozco desde chiquito y de un día para otro que se te vaya es feo.
-¿Es frecuente esto en el barrio? ¿Han escuchado otras situaciones parecidas?
MR: Sí, yo lo que él pasó lo pasé con mi hermano entrando en cana. Y es feo verla a mi madre sufrir. También sufría yo porque es mi mamá y no me gusta verla sufrir. Perder un hijo es muy triste. Es muy difícil la vida para los jóvenes en el barrio. Perdés un familiar y... no sé cómo explicarte, no me sale. Es más difícil salir adelante porque es un proceso. Tenés que poner tu voluntad y hacerlo porque no te queda otra. Y yo quiero salir adelante, porque soy joven todavía y quiero llegar a una meta. Para estar bien. En eso Juventudes nos ayuda una banda. Es un apoyo muy especial.
La vigilia
El momento más esperado por los chicos, que habían viajado más de seis horas para pisar la Capital Federal, no era simplemente pasear, o conocer canchas, visitar el CCK o ver Puerto Madero, donde los vecinos extramadamente blancos de ese punto de la Argentina se sintieron en derecho de descalificarlos mientras paseaban por el Puente de la Mujer. No. Ellos tenían un encargo y una misión fundamental más importante que cualquiera de esas experiencias: abrir el escenario de la Vigilia del Día de la Memoria, que coincide casualmente con el cumpleaños de La Poderosa.
La batucada formó un círculo en el centro frente al escenario desde donde la Negra Albornoz conducía el acto con otra compañera de la organización. Pero el llanto de conmoción de las compañeras de la Asamblea Poderosa de Chalet se desató cuando los invitaron al escenario, mismo por el que unas horas después pasó el dirigente popular Juan Grabois y la nieta recuperada Victoria Montenegro.
Leo, a secas
Leo tiene 16. Es avasallante, hace ruido, habla alto. Se para y mira con seriedad mientras María Claudia Albornoz les habla a los compañeros y compañeras para alistarlos para lo que sigue: saludar a la interminable columna que llegó a la plaza del 24 con las reivindicaciones de los movimientos de Derechos Humanos, de mano de Madres, Abuelas, Nietos e HIJOS.
También hace bromas todo el tiempo, con los más grandes y los más chicos sin distinción y demanda atención constantemente.
Leo se sumó por un taller cuando tenía nueve. "Hace seis años estoy acá en Juventudes apoyando a la Poderosa siempre", remarcó en uno de los únicos momentos de las 48 horas del viaje completo que estuvo serio y un poco nervioso. Era la primera vez que daba una entrevista a un medio de comunicación, y desde entonces creemos que claramente no va a ser la última.
-¿Sentís que la vida para los pibes en el barrio es más complicada que para otros pibes?
L: Sí, sí, es muy complicada nuestra vida comparada con la de otros pibes. En la droga, en todas las cosas. Prefiero que andemos haciendo los talleres que andar en la calle. Yo fui muchas veces. Volví y no me fui más.
-¿Qué te hace volver?
L: El apoyo de los chicos, los compañeros que te dicen que volvás y yo volví por ellos. Hice buenos amigos. Son todos compañeros, amigos, hermanos, todos.
-¿Qué relación tienen los pibes del barrio con la policía?
L: Los milicos andan muy cargosos, y a los que tienen que frenar no los frenan. Ni a los que roban ni a los que matan, y te llevan por pelotudeces.
Escribe. Se especializa en la temática trans-travesti y las notas viscerales.